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miércoles, 9 de enero de 2008

"La puerta del infierno" de Teinosuke Kinugasa

La necesidad de narrar hechos históricos en el cine ha sido una constante durante toda la historia del mismo y el cine japonés no iba a ser muy distinto en este aspecto al resto, lo que ocurre es que cada uno suele hablar mejor de lo suyo que de los del vecino, por ello e aquí una obra que se sitúa en un período bastante convulso de los nipones, en concreto el siglo XII, en la que la tensión entre clanes por el poder acababa en confrontación en muchas ocasiones.

Rápidamente nos damos cuenta que la ubicación temporal de la película es una excusa para Kinugasa, lo que menos le interesa es el período histórico, la narración se basa en las experiencias de las personas y sobre todo en los sentimientos en particular del protagonista, expresado de otra manera es un gendaigeki (cine de sentimientos y moderno) dentro de un jidaijeki (cine histórico), si que hay que decir que en honor a la verdad el film es extremadamente colorista debido al sistema con el que se filmó (Eastman color), lo que añade cierta peculiaridad a la impecable factura de la obra mostrando dicho intervalo pretérito con un esplendor realmente excepcional.

Moritoh (Kazuo Hasegawa) recibe el favor del emperador, intentado recompensarle por los servicios prestados ante una de las recientes revueltas, el samurai le pide el honor de que el máximo mandatario sea su padrino en el enlace que pretende con Lady Kesa (Machiko Kyô), lo que desconoce este es que ella ya está casada con otro samurai de mayor rango que él, Wataru (Isao Yamagata), a partir de aquí la historia muestra el obsesivo y enfermizo amor de Moritoh por la dama y que al final acaba llevándole a plantearse todo, incluso a dejar de lado el código del bushido, olvidando los preceptos inquebrantables de un samurai y sucumbiendo a sus emociones.

Lo que mayor curiosidad me produce del film es que no estamos ante una obra típica con batallas y duelos a espada (chambara), estos aspectos que por supuesto que también están presentes ocupan un segundo plano, en el principal irrumpen los sentimientos en una expresión bastante desaforada, incluso haciéndonos pensar en un dramático y sangriento final, pero al contrario de lo que pudiéramos imaginar, este es menos traumático en el aspecto físico no así en el mental, algo muy propio de la estupenda cultura japonesa.

En momentos determinados parece que estemos ante una obra de teatro Kabuki, ya que la acción real se desarrolla en las distintas estancias de otras tantas casas, los protagonistas se adaptan como si de una obra teatral se tratara, incluso la música del koto ayuda a sumirnos en una atmósfera como esta, esto hace de Jigokumon (su título original) una película especial, de las que primero visitan el mundo occidental a través de sus festivales de cine, después vendrán otros directores de mayor calado, sin que esto sirva para restar importancia al ejemplo que hasta ahora nos ha ocupado.

Comentario en Asiateca.net de Jigokumon (La Puerta del Infierno)

TRONCHA

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