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miércoles, 31 de enero de 2007

"Henry, retrato de un asesino" de John McNaughton

En ocasiones el título de las películas da muchas pistas sobre lo que vamos a poder encontrarnos una vez abierta la lata, en este caso la verdad es que estamos ante un acierto de traducción, no pudiendo decir lo mismo en la mayoría de las ocasiones, ya que en este bendito país, a veces no es que nos equivoquemos al traducir el título original, es que cualquier parecido con el mismo es pura casualidad, es un incomprensible afán por subtitular todo, además no intentamos globalizarlo todo, pues eso pongan ustedes también su granito de arena.

Desde el primer momento de la historia John McNaughton, nos presenta el personaje de Henry (Michael Rooker) un asesino en serie, haciéndonos un recorrido por los luctuosos lugares por donde ha estado presente y el reguero de cadáveres que ha dejado tras su paso, en la mayoría de las ocasiones del sexo femenino, pero lo realmente interesante de Henry no son sus asesinatos, no pienso que el director intente que nos regodeemos en ellos, eso si a todos ellos denotan cierto aire a crimen sexual.

En una de sus estancias en la cárcel, Henry conoce a Otis (Tom Towles), personaje que se dedica a vivir sin más y que tiene cierto potencial de asesino, que acaba desarrollando en su plenitud, el propio Henry, a sus vidas llega alguien nuevo, diferente, distinto a ellos, Becky (Tracy Arnold), hermana de Otis y que precisamente viene huyendo de un individuo cortado por el mismo patrón que sus nuevos compañeros, este triángulo de personas castigadas por la vida es el centro de la historia, aunque el vértice principal por supuesto esté ocupado por Henry.

El director hace un gran esfuerzo porque el protagonista se nos presente como una persona normal, si digo bien, como una víctima de la sociedad y de la educación que recibió durante su infancia, él es como es, y no conoce otra forma de vida, los hechos le obligan a matar, aunque parezca raro decirlo, Henry no sabe amar, su forma de placer y de goce es la muerte del que tiene enfrente, ese es el único instante de felicidad que le permite esta vida.

Aunque parezca demagógico no es una película de asesinatos, la película trata sobre un asesino, sobre la persona que los comete, tan solo hay una escena donde la violencia se desborda, resultando ser la más sangrienta y ocurre dentro del propio triangulo de personajes principales del film, McNaughton consigue meternos en el pellejo del psicópata, incluso produciéndonos un sentimiento profundo de pena, al ver como es y va a ser su vida.

A destacar de entre todas las escenas, la final, que es demoledora y que no desvelo a los espectadores para generar en ellos la curiosidad de visionar la cinta, esta escena merecería un capítulo aparte por su carga emocional y la visión futurista que de si mismo llega a tener el propio Henry.


TRONCHA

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