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miércoles, 16 de enero de 2008

"Kumamoto monogatari" de Takashi Miike

Particularmente les puedo decir que no me canso de ver trabajos de Miike y oportunidades no faltan ante tan magna obra, en este casi nos encontramos ante una de sus múltiples facetas, su posición ante sus ancestros y tradiciones cuando nos narra alguna leyenda o cuento clásico de su país natal, no suele hacerlo mal, ya que su cine como ya he aseverado en algunas ocasiones anteriores goza de esa mezcla de tradición y presente que el sabe combinar de una forma tan particular.

La estructura del film es bastante curiosa, por supuesto que su base parte del llamado jidaigeki, algo obvio después de lo narrado en el párrafo anterior, el film se compone de tres partes que a su vez narran tres leyendas distintas en las que el denominador común es que los personajes desarrollan la acción en la zona de Kumamoto, y serían las siguientes.

Fantasía de Tsuiketsu: El sueño legendario de Tonkarorin
La canción de los defensores
Una mujer en la rebelión de los clanes


Una de las primeras conclusiones que sacamos es el extremado carácter belicoso de la nación nipona la cual fraguo su futuro a través de luchas internas incluso en ocasiones no tan internas, como trata el segundo de los “capítulos”, sorprende también que hasta el tercero la lucha no se hace a base de las clásicas katanas, esto no se si está muy de acuerdo con el rigor histórico pero tal cual cuento queda reflejado.

El gran problema es que lo que estamos viendo tiene muy poco valor cinematográfico, sobre todo en las dos primeras partes ya que no hay localizaciones exteriores y continuamente nos estamos nutriendo de decorados, incluso efectos de ordenador y hechos con muy mala calidad, el realizador intenta mostrarnos que lo realmente importante es la historia, pero el flojo desarrollo que hace de la misma queda reflejado directamente en su falta de fuerza, buscando de forma equívoca sustentarse en un narrador que tampoco nos aporta nada nuevo y con fundamento, la sensación en ambos casos es que estamos en una representación de kabuki, pero no del selecto, ni escogido, sino más bien del de segunda fila.

La tercera parte la he separado de las dos anteriores porque goza de una mayor corrección, nos ponemos frente al Japón histórico más conocido, al momento que separa el Japón medieval del de la era moderna, técnicamente se dejan atrás las imágenes por ordenador algo de muy agradecer y vemos una historia con una factura más creíble, con mayor desarrollo y más sencilla de digerir, aunque tampoco nos aporte en exceso. Como colofón simplemente indicar que Miike es muchísimo más que esto, simplemente este ejemplo debería servirnos de referencia para trabajos de mayor calado que el que nos atañe ahora.

TRONCHA

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