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miércoles, 30 de enero de 2008

"Atraco perfecto" de Stanley Kubrick

En este caso voy a ir contracorriente y ya se sabe lo que supone esto, probablemente más de uno se me eche encima poniéndome a tono por criticar algunos aspectos de esta película de cine negro, de los inicios del genial director, anteriormente había rodado en este estilo "El beso del asesino" (Killer’s kiss, 1955), pero lo que está claro es que este género no lo volvió a tocar ya nunca más a lo largo de su carrera, no excesivamente fructífera en títulos, pero si en variedad.

La forma de contar la historia no es la típica que podríamos encontrar en otros ejemplos de cine negro, donde bastante interés no provoca la acción en si, para que intentemos experimentar con la forma de narrarlo, Kubrick no debe de opinar de este modo y de una línea argumental general va narrando la forma de atravesarla de cada uno de los personajes que intervienen en el perfecto atraco que ha sido minuciosamente planeado por Johnny Clay (Sterling Hayden) y cuya historia de todas, se nos reserva hasta el final.

Precisamente esta fórmula es la que no me gusta, ya que continuamente estamos sometidos a un vaivén temporal que lo único que hace es que haya ciertas escenas que se repitan exactamente iguales llegando hasta la saciedad, por otro lado ante esta relato multilineal se hace necesaria la voz del narrador, para que nos acompañe en las idas y venidas en las que nos vamos a ir sumiendo, insisto que la historia de por si, ya tenía su interés y esto en mi opinión la hace que baje en intensidad.

Como curiosidad destacar la buena planificación del golpe, en la que todos los que están metidos tienen un motivo más o menos válido para necesitar el dinero, bien porque les acucian las deudas como es el caso del corrupto policía Randy (Ted de Corsia), el pobre infeliz de George (Elisha Cook Jr.) que piensa que por fin será considerado alguien por su egoísta y malvada novia Sherry (Marie Windsor) que le ningunea continuamente, con este sistema no todo es malo, permite diseccionar a cada personaje, no nos falta ningún detalle de la vida de estos.

La forma técnica que tiene el film es bastante curioso, entre los diversos aspectos habría que destacar, los fabulosos travellings que nos llevan de una habitación a otra de los interiores, trasladándonos de un ambiente a otro de una manera totalmente sosegada sin brusquedades, incluso sumiéndonos en distintas iluminaciones y texturas, todas ellas propias del buen cine negro repleto de agónicas luces de lámparas, nebuladas por el consistente humo de los cigarrillos.

TRONCHA

lunes, 28 de enero de 2008

"Pret a porter" de Robert Altman

Hay directores que al darse cuenta que una fórmula determinada en uno de sus trabajos les acaba dando resultado, pretenden repetirla en los venideros, algo que a veces les hace fracasar, en mi opinión es exactamente lo que le ocurre a Robert Altman con este trabajo de tan baja calidad y mermado interés, intentando repetir el arquetipo de "Vidas cruzadas" (Short cuts, 1993) que había realizado un año antes y que goza de una calidad bastante mayor que este.

Como pueden imaginarse por el anterior párrafo es una película coral, en la que vemos varias líneas de la historia, que se supone o esperábamos que todas acabaron confluyendo en una sola, pero que al menos para mi sorpresa no es así, más bien las distintas líneas narrativas que sigue el guión en muchos de los casos no sabemos de conde vienen y lo peor de todo, desconocemos donde van a parar, así de inconsistente se hace la trama del film, saltando de un acontecido a otro, como abejas de flor en flor.

La sensación general es que ha pretendido ridiculizar al mundo de la moda con una película ridícula, colando una cámara como si dijéramos en el backstage de la vida de los que la componen, además a contado con algunos de sus protagonistas reales, hablamos de modelos, diseñadores, joyeros, fotógrafos, etc me sorprende que se hayan ofrecido a participar en esta pantomima, nadie se salva del amplio muestrario de estrellas que intenta mostrarnos el director, ni siquiera dos grandes como la Loren y Mastroianni.

El fiasco de Altman interesa poco, no nos hace ni reír, ni sentir, ni llorar, nada de nada sinceramente nos deja fríos, como muchas de las fatales interpretaciones de los actores, ninguna historia hace que mostremos el más mínimo interés, a veces da la sensación de que estamos ante una especie de documental cursi, que no sabemos que pretende mostrarnos, aquí queda la advertencia, si luego alguno de ustedes se atreve y acaba arrepintiéndose no digan que yo no les advertí.

TRONCHA

viernes, 25 de enero de 2008

"El día de la ira" de Tonino Valerii

El que me diga que los western de pequeños no le gustaban, miente, incluyendo cualquiera de sus variedades, una vez que uno se hace más mayor puede que se haga más selectivo y pasen a otro plano, pero sin duda siempre le guardamos un recuerdo especial a muchas de ellas, claro que si esto lo lee alguien que no es de mi generación, dirá que estoy hablando, el caso es que es un género que todo el mundo conoce y ha probado.

La vida es dura en el Oeste nadie lo puede negar, nada es barato y mucho menos regalado, cualquier despiste te puede incluso costar la vida, aunque en el ambiente que nos introduce Valerii la época de los grandes del colt 45 está en declive, algo de lo que se disfruta en el aparentemente apacible pueblo de Clifton, donde vive, por decirlo de alguna manera, nuestro protagonista Scott (Giuliano Gemma), simplemente el hecho de no tener padre conocido y ser bastardo llega a condicionarle de tal manera, que todo el pueblo se cree con derecho a tratarle con desprecio, hasta que aparece en su vida el forastero de turno, Talby (Lee Van Cleef).

Por supuesto que la llegada del veterano Talby va a suponer el detonante del cambio radical en el joven dando un giro total a su personalidad, tapando muchas de las bocas que antes no aparecen de acosarle, ejemplo claro de la situación es el diálogo que mantienen el médico del pueblo y el propio Talby, cuando el primero le comenta que ahora Scott parece un lobo rabioso a lo que el pistolero le responde que lobo ya era y rabioso le habían vuelto sus convecinos. Dándonos a entender que ellos son los realmente culpables de haber creado al monstruo que se ha vuelto contra ellos o al menos haberle despertado de su letargo.

El director pretende que nos planteemos donde está realmente la justicia, si en la propia ley o en las armas, en principio podríamos pensar que lo correcto sería la ley, pero vemos poco a poco como los de la peor calaña se refugian en ella, sirviéndoles de parapeto para poder salir impunes en sus delitos, indistintamente del bando en el que se encuentren, al final acabamos dándonos cuenta que la justicia real es la del propio hombre, la interna la que le hace mantener una conciencia limpia y vivir a gusto consigo misma.

Impresionante la fisicidad de Lee van Cleef y su interpretación que acaba eclipsando a todos los de su alrededor incluso al propio Gemma, tampoco tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano, para conseguirlo, al final nada ni nadie logra convencernos que Scott es el verdadero protagonista, todo el personaje ha sido relegado a un segundo plano, llevándole a un final que realmente poco interesa y que no agrada a nadie, algo parecido a lo que ocurre con la música elegida para las escenas, aun así librando estos defectos el resultado global es bastante satisfactorio.


El decálogo de Talby (supuestamente del buen pistolero):

1. No supliques a nadie
2. No confíes en nadie
3. Nunca te pongas entre una pistola y su blanco.
4. Los puñetazos son como los tiros, si te dan el primero estás listo.
5. Cuando dispares contra otro mátalo, o sino, antes o después lo hará te matará a ti.
6. La bala justa en el momento justo.
7. Antes de desatar a un hombre desármale
8. No des más balas a aun hombre de las que necesita.
9. El que no acepta un desafío ya lo ha perdido.
10. Cuando un hombre empieza a matar ya no puede detenerse.

TRONCHA

miércoles, 23 de enero de 2008

"Cassandra's dream" de Woody Allen

Hay directores que su vida fílmica transcurre siempre por los mismos derroteros, es el caso del señor Allen, siempre obsesionado por los mismos temas, dándole igual el contexto donde los sitúa, porque mi opinión sincera es que los ambientes que nos muestra en sus películas son una mera excusa, para volver a desarrollar una y otra vez sus martilleantes ideas, las que le han perseguido y que el se ha ocupado de alimentar desde el principio de su trayectoria.

Todo esto le hace para mi, un director poco interesante, insisto que esta es una opinión personal que muchos no comparten por supuesto, siempre he tenido a sensación de estar viendo la misma película con distintos actores, es algo similar a lo que nos pasa con algunos grupos de música, nada de esto tiene que ver con que sus trabajos técnicamente son muy correctos y cuida bastante los detalles en general, incluso si me apuran las localizaciones en particular.

Cassandra’s Dream es una película animosa, con cierta chispa, una trama bastante ágil, incluso con cierto tono joven de lo que son bastante culpables sus dos protagonistas, pero que llega a un punto empieza a resquebrajarse y acaba desmoronándose entre los dedos, para darnos cuenta al final del todo que nos ha quedado poco de lo que teníamos al principio, por decirlo con otras palabras, acaba desinflándose.

Ian (Ewan McGregor) y Terry (Colin Farrell) son dos hermanos que han vivido totalmente unidos hasta una edad relativamente tardía, cuando su existencia ronda la treintena de años parecen hacer balance de la misma y llegan a la conclusión de considerarse unos fracasados, pero lo peor de todo no es eso, el hecho principal es que si quieren cumplir sus expectativas deberán llegar a extremos que jamás hubieran pensado, tanto en el ámbito profesional como el personal.

Parece ser que el director nos intenta situar en un contexto lo más próximo a la realidad posible, intentando una especie de autocrítica del ser humano y de lo correcto que uno debe ser consigo mismo importando poco lo que uno se lleve por delante, el entorno es hipócrita, algo que me es muy molesto en el cine de este señor, nos sitúa la acción en un par de treinteañeros, sus dos parejas son dos chicas bastante atractivas, inclusa una de ellas es actriz e interpretada su papel casi desnuda, todos tienen cierta inclinación a la promiscuidad, demostrándolo a través de varias escenas de cama y resulta que don Woody Allen no es capaz de mostrar ni un solo pecho o un culo de perfil, por favor, que estamos en el siglo XXI, dejémonos de mojigaterias y seamos coherentes.

Aviso a navegantes: Esto me ocurrió a mi, no se si a alguien más, cuando uno de los protagonistas habla en la versión original y dice la frase “…very safe…”, no se puede hacer un subtítulo en el que diga “…super seguro…", ya teníamos bastante con que nos doblen las películas como les da la gana, por favor un poco de rigor en el subtitulado.

TRONCHA

lunes, 21 de enero de 2008

"Los ladrones somos gente honrada" de Pedro L. Ramirez

Si a lo largo de la vida uno va analizando distintas situaciones y coincidencias puede llegar a curiosas conclusiones, al menos para el sujeto en si, el caso es que cuando me dispuse delante de esta película, nada más aparecer los títulos de crédito, me trajo recuerdos de mi infancia, esta hecha en los estudios CEA, y dichos estudios estaban muy cerca de la casa donde pasé mis primeros años, más o menos (para los que viven en Madrid), en lo que era la confluencia entre la N-II y Arturo Soria, nos vamos haciendo mayores.

La entrada en escena es rotunda, lo primero que podemos apreciar después de unas cuantas panorámicas de la ciudad de Madrid que poco a poco nos van conduciendo a uno de los lugares más pintorescos y emblemáticos como son el rastro, acto seguido y de forma inmediata vamos a estar ante los dos grandes protagonistas del largometraje, el gran José Isbert haciendo el papel del tío del gabán y José Luis Ozores interpretando a Castelar, ambos son dos raterillos de poca monta que las pasan moradas para seguir adelante en la vida.

Curiosamente la destreza de los “gachós” no es que sea digna de elogio, no dan una a derechas y acaban inmersos en situaciones que sin comerlo ni beberlo les llevan a perder dinero en lugar de ganarlo, tienen un gran problema que entra en conflicto con su “profesión” y es que tienen escrúpulos y corazón, ambas cualidades parecen realmente contagiosas ya que sus compañeros de oficio el pelirrojo (Antonio Garisa) y Daniel “el melancólico” (Carlos Miguel Solá) acaban asimilándolas, lo que acaba dando al traste con su plan maestro y reconduciendo sus vidas por derroteros más provechosos.

Por tanto el título no puede venir más al caso y servir de manera más aleccionadora para las masas, intentando demostrar que cualquiera por mi mala que sea su situación puede salir del hoyo, algo así como el sueño americano, que aparece velado en los diálogos de los protagonistas al mencionar las “hazañas” de Al Capone o comparar a la rica heredera con la gran espía Mata Hari, esto sirve para darnos cuenta de que nadie es perfecto y todo el mundo tiene su pasado, pero si las intenciones futuras son buenas todo se perdona.

El ritmo de la película es trepidante, dándose situaciones de enredo de forma casi continua, hay que reconocer que es una comedia de enredo bastante enredada, quizás uno de sus problemas adolezca en que el numero de secundarios a la caza del mismo objetivo, sea excesivo, y por esto el conjunto final se resienta un poco, aunque sus pilares principales sean las interpretaciones de sus dos magnífico principales, sobre todo la de Isbert, incluso llegamos a vislumbrar cierta intriga y suspense a la hora del desenlace final.

Son años de censura, donde los señores de la tijera veían cosas que probablemente estaban en sus mentes y no en las películas, los directores no eran tontos e intentaban mostrar una realidad de alguna manera velada, pero que satisficiera a quien correspondía, era complicado expresar algunos conceptos, pero al final nos regalaban estos trabajos que una vez más afirmo y no me canso rebosan muchísima dignidad.

TRONCHA

viernes, 18 de enero de 2008

"El caso de Thomas Crown" de Norman Jewison

El que diga que el cine no tiene influencia en la vida del ser humano miente, al igual que ocurre con el caso de la televisión, siempre me han hecho gracia esas series y determinadas películas, pero sobre todo series, en las que nos enseñan a nosotros los pobres, lo mal que lo pasan los “pobres” ricos, como si de alguna manera pretendieran acercarlos más a nosotros, para que intentemos comprenderlos, para que nos demos cuenta que el dinero no hace la felicidad, por supuesto que no la hace, pero debe ayudar un huevo el tenerlo para poder alcanzarla. Por favor seamos serios y dejémonos de engaños.

Un caso similar es el que nos cuenta Jewison en su película, Thomas Crown (Steve McQueen) es uno de esos pobres ricos a los que me refería antes, aburrido de su anodina vida, harto de sus muchos millones en el banco y de sus múltiples amantes, lo ha conseguido todo y esto hace que intente probar nuevas emociones, las legales están todas muy sobadas, prefiere buscar nuevos retos del otro lado de la ley, llegando a instrumentar un delito como si fuera un auténtico profesional, el problema (si es que llega a serlo en algún momento), es que se cruza ante él una bella detective de seguros, Vicki (Faye Dunaway), encargada de atraparle y descubrir el entramado dispuesto para cometer el robo.

Desde el inicio parece captar nuestra atención por lo bien orquestado que está el robo y la meticulosidad con la que se realiza, orquestado desde las misma oficina del cerebro de la banda, quizás mucho menos acertadas sean los continuos bloques o ventanas en las que continuamente se está dividiendo la imagen, aparte de no aportar nada a la película sino mas bien lo contrario restándole claridad, pero la historia se acaba desinflando poco a poco hasta desvanecerse en una historia de amor con escenas de cierto erotismo que todos sabemos en que va a desembocar.

Insistiendo en esto la obra está plagada de auténticos dislates en cuanto a la composición de las imágenes, utilizando las ya mencionadas ventanas o trabajando con técnicas de enfoque simulando una especie de fundido, viendo una imagen borrosa para que posteriormente y según avanza gane en nitidez has que alcanza el momento justo, para mi este es uno de los grandes fallos de este trabajo.

Por otro lado los personajes tampoco gozan de mucha fuerza, parecen desdibujados no tenemos una idea clara de lo que realmente quieren y hasta llega el punto que ni siquiera nos interesa porque nuestra atención se ha desviado de ellos, incluso había veces que mi sensación era que estaba asistiendo a un desfile de modelos de la protagonista, quien sabe si la narración hubiera girado en torno al juego que parecen aceptar ambos, en torno a esa especie de combate cara a cara, todos lo hubiéramos agradecido más, yo estoy seguro que así hubiera sido.

TRONCHA

miércoles, 16 de enero de 2008

"Kumamoto monogatari" de Takashi Miike

Particularmente les puedo decir que no me canso de ver trabajos de Miike y oportunidades no faltan ante tan magna obra, en este casi nos encontramos ante una de sus múltiples facetas, su posición ante sus ancestros y tradiciones cuando nos narra alguna leyenda o cuento clásico de su país natal, no suele hacerlo mal, ya que su cine como ya he aseverado en algunas ocasiones anteriores goza de esa mezcla de tradición y presente que el sabe combinar de una forma tan particular.

La estructura del film es bastante curiosa, por supuesto que su base parte del llamado jidaigeki, algo obvio después de lo narrado en el párrafo anterior, el film se compone de tres partes que a su vez narran tres leyendas distintas en las que el denominador común es que los personajes desarrollan la acción en la zona de Kumamoto, y serían las siguientes.

Fantasía de Tsuiketsu: El sueño legendario de Tonkarorin
La canción de los defensores
Una mujer en la rebelión de los clanes


Una de las primeras conclusiones que sacamos es el extremado carácter belicoso de la nación nipona la cual fraguo su futuro a través de luchas internas incluso en ocasiones no tan internas, como trata el segundo de los “capítulos”, sorprende también que hasta el tercero la lucha no se hace a base de las clásicas katanas, esto no se si está muy de acuerdo con el rigor histórico pero tal cual cuento queda reflejado.

El gran problema es que lo que estamos viendo tiene muy poco valor cinematográfico, sobre todo en las dos primeras partes ya que no hay localizaciones exteriores y continuamente nos estamos nutriendo de decorados, incluso efectos de ordenador y hechos con muy mala calidad, el realizador intenta mostrarnos que lo realmente importante es la historia, pero el flojo desarrollo que hace de la misma queda reflejado directamente en su falta de fuerza, buscando de forma equívoca sustentarse en un narrador que tampoco nos aporta nada nuevo y con fundamento, la sensación en ambos casos es que estamos en una representación de kabuki, pero no del selecto, ni escogido, sino más bien del de segunda fila.

La tercera parte la he separado de las dos anteriores porque goza de una mayor corrección, nos ponemos frente al Japón histórico más conocido, al momento que separa el Japón medieval del de la era moderna, técnicamente se dejan atrás las imágenes por ordenador algo de muy agradecer y vemos una historia con una factura más creíble, con mayor desarrollo y más sencilla de digerir, aunque tampoco nos aporte en exceso. Como colofón simplemente indicar que Miike es muchísimo más que esto, simplemente este ejemplo debería servirnos de referencia para trabajos de mayor calado que el que nos atañe ahora.

TRONCHA

lunes, 14 de enero de 2008

"Bucking Broadway" de John Ford

Lo primero que sentí al descubrir esta joya fue sorpresa, desconocía que el gran Ford hubiera hecho películas mudas y ante mis ojos descubrí que así era, como pueden comprobar me queda todavía muchísimo que aprender de este increíble mundo, el caso es que para algunos expertos tampoco fue tan sencillo descubrir que el autor de la misma fue el anteriormente mencionado realizador norteamericano y es que como todo en esta vida tiene su explicación, y como diría Don Pablo (José Isbert) Como ”lectores” míos que sois os debo una explicación y como tal os la voy a dar… (Bienvenido Mister Marshall, 1953).

En 1970 un coleccionista deposita en los archivos franceses de películas un western llamado “Un drama en el Oeste” compuesto de cuatro bobinas tintadas sobre soporte de nitrato. Esta película no pudo ser identificada hasta treinta años más tarde como “Bucking Broadway” (1917) después que la viera Harry Carrey, actor fetiche de John Ford…

Que estupendas historias nos podrían contar las latas metálicas donde se guardan los rollos de películas si pudieran hablar, cuantos viajes de aquí para allá, y en este caso si que hablo con conocimiento de causa, que curiosas las leyendas que rodean a ciertas producciones, no me digan que no han oído una de las más famosas, la incertidumbre que existe en torno a “London After Midnight” (1927) de Tod Browning e interpretada por el camaleónico Lon Chaney, en ciertos mentideros se asegura que alguien tiene el metraje que le falta a la obra, en fin el caso es que debido a la casualidad podemos disfrutar de este incunable.

Nos situamos frente a una obra de juventud de Ford, en los comienzos de la prolífica y extensísima carrera de este cineasta, una persona capaz de estar más de 60 años detrás de la cámara dedicado prácticamente a un solo género como es el del western con algunas excepciones muy válidas también, desde este momento ya vemos que realmente quiere mostrarnos la vida, las sensaciones y sentimientos de los habitantes del viejo Oeste.

La narración se desarrolla en el rancho que regenta Ben Clayton (L.M. Wells), Wyoming no regala nada hay que trabajar en todos los aspectos para salir adelante en la vida, es algo que “Cheyenne” (Harry Carrey) tiene muy claro, por ello no le va a ser fácil conseguir el amor de la hija del jefe, Helen (Molly Malone), en su relación se va a interponer el remilgado Thornton (Vester Pegg), cada uno de los personajes le sirven al director para explicar una serie de valores y sentimientos, la honradez, la juventud, el amor en dos de sus vertientes, la valentía, etc.

La longitud del film es muy reducida recordemos de nuevo que estamos ante cine mudo, incluso hay un exceso de intertítulos, sobre todo en algunas de las conversaciones que sinceramente no vienen muy a cuento, aun así destaco la escena cómica cuando Cheyenne va a comprarse un traje y sobre todo cuando la acción se traslada a las calles de la ciudad de New York, increíble la escena de los amigos del “paleto” de Wyoming acudiendo a su lado para dar lo que corresponde a los amigos del “remilgado”.

TRONCHA

viernes, 11 de enero de 2008

"La zona" de Rodrigo Plá

No es que el cine de denuncia sea uno de mis preferidos, más bien diría lo contrario porque me parece a mi que cada uno acabamos contando la historia como nos apetecería que fuera todo y no a lo mejor como realmente acontecen las cosas, supongo que ser neutral es algo prácticamente imposible para el ser humano o es la sensación que me da a mi, no obstante hay que reconocer que el primer largometraje del director mexicano no deja impasible a nadie y lo mejor de todo es que desde aquí deseamos que siga en esa línea para futuros trabajos.

En las primeras imágenes Plá ya nos está poniendo en situación, nos está dando una perspectiva clara y absoluta de donde tenemos que ubicarnos para comprender de forma correcta la narración, esto es una zona residencial dentro de la capital de México, que vive aislada del resto del mundo mediante un elevado muro y unas fuertes medidas de seguridad, para preservar a sus residentes de la violencia del exterior.

Inmediatamente nos damos cuenta que clase de mundo pasa ante nuestros ojos, los integrantes de la zona, han creado su propia forma de autogobierno ellos mismos mediante una junta más o menos democrática toman las decisiones para seguir vivos dentro de su paradisíaco reducto, pero un día ocurre un imprevisto que obliga a tomar medidas con carácter de urgencia o sino la exclusividad de su situación podría venirse abajo.

Lo que menos le interesa al director es mostrar el mundo exterior, por supuesto que le sirve de piedra de toque para poder contarnos lo que pasa dentro del muro, porque precisamente es ahí donde está el problema, aquí es donde reside la denuncia del film, en mostrarnos a esa jauría humana capa de cualquier cosa, amparando sus hipócritas decisiones en la seguridad general y utilizando como lema principal el ojo por ojo y diente por diente. Pero acabamos dándonos cuenta que nosotros mismos no somos muy distintos, también en nuestro mundo hay muros que dividen pueblos de distinta religión, incluso en el siglo pasado los había simplemente por tener una condición política distinta y por último no conocen ustedes urbanizaciones con formas de vida muy similares a las de estos personajes, incluso alguno me está leyendo ahora mismo.

El trabajo en definitiva merece bastante la pena, por no decir de forma rotunda que es una buena película, tan solo dos pecadillos que comete el realizador, el primero de todos el abuso de la cámara al hombro, no lo soporto, y la excesiva literalidad a veces en la narración, redundando en contarnos aspectos que ya hemos visto o intuido, pero como contrapunto a todo esto está el final abierto que queda, en el que cuando estamos ya del todo indignados empezamos a platearnos lo que hemos visto, pensando que hay que cambiar para que la humanidad no vaya en ese sentido.

TRONCHA

miércoles, 9 de enero de 2008

"La puerta del infierno" de Teinosuke Kinugasa

La necesidad de narrar hechos históricos en el cine ha sido una constante durante toda la historia del mismo y el cine japonés no iba a ser muy distinto en este aspecto al resto, lo que ocurre es que cada uno suele hablar mejor de lo suyo que de los del vecino, por ello e aquí una obra que se sitúa en un período bastante convulso de los nipones, en concreto el siglo XII, en la que la tensión entre clanes por el poder acababa en confrontación en muchas ocasiones.

Rápidamente nos damos cuenta que la ubicación temporal de la película es una excusa para Kinugasa, lo que menos le interesa es el período histórico, la narración se basa en las experiencias de las personas y sobre todo en los sentimientos en particular del protagonista, expresado de otra manera es un gendaigeki (cine de sentimientos y moderno) dentro de un jidaijeki (cine histórico), si que hay que decir que en honor a la verdad el film es extremadamente colorista debido al sistema con el que se filmó (Eastman color), lo que añade cierta peculiaridad a la impecable factura de la obra mostrando dicho intervalo pretérito con un esplendor realmente excepcional.

Moritoh (Kazuo Hasegawa) recibe el favor del emperador, intentado recompensarle por los servicios prestados ante una de las recientes revueltas, el samurai le pide el honor de que el máximo mandatario sea su padrino en el enlace que pretende con Lady Kesa (Machiko Kyô), lo que desconoce este es que ella ya está casada con otro samurai de mayor rango que él, Wataru (Isao Yamagata), a partir de aquí la historia muestra el obsesivo y enfermizo amor de Moritoh por la dama y que al final acaba llevándole a plantearse todo, incluso a dejar de lado el código del bushido, olvidando los preceptos inquebrantables de un samurai y sucumbiendo a sus emociones.

Lo que mayor curiosidad me produce del film es que no estamos ante una obra típica con batallas y duelos a espada (chambara), estos aspectos que por supuesto que también están presentes ocupan un segundo plano, en el principal irrumpen los sentimientos en una expresión bastante desaforada, incluso haciéndonos pensar en un dramático y sangriento final, pero al contrario de lo que pudiéramos imaginar, este es menos traumático en el aspecto físico no así en el mental, algo muy propio de la estupenda cultura japonesa.

En momentos determinados parece que estemos ante una obra de teatro Kabuki, ya que la acción real se desarrolla en las distintas estancias de otras tantas casas, los protagonistas se adaptan como si de una obra teatral se tratara, incluso la música del koto ayuda a sumirnos en una atmósfera como esta, esto hace de Jigokumon (su título original) una película especial, de las que primero visitan el mundo occidental a través de sus festivales de cine, después vendrán otros directores de mayor calado, sin que esto sirva para restar importancia al ejemplo que hasta ahora nos ha ocupado.

Comentario en Asiateca.net de Jigokumon (La Puerta del Infierno)

TRONCHA

lunes, 7 de enero de 2008

"Promesas del este" de David Cronenberg

El cine se puede clasificar en bastantes géneros y dentro de estos podríamos dividirlo en subgéneros y así sucesivamente, pero como ya he expresado en alguna ocasión que no soy amigo de clasificaciones ni cosas parecidas, antes de aventurarme a ir al cine, porque costando lo que cuesta y viendo el panorama que hay, no me negaran que no es una aventura; intento ante todo como decía antes orientar y al menos saber de la temática de la película, desde aquí confieso que el tema de la mafia tiene mi completa devoción con lo que esta era una firme candidata.

Y debo reconocer desde un principio que no me decepcionó, me parece una buena película, por supuesto con diversos matices que podían haber estado mejor, siempre desde mi modesta opinión, pero en conjunto la verdad es que el trabajo funciona y por ello se obtiene un buen resultado, el defecto más gordo a mi parecer lo supone el final, me explico, el final se nos viene encima ocurre como de repente, pero eso si la escena final es la que me parece totalmente reveladora, incluso desafiante para el propio espectador.

Cronemberg nos muestra una organización mafiosa sin concesiones, estos si que son unos tíos duros, por mucho que el propio Nikolai (Viggo Mortensen) se empeñe en decir que es conductor, se acaba encargando de cualquier trabajo profesional que se le encomiende, aunque según avance la historia nos tendrá preparada alguna sorpresa, también cabe destacar el personaje de Semyon (Armin Mueller-Stahl) cerebro de la banda “Vor z Konen” punta del iceberg de toda la grandiosa organización, hombre sin escrúpulos que no dudara en utilizar cualquier medio para conseguir cualquier fin.

El film muestra de una manera bastante correcta lo que es el entramado de una organización tan compleja y para ello se ayuda del diario de una muerta, que al fin y al cabo va a servir de hilo conductor de la historia, incluso de las historias paralelas de algunos de los personajes, pero que irremediablemente van a dar todas al mismo sitio, centralizándolas en la figura del personaje Nikolai, al cual con mirarle el cuerpo podremos averiguar la historia de su vida, ya que un ruso sin tatuajes es un ruso sin pasado.

El lugar escogido para las localizaciones me parece genial, da ese ambiente lúgubre y oscuro que merecen este tipo de películas que están muy próximas al cine negro, además los personajes están muy bien trazados, las cosas parecen lo que son, no tenemos porque estar dentro de ambientes pulcros y cuidados, la realidad a veces no es así como pretenden mostrarnos otras realizaciones y sobre todas las cosas destacar la escena que se desarrolla en los baños públicos, para mi eso es la realidad cinematográfica sin manipulaciones, las cosas tienen que ser como son, sin aditivos ni colorantes.

TRONCHA

viernes, 4 de enero de 2008

"Casi famosos" de Cameron Crowe

Para no perder el ritmo debo crearme una autodisciplina como es escribir al día siguiente sobre la película vista el día anterior, sin ella sería imposible que estuviera escribiendo sobre películas y publicando varias veces en semana, sino tomara esta medida probablemente la maldita pereza acabara atenazándome y me sería imposible liberarme trayendo consigo la consiguiente apatía y dejadez, que porqué les cuento esto porque hoy tocaba, así saben lo que opino cuando veo una película y poco a poco van conociendo de mi mismo.

Pues el caso es que estas últimas ocasiones parece aciagas, no logro ver nada que me acabe llenando plenamente, cuando esto ocurre me refugio en los clásicos o por decirlo de otra manera me tiro a los antiguos (como dice mi hijo) que hicieron sus filmes en blanco y negro, para darme cuenta de que este tremendísimo arte en si lo es y reivindicarme a mi mismo porque estoy totalmente prendado de él.

La historia de los Stillwater (supuesto grupo musical de rock que intenta) aparte de tener una gran carga autobiográfica del propio Crowe no me parece creíble, no se donde he leído que cuando escribimos de nuestro pasado acabamos seleccionando nuestros recuerdos y quedándonos con lo que más nos gusta o quizás lo que menos daño nos ha hecho, esta es la visión que encontramos en el film, un mundo de todas, todas, mojigato y en falsete que lo siento por el realizador pero no me creo.

Quizás influyan en nuestras creencias los propias ideas que nosotros nos hayamos ido forjando y por este motivo las mías choquen de forma frontal con las del realizador, porque no me creo la historia y no logro comprender como todo es tan guay, un menor de edad como William (Patrick Fugit) por muy superdotado que esté intelectualmente hablando abandone de repente su hogar para hacer la gira americana de los Stillwater y no solo eso que su madre (Frances McDormand) lo consienta, porque aunque intenten hacernos creer que no, así es.

Y no quedándonos a gusto con esto resulta que la banda y en concreto Russell (Billy Crudup) el cabecilla y guitarra de la misma acaba aceptándole casi como su protector o protegido, dependiendo de los casos ya que dependiendo de las situaciones no queda excesivamente claro, pretenden vendernos un mundo en el que el protagonista no encaja, pero llegamos a la conclusión que todos los personajes están en él por mero accidente, nadie pretende vivir el papel que le toca, intentándose engañar así mismos para de alguna manera hacer su existencia más llevadera y como claro ejemplo de ello está Penny Lane (Kate Hudson).

Pues con todo esto no les puedo explicar porque acabé enganchándome en ciertos momentos a la narración y mostrando cierto interés, supongo que la mayoría de las veces cuando estoy ante un producto fallido el motivo que me impulsa a seguir viéndolo es el puro morbo de observar como va a acabar saliendo el director del atolladero donde se ha metido.

TRONCHA

miércoles, 2 de enero de 2008

"Wiedzmin" de Marek Brodzki

Resulta complicado darle el primer puesto a algo, porque esto significa que lo que justo queda por debajo es peor, aunque solo lo sea en lo más mínimo, pues a esta película de momento y de las vistas hasta ahora le voy a conceder el gran privilegio de ser la peor de todas las vistas hasta este momento, un film de corte fantástico que se supone de aventuras, pero que no tiene emoción ninguna y que no logra transmitirnos ninguno espíritu de aventura.

Basada en la novela homónima de Andrzej Sapkowski, que no he leído pero que seguro que supone un interés mucho mayor que la obra cinematográfica sin duda alguna, El brujo que viene a ser la traducción del título original en polaco, es una especie de superhombre que ha sido seleccionado desde el momento de su infancia y apartado de su hogar, con el fin de cumplir la función que el destino le ha encomendado, son seres especiales cuyo cometido es librar al mundo de bestias que no dejan vivir al resto de los mortales, sacrificados y sin sentimientos, al menos esa es una de sus tarjetas de visita, aunque la película nos revele justo lo contrario.

Opino que lo peor de cuando estamos ante una historia es que no nos la creamos, si encima de abordar un género como la fantasía heroica que nos debe transportar a mundos no conocidos llenos de seres y situaciones inigualables, seguimos sin creérnoslo, todo se viene abajo y el convencimiento final es que lo que tenemos entre manos es peor aun de lo que parece, sirva de ejemplo que en varios de los diálogos de la película hablan de elfos, enanos y gnomos, pero no vemos que aparezcan por ningún sitio.

Los personajes se limitan a ponerse delante del objetivo incluido el protagonista Geralt de Rivia (Michal Zebrowski), podría citar numerosos personajes más pero de verdad que no merece la pena todos entran y salen de encuadre como si tal cosa como si fueran paseando por el bosque sin crear esa esperada atmósfera de entelequia característica de este tipo de filmes, el tal brujo, con su melena blanca viaja de un lado a otro dándonos la sensación de que nunca avanza y ni siquiera se mueve del sitio, acusando de esta manera la total falta de ritmo de la obra, y encima durante los interminables minutos de su metraje.

En ningún caso tenemos la sensación que nuestro héroe tengo unos poderes que rocen lo inhumano y que siquiera tengo una fuerza extraordinaria que le haga distinto al resto, es más a veces resulta un poco patosillo, ya que se le observa cierta propensión a lesionarse en sus patéticos combates ya sea con humanos o seres bestiales, como basiliscos, griffos, etc. Eso si los dragones que ni se los mienten, esos son bichos divinos y hay que respetarlos y merecen todo nuestro respeto, aunque saqueen el ganado o maten aldeanos, que es eso copmparado con la majestuosidad de su estampa, advertidos quedan los dragones son los dragones y no se hable más o tendrán que verselas con el mismo Geralt de Rivia.

TRONCHA