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lunes, 22 de enero de 2007

"El castillo Vogeloed" de F.W. Murnau

El ser humano en general y cada uno en particular somos muy propensos a tomar posturas frente a otros individuos o situaciones, pues bien, el cine y las películas en concreto, como parte de la vida no son ajenas a todo esto, yo recomiendo siempre que dependiendo de la película, nos sentemos frente a la pantalla de una manera u otra, y no precisamente aposentando más aca o más alla nuestro trasero.

Muchas veces y sobre todo ante películas tan antiguas, de la que hablo es del 1921, hay que hacer un acto de reflexión muy sencillo intentando situarnos mentalmente en la época que se rodó el film y sobre todo los medios que contaban, para realizar estas obras. Muchas de estas cintas llegan a nuesros dias con un castigo considerable, el tiempo las ha maltratado, por supuesto me refiero a un maltrato físico, no en su esencia, por decirlo de alguna manera el alma les queda intacta.

La obra cuenta una historia de honor y de recuperación de la confianza perdida ante el resto de la comunidad, el conde Oetsch (Lothar Mehnert), es declarado inocente del asesinato de su hermano aunque todas las pruebas apuntan a él, y es necesario que durante una jornada de caza organizadas por el señor del castillo (Arnold Korff), el propio conde cree un ardid para demostrar su inocencia, y demostrando lo caprichosa y encubridora que resulta ser la desconsolada viuda (Olga Tschechowa).

Resulta curioso observar las costumbres de los habitantes del castillo, a través de las distintas escenas, aunque, la verdad es que la cinta tiene un metraje bastante exigüo, desconozco a que es debido, si a alguna amputación debida a su antigüedad o que la duración original era esa. Puede que dedido a alguno de estos cortes la historia se vea resentida, no llegando a generar un climax que roce el suspense. La primera media hora no es de una calidad narrativa demasiado buena, la presentación de los personajes se hace de una manera pelín tosca, con un gran exceso de carteles, para la segunda media hora precipitar la escena y empezar a ocurrir cosas, que como indicada no añaden excesiva incertidumbre al desarrollo general de la historia .

Como mencionaba al principio, entiendo todo esto, no pienso que sea un defecto, siplemente es una forma de mostrar ese mundo, que en nuestros dias carece de interés, pero que en aquella época seguro que tenía su cierto atractivo, estamos ante los albores del cine, con una clara influencia teatral, marcando en la película los tres clásicos tiempos teatrales, presentación, nudo y desenlace.
TRONCHA

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