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viernes, 27 de febrero de 2009

"El proceso Paradine" de Alfred Hitchcock

La verdad es que ponerse ante una película del maestro del suspense es apostar por un valor seguro, las habrá más o menos divertidas con, menor o mayor calidad pero casi me atrevo a asegurar que todas son entretenidas y buenas, como no podía ocurrir de otra manera El proceso Paradine (1947) no podía ser menos, actualmente algunas de estas obras maestras se ven amenazadas por la fiebre de remakes que invade el cine vigente, seguro que saben de sobra a que me refiero.

El uso de la cámara es increíble, hay un derroche impresionante de picados y contrapicados, planos angulares, incluso cenitales, pero todo ello sin distorsionar las formas, sin hacer daño a la vista, con mesura, moviéndola lo justo y necesario sin grandes vaivenes que en otras ocasiones acaban sacándonos de la historia y dejando el protagonista a la máquina cuando realmente quien lo deberían tener son los que se ponen frente a ella como bien ejecuta aquí Hitchcock.

Esta vez vamos a acabar situándonos en el pellejo del abogado Anthony Kane (Gregory Peck) un ilustre de su profesión a quien nadie todavía ha tenido la osadía de derrotar en un juicio, pero lo que no sabe es que hay veces que el enemigo no está dentro de los de tu condición sino donde menos te lo esperas, el primer tempo de la película gira ante la preparación del juicio por parte del jurista o por decirlo de otra manera la preparación de lo que a posteiori seremos testigos.

Mrs Paradine (Alida Valli), acusada de homicidio, es una bellísima mujer y así me consta que le pareció al realizador ya que con ella lo que pretende en todo momento es que acabemos embaucados ante su físico como lo acaba haciendo el letrado protagonista, el personaje traspasa la pantalla e incluso los corazones para apoderarse de ellos, inclusive teniendo relativa certeza de que no es oro todo lo que reluce.

La narración me parece excelsa, vemos como la historia va avanzando poco a poco como cada uno de los personajes va ocupando el lugar que le corresponde, cual es su peso en cada situación y como este va cambiando a medida que todo se desarrolla, inclinando la balanza de uno u otro lado, esta es la maestría del maestro, conseguir tenernos en vilo desde el primer momento hasta el último, incluso hasta hacernos dudar de lo que realmente es evidente, para llegar a un magistral final que deje a todos satisfechos.

Los juegos de luces compaginados con el bestial uso de la cámara le confieren al film una textura única en la que aun destacan mucho más los sentimientos y situaciones de los personajes y sobre todos ellos el de la señora Paradine, que aunque ocupa una especie de segundo falso plano, hace que toda la historia gire en torno a ella, dando pie al autor para mostrarnos una lección de cómo es la vida y como nos acaba tratando por muy altos que estemos en nuestra torre de oro, haciéndonos ver que para nada somos intocables o inaccesibles.

De todo el largometraje se podrían destacar muchos momentos sublimes, desde el típico en el que aparece el orondo director en uno de sus habituales flashes, costumbre que alabo y en la que me he aplicado en otros de sus films para averiguar en que momento aparece, hasta la escena en la que Gregory Peck acude al dormitorio de Mrs Paradine para investigar según sus propias palabras, en el hay un egregio retrato de ella ocupando el cabecero de su tálamo, el cual le persigue independientemente del lugar donde él se ubique de dicha dependencia, incluso era mirada furtiva a la ropa interior de la condenada.

Por supuesto que el instante cumbre de la película es el juicio, sin quererlo nos hemos convertido en un miembro más del jurado, en el que los diálogos van a cobrar un total protagonismo, en el que el director consigue reunir a todos los personajes importantes que han pasado por el film, desnudándoles ante la ley, como si esta estuviera por encima de ellos sin dejar impune a nadie, aunque la que realmente va a dictar sentencia es la ley de la vida y no la de los hombres, en este aspecto concreto destaca el disfrute del juez Jorfield (Charles Laughton) cuando una vez que ha cumplido su deber de impartir justicia parece que se regodea en ello casi de una forma obscura, incluso malévola diría yo.



TRONCHA


miércoles, 25 de febrero de 2009

"Simbad, el marino" de Richard Wallace

Una de las pretensiones que tengo con mi hijo es la de inculcarle mis sentimientos con el cine, pero poco a poco sin exagerar que ya se sabe que cuando a alguien le obligan las cosas luego no salen como se pretende, el caso es que me dispuse a verla con él y desde el primer momento uno de los absurdos pensamientos que me vino a la mente fue si Douglas Fairbanks Jr. (Simbad) venía del cine mudo, después investigando por ahí vi que estaba equivocado.

Y es que mis desvelos se debían a la forma de comportarse delante de la cámara, sus amaneradas formas de moverse (fíjense si tienen la oportunidad de ver la posición en la que pone las manos), me parecían mas propias de un saltimbanqui o de un bailarín de ballet clásico, pero en ningún momento el de un corsario que ha surcado los mares y se ha enfrentado a cientos y cientos de situaciones complicadas y enfrentarse incluso a monstruos legendarios.

El plantel de actores la verdad es que en un principio parecía halagüeño, un jovencísimo Anthony Quinn en el papel del emir, que deambula por la película sin pena ni gloria, simplemente luciendo vestuario, algo similar a lo que hace una acartonada Maureen O'Hara (Shireen), que está muy lejos de otros papeles de mucha mayor enjundia que el futuro la depararía y en la que en detrimento de su belleza se consagraría de una forma más abnegada a una mejor interpretación.

El caso es que el film no puede ser bueno porque la base de toda la historia la tienen los diálogos, interminables diálogos que llevan y traen la historia de aquí para allá, intentado crear una intriga que lo que más consiguen es liar al espectador en cuanto a por donde van las cosas, hay un abuso total de los decorados, si me apuran diría que no hay un solo exterior y claro estamos ante un largometraje de aventuras y acción y si esta no se produce es difícil que nos acabe llegando y menos con las “ridículas” persecuciones a las que se ve sometido el protagonista.

A estas alturas decir que el tiempo le ha aplicado un severo castigo al film es algo que ya habrán intuido, desconozco si tuvo éxito en su día y recuperó lo invertido, el caso es que en nuestros días casi seguro que no vería la luz, puede que en el momento de su alumbramiento el espectador disfrutara con mundos fantásticos y las correrías del insigne marino, la imaginación del ser humano es increíble y quien sabe.



TRONCHA

lunes, 23 de febrero de 2009

"El castillo ambulante" de Hayao Miyazaki

Una de las principales exigencias del cine es que tienes que creerte la historia que estas viendo para que al final te llegue adentro y acabe gustándote, sentirse en los papeles de los personajes es sumamente importante para conseguir el fin deseado, sin embargo cuando veo a Miyazaki me ocurre justamente todo lo contrario a lo que he descrito no me creo su historia porque casi siempre es totalmente fantástica y tampoco me identifico con sus personajes, pero me encanta todo lo que veo, me parece increíble que tenga una imaginación que funcione de esa manera.

Una de las aseveraciones más oídas es que la imaginación es libre por supuesto que lo suscribo, por ello cada espectador puede escoger al personaje que le apetezca para su deleite o por el contrario todos a la vez, en este trabajo ninguno es lo que parece todos tienen un enfoque distinto al que a primera vista parece, Miyazaki echa la culpa de esto a la magia, pero yo pienso que no es algo tan extraño, nosotros mismos damos una cara ante el resto y cuando estamos solos con nosotros mismos somos muy diferentes

Todo este compendio de seres acaban refugiados en el castillo de Howl, que a modo de metáfora sirve de fortaleza y de abrigo ante el execrable mundo exterior lleno de guerras, diferencias y conflictos, todo envuelto de oropel en el que reina la hipocresía, en el que todo parece perfecto y correctamente ensamblado pero que no tiene en cuenta los verdaderos valores de amistad y amor que unen a nuestros queridos personajes, valores que al mismo tiempo les unen y les hacen fuerte frente al odioso mundo exterior.

En esta especie de simbiosis compuesta de varios miembros todos sacan lo mejor del otro, son abnegados y se entregan ante los problemas del prójimo, claro está que esta situación sirve al director para hacer una feroz crítica del mundo que nos rodea y del que parece que no nos damos cuenta, toda ella rodeada de sus magníficos y góticos dibujos, a caballo entre una estética que roza lo victoriano y una sensación de futurismo acorde con ella, impresionantes los artilugios voladores que aparecen de principio a fin del film.

Desde aquí le recomiendo a cualquiera que se adentre en los mundos que forja Miyazaki, la fuerza que da a las leyendas casi convirtiéndolas en hechos reales, que nadie se equivoque y piense que por utilizar el formato de la animación, las obras de este maestro carecen de fundamento, ya que su profundidad es increíble, nos situamos ante auténticas obras de arte, tanto estéticamente como en el resto de aspectos, estoy seguro que no se arrepentirán, el único problema es que al intentar contar a sus amistades lo que han visto sean incapaces, aconsejándoles, como yo, que lo mejor es que se deleiten con sus propios ojos.


TRONCHA


viernes, 20 de febrero de 2009

"El delator" de John Ford

Algunas veces la gente de mi alrededor se sorprende cuando hablamos de una película y confieso que no la he visto, la expresión de sus caras lo dice todo y más si son grandes clásicos o lo que también se viene a llamar un “indispensable”, algo que no hay que perderse, pues les aseguro que prefiero verlas ahora y tener las menores referencias de ellas posibles, algo complicado en muchas ocasiones, y digo esto porque pienso que si las hubiera visto de joven, muchas no las hubiera disfrutado igual que lo que lo hago ahora.

Desconocía por completo que esta película estaba basado en el dilatado conflicto entre Inglaterra e Irlanda, en concreto como bien significa la película en el 1922, el caso es que dicha lucha ha sido llevada una y otra vez al cine, además si me permiten la observación, de una manera que roza la épica y con ciertos tintes de romanticismo patrio, sea quien sea el director, casi siempre sale ganando la causa de los devotos de San Patricio.

Ford da la sensación que lo que pretende es contar una historia, la de un abigarrado y mastodóntico hombre Gypo Nolan (Victor McLaglen) que lejos de ser inteligente, todo lo acaba arreglando con sus puños y por tanto con la fuerza, es como si al final del final pretendiera darnos cierta moraleja, haciéndonos ver que tanto a un bando como al otro la violencia no les ha servido de nada que mejor camino es el del perdón y sobre todo el de la comprensión o pretensión de entendimiento de la situación del prójimo.

Ya les digo que el film se me antoja mucho más crítico con la situación que lo que a priori pueda parecer, no olviden que estamos ante el maestro Ford y todo esto nos lo sirve rodeado de un neblinoso ambiente, recreando unos bajos fondos dublineses en los que se entremezclan la pobreza y el deseo de un futuro mejor y todo ello reflejado en las carnes de unos estupendos secundarios que hacen que el brillo del protagonista aun refulja mucho más.

Efectivamente estamos ante un indispensable como ya dije con antelación, lo que pasa es que hay veces que en directores tan grandes como Ford o Wilder, es complicado poder decir algo malo, sus películas son ejemplos de buen cine uno tras otro, las historias son lo que cambian pero las estructuras generales suelen ser muy similares, yo pienso que MacLaghlen a veces sobreactúa, algunos pensareis que esta opinión es pedante pero no me quito esa sensación de la cabeza.

Otra de los aspectos en los que incide la historia es en las figuras de las sufridas madre irlandesas las que desde lo más debajo de su condición y después de los grandes esfuerzos realizados para alcanzar lo poco que han alcanzado, encima el destino les exige aun más teniéndose que ver privadas de sus seres más queridos y todo en aras de los ideales de la revolución, de ahí que también se plantee la disyuntiva entre que es primero el individuo o los ideales que están por encima de él, al final todo es relativo y por tanto cada situación distinta y en el fondo todos somos humanos.


TRONCHA

miércoles, 18 de febrero de 2009

"El hotel del alpinista muerto" de Grigory Kromanov

Que vueltas que a veces da la vida, quien iba a decirme a mi que iba a estar viendo una película Estonia de ciencia ficción, aunque si lo pensamos fríamente y observamos este globalizado mundo que nos rodea podemos reflexionar que cualquier cosa que es posible, gracias a Internet todo es un poco de todos y las distancias se acortan, el caso es que como las cosas raras me dan más morbo aun, pues que me puse con ella, a ver que conseguía sacar en claro.

De lo primero que uno se da cuenta porque obviamente salta a la vista (nunca mejor dicho) es que la calidad del film es bastante floja, vale aceptamos que en aquella época en la que se realizó, hacia el 1979, seguro que Estonia estaba cerrada al mundo exterior y los recursos y la financiación de la misma serían muy complicadas, pero lo que si se debería haber cuidado es un mejor uso de la cámara no llegando a enfoques deficientes que saquen a los actores fuera del encuadre.

A través de ciertas imágenes rodadas de los reflejos que producen los espejos y otras de personajes a través de un cristal, nos intentan transmitir que lo que estamos viendo no es lo que parece, el problema es que está tan mal transmitido que no podemos creer lo que la historia dice porque nuestros ojos la hacen inverosímil, dicha historia es una adaptación de la novela de los hermanos Strugatsky, que sin haberla leído segura que es mucho mejor en cuanto a la creación de ambientes y atmósferas, algo que en la película no llega bajo ningún concepto.

La primera parte del film el espectador está totalmente descontrolado, le han situado en un inhóspito lugar que recuerda mucho al ambiente de la película “El resplandor” (1980) pero tan solo en eso no se ilusionen en que en mucho más, por supuesto, ante tal desmán de lenguaje cinematográfico se tiene que imponer el verbal, con lo que asistimos a una soberbia escena en plan Agatha Christie o Hercules Poirot, cuando al final del film reunían a sus sospechosos y desvelaban al culpable, en nuestro caso no sabemos si comenzar a reír de lo que hemos oído o quedarnos con la boca abierta.

El caso es que el final es de los más arduo, donde no les aconsejo que se pierdan el intento de fuga y la resolución de la misma, ante la falta de medios mencionada en anteriores párrafos el remedio empleado es a veces peor que la enfermedad, eso si curiosa la conclusión final del protagonista el inspector Glebsky (Uldis Pucitis), en definitiva se me antoja una mala adaptación de una obra literaria que quizás en otras manos, otro lugar u otro momento hubiera dado mejor fruto, quien sabe, estamos en la era de los remakes.

TRONCHA

lunes, 16 de febrero de 2009

"Infierno 36" de Don Siegel

Esto del cine negro da para mucho, tela marinera la cantidad de películas que hay dentro de este género, hay una serie de características que definen perfectamente este conjunto de películas y que de algún modo las hacen excepcionales en su generalidad, luego por supuesto cada una de las nacionalidades que las han parido han puesto su particular impronta a la hora de hacerlas, me atrevería a decir que siendo los americanos los mayores productores de este tipo de cine, prácticamente ningún país se libra de tener su particular periplo de filmes correspondientes a este grupo.

Como ocurre en botica aquí también tenemos de todo, grandes e inolvidables obras y algunas otras que no siendo tanta su altura, tienen el mérito de contener determinadas características que al menos las hacen peculiares y que al menos hacen que el tiempo invertido en ellas sea aprovechable, esta descripción podría ser perfectamente válida para la película de la que vamos a hablar, realmente es una digna serie B, que tiene detalles que la hacen distinta a otras.

El planteamiento de partida, desde que aparece el habitual narrador, típico de este tipo de cine, es el normal, se ha cometido un crimen y la policía debe dar con los malhechores, hasta aquí por supuesto que no hay nada del otro mundo, lo que más impacta, al menos a servidor de ustedes, es que a raíz de otro delito que ocurre un año después se intente desvelar a los culpables del primero y todo por un billete de 50 dólares.

De este hecho se debe analizar la importancia que tiene situar al film dentro del ámbito y la época en la que se produce y en definitiva acaba viendo la luz, nuestros aguerridos detectives Cal (Steve Cochran) y Farnham (Howard Duff), acompañados de su colaboradora Lilli (Ida Lupino) rastrean ese famoso billete, dando marcha atrás desde el momento que aparece en circulación, hacer esto ahora a mi se me antoja algo inverosímil, quien sabe, pero el caso es que toda la base de la historia gira en torno este peculiar hecho.

Hasta más o menos la mitad del film la acción es muy lenta, tan solo asistimos a las continuas pesquisas de los dos policías y la relación de uno de ellos con la implicada y al mismo tiempo colaboradora doña, no es que estemos ante un claro ejemplo de intensidad narrativa ya que todo el largometraje es pequeño, así lo calificaría yo, es pequeño en sus conclusiones, pequeño en cuanto a su ambientación y decorados, incluso pequeño en cuanto a su metraje, pero insito en que esto no va en detrimento de su relativa calidad.

La segunda y última mitad es mucho más satisfactoria, es donde realmente surgen los conflictos, levantando una barrera ante ambos protagonistas y enfrentándolos, creando el típico dilema entre la honradez y tomar el camino fácil en la vida, todo el film se desarrolla prácticamente en interiores, algo no muy inusual en el noir pero que aquí se convierte en algo insistente, el giro final es más o menos esperado ya que la historia despide cierta ingenuidad en algún momento de la misma y por supuesto la época no dejaba que nadie saliera beneficiado de algo que no estaba bien, y por supuesto así nos lo acaba recordando el narrador en su alegato final a modo de moraleja.


TRONCHA

viernes, 13 de febrero de 2009

"Donnie Brasco" de Mike Newell

Como amante del cine negro, de gangsters, policiaco o como de tantas y tantas otras maneras lo ha querido llamar, me apuntaron este trabajo como algo que tenía que ver, obediente que es uno y si es en el caso del cine mucho más, pues nos metimos de lleno en su visualización, este trabajo de Mike Newell toca varios temas, el principal que está por encima del resto de tramas es el de la mafia y claro esto ya era motivo suficiente para verla.

A veces uno se pregunta porque es tan acérrimo a cierto tipo de historias de temática parecida, es curioso, pero esto quizás sea labor del psicólogo y no nuestra, el caso es que es una película bastante correcta, incluso se puede tachar de serie B, aunque en eso no estoy demasiado de acuerdo, por ponerle alguna pega y sacar algún defecto adolece un poco de ritmo, un poco de intensidad le hubiera dado un excelente compás con el que hubiéramos disfrutado de lo lindo, aun así la cosa funciona y acaba interesándonos.

No llega a ser la típica historia de mafiosos, aquí aunque esté basado en hechos reales lo que menos importa es la organización en sí, el clan de los Bonano, lo realmente importante para el director y así nos lo transmite al espectador son las personas, los que están dentro de esa estructura “familiar”, lo que sienten y padecen, como son utilizados y recompensados por ello, inclusive los que no están dentro pero que en cierta manera les afecta.

Por lo comentado en el párrafo anterior se convierte en un film de personajes y para que esto funcione se necesitan actores creíbles y de fundamentos, por encima de todos está Benjamin 'Lefty' Ruggiero (Al Pacino), el más carismático de todos, la historia le acaba llevando al campo de los personajes del cine polar de Melville, le humaniza, hace que llegue al espectador, nos identificamos con sus preocupaciones y desvelos, sufrimos cuando sufre y no ve reconocida una labor de dedicación de muchos años al bienestar y mantenimiento de la “familia”, bajo mi punto de vista uno de los mejores trabajos de tantos y tantos que tiene este actor.

Sorprendente Johnny Depp en el papel del protagonista Donnie brasco, lo que indica que este chaval aparte de hacer bastante el payaso con Tim Burton y algún otro más, es capaz de sacar de sí otras cosas, eché de menos en su papel un momento de ira en el que se le cruzaran los cables, pero debo ser honesto y alabar su trabajo bien hecho, me apasiona el personaje de Sonny “negro” (Michael Madsen), este si que está en su salsa, se ve que los papeles de tipo duro y violento le van como anillo al dedo, con lo que el segundo plano en cuanto a actuación está perfectamente cubierto.

Viendo el film vemos que este incurre en varios de los estereotipos de este tipo de cine, como puede ser el conflicto y los problemas familiares de un policía infiltrado en una organización del crimen que no cuenta nada en casa por seguridad a los suyos, pero que esto le supone un problema en su entorno afectivo, temas como este son los que la historia no ahonda y acaba tratando con superficialidad, por ello la historia adolece de consistencia, pero aun así dedíquense a observar a los personajes, sus situaciones, su entornos y las relaciones entre ellos, de verdad que merece mucho la pena hacerlo, porque quedarán plenamente satisfechos.


TRONCHA

miércoles, 11 de febrero de 2009

"Sleepy Hollow" de Tim Burton

Este párrafo que voy a escribir estoy seguro que ya lo he escrito en alguna ocasión anterior , no con las mismas palabras pero si con la misma idea principal, el hecho de que hay parejas director-actor en el mundo del cine que parecen inseparables y que aunque ambos se empeñen en continuar sin quebrantar su supuesta simbiosis esto no quiere decir que funcionen tan bien como desearían, echando la mirada a atrás las hay de gran empaque, no voy a citar ejemplos, de las actuales de algunas no estoy seguro de su efectividad, la de Burton y Depp es una de las habituales, a mi esta sociedad no me gusta pero aun así les presagio un futuro halagüeño.

La película en sí tiene buenos mimbres, el guión está basado en uno de los cuentos de corte más gótico de Washington Irving por supuesto que si alguien es capaz de plasmarlo en la pantalla ese es Burton, nadie como él sabe dar esa textura a sus películas de una forma tan excelsa, cualquiera que haya visto aunque sea tan solo un par de ejemplos de este director sería capaz de adivinar a través de unos pocos fotogramas su sello personal en cualquier otra película.

Siempre que veo uno de sus trabajos aparte de la ya comentada exclusividad estética que les imprime, presumo que su personalidad es un poco infantil, gamberra e incluso patosa y lo que intenta es que Depp sea su extensión artística, estoy convencido que el director si tuviera que actuar lo haría exactamente igual que lo hace el actor, y la verdad es que a veces resulta bastante cargante, hay ocasiones en que la patochada de alguna escena no cuadra para romper el ritmo tenso de la historia, además en repetidas ocasiones recurre a la misma, resultando cargante.

Dándole quizás más vueltas a la mollera de las que tienen que dársele a esta producción se puede vislumbrar un cierto homenaje a la Hammer, de hecho muchas de las ambientaciones de las películas de este director tienen clara influencia y ver aunque sea un momentito a Christopher Lee en la pantalla nos induce a pensarlo, la cinta se impregna de cierto misticismo que debo decir que me engañó, ya que al principio pensé que la historia en sí era menos fantástica de lo que resulta ser en definitiva.

La acción es interesante tiene un buen ritmo transcurre con el tempo adecuado llegando las escenas álgidas en el momento que corresponde, en general la película me parece correcta, si a esto le añadimos que estamos ante un espectáculo visual, nos sale un resultado bastante bueno, en el que acabamos divirtiéndonos y disfrutando de la leyenda, tampoco la pretensión del film es mayor, no ahonda en grandes temas, no se adentra en grandes disquisiciones es algo para disfrutar al verlo y quedar a gusto, lo malo es cuando te confías y recibes alguna patada en el estómago por culpa de alguna mueca de clown del inspector de policía Ichabod Crane (Johnny Depp).


TRONCHA


lunes, 9 de febrero de 2009

"El hombre que mató a Liberty Valance" de John Ford

Cuando éramos pequeños o al menos hablo de mi propia pequeñez nos podíamos hartar de ver "pelis" de indios y vaqueros, la cantidad de ejemplos de aquel tipo de películas era increíble, como ya digo en aquellos años el western en general y sus distintos sucedáneos en particular se convirtieron en un fenómeno de masas en cuanto a la infancia se refiere, esto ocurría allende finales de la década de los setenta más o menos y principios de la de los ochenta, incluso muchos de nuestros juguetes y muñecos estaban basados en el salvaje y lejano Oeste.

Como no podía ser de otra manera dentro de tanta cantidad de trabajos, tenía que haber de todo y por supuesto mucho malo, pero el caso que nos importa en este momento es precisamente al contrario, supone una de las grandes obras del western, incluso me atrevo a decir que no es el típico que cualquiera podría esperar, no es tan liviano en cuanto a su trama como lo son los ejemplos del “espaguetti” sin ir más lejos, su carga de profundidad y consistencia narrativas son de gran importancia.

Aquí John Ford no nos llena la pantalla de vaqueros a lomos de un caballo, pegando tiros a diestro y siniestro, estamos ante algo distinto a lo acostumbrado, aquí lo que realmente importa son los personajes, perfilados y definidos con total perfección para que cada uno de ellos ocupe el lugar que le corresponde en la vigorosa historia de la que vamos a ser testigos, dándole una fuerza inusual y por supuesto redundando en crear un trabajo totalmente aceptable y de gran interés para el espectador.

La historia llega a cobrar tintes épicos, contada en un constante flash back, llega a alcanzar la categoría de leyenda, forjando la figura de un individuo como héroe nacional; como ya sabemos los Estados Unidos están deseosos de historia, no tienen, son un país joven y por ello es normal que este tipo de hechos tengan más relevancia que puedan tener en una cultura europea, con este sentimiento patrio juega el director mostrándonos las bases de cómo se forja y empieza a crecer una nación.

Formalismos aparte el guión principalmente se sustenta en tres puntos cada uno de ellos ocupado por los tres principales protagonistas, por un lado Tom Doniphon (John Wayne) es el exponente del viejo y rudo Oeste, con todos sus principios y valores, conserva lo mejor de estos indómitos parajes, un hombre justo y noble, usa la violencia tan solo cuando es estrictamente necesario, al otro lado el senador Ransom Stoddard (James Stewart) el contrapunto de Tom, hombre de leyes, viene del Este, abstemio, rechaza la violencia y cree sobre todo en la democracia y en medio de ellos Hallie (Vera Miles), una mujer entre esos dos mundos que se debate entre su amor a uno u otro.

La realización está plagada de secundarios excepcionales, Peabody (Edmond O'Brien), redactor del periódico local y defensor de la libertad de prensa no sin reparos, el propio Liberty Valance (Lee Marvin) salvaje, tosco y sin escrúpulos, nada le arredra, de gatillo fácil y violento por naturaleza, también está el fiel Pompey (Woody Strode) cubriendo las espaldas de Tom, exponente de honradez y servilismo, el comisario Appleyard (Andy Devine) un cobarde agente de la ley más preocupado en llenar el buche que en garantizar el orden y la convivencia de sus parroquianos.

La lista es aún más grande porque la película en si es un total alarde interpretaciones, historias particulares que van a confluir todas al mismo sitio y que pululan alrededor de las de los principales, rodeados todos ellos de un entorno minimalista, el film está rodado prácticamente entre decorados con muy pocos exteriores, pero es que sencillamente no le hace falta más; tema aparte es el exquisito trato del humor del que hace gala todo este trabajo, en el que en varias ocasiones logra arrancarnos la carcajada para así liberarnos un poco del constante suspense que el largometraje conlleva.

Por definirla en pocos términos estamos ante una película de contrastes, que intenta dar una explicación, por supuesto con sumo respeto, a lo que el hombre consigue dando un paso más en lo que se viene a llamar la civilización, planteándonos incluso las típicas premisas de si cualquier tiempo pasado fue mejor o si lo realmente correcto es tirar hacia delante sin mirar atrás y todo esto envuelto en una especie de misterio que nos imaginamos pero que no se nos desvela hasta la parte final del film y consiguiendo con esto tintarlo incluso de cierto tono de cine negro.


TRONCHA


viernes, 6 de febrero de 2009

"El sabor de la venganza" de Joaquín Luis Romero Marchent

Quizás porque lo viví en carnes propias, siempre me ha resultado curioso el fenómeno del western en nuestro país, recuerdo que cuando era pequeño encontraba en los cajones de los armarios de mi abuelo novelitas cortas de Marcial Lafuente Estefanía; quien no las ha visto y quien no conoce el famoso sistema de intercambio de las mismas, entre unos y otros para que llegaran al máximo de público, a veces perdían la noción de cuales habían leído, por lo que en la esquina superior derecha de la primera página cada uno le hacía su señal a modo de muesca (la de mi abuelo era un pajarito).

Este éxito de novelas semejantes pulp de publicación semanal, pienso que contribuyeron de una forma bastante clara al auge de las películas del genero western en España, se creó una importante “industria” en torno a todo esto, Almería era un sitio idóneo donde se podían rodar exteriores a mucho menor coste que si se tenía que desplazar a todo el equipo a Estados Unidos, se creó un mundillo de extras, especialistas, atrezzo, secundarios, etc que vivían de todo este tinglao.

Todo este maremagnun implicaba que hubiera mucho de todo y sobre todo malo, la demanda era grande, se hacían muchas producciones nacionales, como es el caso, incluso más allá de nuestras fronteras, la verdad es que todo el mundo ganaba dinero y los estudios también por eso repetían claro está, eran historias sobre tipos duros que habían tenido que esforzarse para sacar adelante sus vidas, gente como es nuestro caso que se habían cruzado con desalmados y que clamaban venganza hasta el fin de sus días.

No pretendo vapulear el film, aunque algunos a posteriori se me quejen, ni vapulear el género ni mucho menos, ya que podemos encontrar grandes ejemplos, pero si que me voy a referir a errores y fallos que están patentes a simple vista en el film, sin ir más lejos, las localizaciones no son de lo más correcto, incluso parecen escasas y repetitivas, por supuesto las actuaciones no le van a la zaga, como indicaba con anterioridad había mucha mediocridad interpretativa ante tanta demanda de trabajo.

La historia gira en torno a la venganza de los Walker, tras la muerte de su padre, basada en el odio que ha fomentado su madre durante su vida, la única obsesión es recuperar el honor perdido desde el asesinato, claro que cada uno de los tres lo intentará a su manera, lo que intenta transmitir una especie de conflicto de intereses entre los hermanos bastante falto de interés para el espectador.

Destaca de entre todo el papel de Pedro (Fernando Sancho), pero lo curioso es que su interpretación es buena, algo a lo que nos ha acostumbrado ya que es todo un clásico en este tipo de papeles, pero el caso es que el personaje no tiene peso, le falta ritmo, aunque el largometraje no tiene ninguno, incluso la música es errónea en múltiples ocasiones, las escenas de lucha son deplorables, no consiguen que nos creamos ninguna, en definitiva es un ejemplo de una industria que cayó rendida a los brazos de la cantidad dejando de lado los de la calidad.

Para amantes de los gazapos, fíjense en el antiguo ayudante del sheriff cuando intenta conquistar a la hija del mandamás del pueblo, está fumando un cigarro con filtro.


TRONCHA

miércoles, 4 de febrero de 2009

"Death proof" de Quentin Tarantino

Pues después de la de Robert Rodriguez, como correspondía a la situación, tocaba ver la de Tarantino, como la anterior no me dejó del todo satisfecho, pensé que el plato fuerte era este, porque eso si que pasaba en las sesiones continua (aquí se llamaban así) de mi barrio, la supuestamente mejor se dejaba para el segundo lugar, lo que hacía que salieras de la sala con mejor sabor de boca.

Lo que pasa es que una cosa es lo que uno cree y otra muy distinta es la realidad que vive, porque al final de todo esto quedé con la sensación de que alguien se había burlado en cierta manera de mí, si nos damos cuenta del director está claro que no sería de extrañar, hemos visto otros ejemplos anteriores que dan mucho más de si que este, porque vale que quieras homenajear a este tipo de cine, pero por favor un poco más de carnaza al asunto no le hubiera venido nada mal.

Otra de las sensaciones con las que me quedé es si Tarantino había hecho alguna promesa concreta a alguna mujer o a todas en general, les explico porque digo esto, la película destila feminidad por los cuatro costados, se ocupa de una forma profunda para mostrarnos cuales son los diálogos de las doñas cuando los dones no estamos delante, y de verdad que yo no me creo que tengan tan poca consistencia y tanta superficialidad, me da a mi que las mujeres son bastante más inteligentes de los que las pinta el director en este film.

El film tiene muy poco, un par de escenas de coche, persecución incluida que son el escaso aliño que recibe tan soso “asado”, puede que haya personas que les parezca muy interesantes los diálogos que dan base a todo el film, pero a mi me resultan de lo más repetitivos, yendo una y otra vez a la sexualidad de ellas y propinando insultos y palabrotas de forma continua, en serio que no me creo nada de estos soporíferos diálogos por mucho que algunos se empeñen en defenderlos.

El largometraje ha tenido para todos los gustos, desde los que la han defendido sobre todas las cosas, diciendo que se trataba de una nueva obra de arte, hasta los que la han tirado por los suelos, hombre los extremos la verdad que me gustan poco, intento llegar al término medio que es donde dicen que habita la virtud, pero me parece que en este caso me quedo con lo floja que es, pensando para mis adentros que Quentin tenía pensadas un par de escenas, no se crean que muchas más y pensó que porque no hacer una película entorno a ellas, haber que pasaba y lo que pasa es, nada.

Ir a "Planet Terror" de Robert Rodríguez

TRONCHA

lunes, 2 de febrero de 2009

"Planet terror" de Robert Rodríguez

Cada uno tenemos derecho a elegir a nuestros amigos, estaría bueno que nos los impusieran, por supuesto cuando hago referencia al concepto de amigo, lo hago en la mayor extensión que esta pueda tener, claro que Tarantino entre uno de ellos ha elegido al director de esta película para al menos financiársela, algo que seguro que si no es por esta amistad no creo que hubiera conseguido, pero en fin, allá penas, ellos sabrán lo que hacen.

Cuando me enteré de que se había creado este proyecto “Grindhouse”, me prometí a mi mismo que algún día lo vería como había sido concebido o sea como si de una sesión doble de cine se tratara, como aquellas que yo frecuentaba hacina finales de los 70 y principios de los 80, en los cines de mi barrio, por muy módico precio pasabas una tarde entera en la sala de cine, sin pasar frío y viendo algún producto de no muy calidad pero que hacía pasar el rato.

Desde aquí debo decir que el homenaje que estos directores han pretendido hacer a este tipo de cine está totalmente conseguido, incluidos preámbulos propios de la sala de cine, de los que destaco el anuncio de la película “Machete”, es de lo mejor, lo reconozco no podía parar de reírme, me parece un trailer genial, pero eso sí espero que se quede en trailer que no crezca y se convierta en un largometraje, lo poco agrada y lo mucho cansa, como bien dice el refrán.

Planet terror en su afán de homenajear al cine de bajo presupuesto y semejante calidad cumple con creces, porque consigue ambas premisas, incluso hay ocasiones en las que uno no puede evitar reírse de la cutrez que tiene delante de sus narices, si que es verdad que había gente que hacía películas de ese tipo, pero es que hay veces que es mejor dejar tranquilo el pasado y no removerlo por si desprende cierto tufillo.

El trabajo queda lejos de ser interesante, quedándose en algo curioso, no es fallido del todo ya que puede resultar instructivo para futuras generaciones, que se den cuenta de lo que eran aquellos fatídicos años ochenta y estilillo que todo destilaba, lo que son los referentes que marcaron nuestra juventud y que es con lo que los padres nos iniciamos en este apasionante mundo del cine.


TRONCHA