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lunes, 29 de marzo de 2010

"Crónica negra" de Jean Pierre Melville

A estas alturas me resulta un poco raro comentar mi devoción por Melville, de todos los que habitualmente pasan por este blog es sabido que es uno de nuestros buques insignia sin ir más lejos la cabecera de este rincón de internet es de una de sus películas ("Hasta el último aliento" (1966)). Si alguien me preguntara el porque de esta inclinación no sabría responder algo concreto, seguro que se me ocurrirían una serie de aspectos, el tratamiento particular de los personajes probablemente fuera uno de los esenciales, la rotundidad que imprime a los mismos y como les da forma para que acabemos entendiendo todos sus actos.

Quizás si en este caso se hubiera respetado el título original ("Un flic") desde el primer momento nos hubiéramos dado cuenta por donde iban los tiros, pero como en nuestro particular país somos así, le dimos otro que realmente no dice nada y menos se corresponde con lo que vemos. El director lo que pretende sobre todas las cosas es destacar la figura del comisario Coleman (Alain Delon), a través de peculiar sobriedad, de su particular estilo, pretende mostrarnos como actúa este personaje de rostro impenetrable y casi imperturbable, de cómo su mente maquina para imponer la ley a quien intenta quedarse fuera de ella.

Al contrario que en ejemplos anteriores, en este último trabajo el maestro del cine negro francés apunta de manera bien distinta a planteamientos pretéritos. En este trabajo pretende dimanar una imagen de modernidad y de juventud del lado de la ley, de hecho, el propio Coleman aunque bastante avezado en su trabajo es una persona joven, trabaja en un edificio de nueva construcción. La comisaría donde se haya su despacho es totalmente nueva, incluso el vehículo que utiliza en sus desplazamientos parece ciertamente novedoso, porque o decirlo también la forma de vestir no tiene nada que ver con el de algunos de sus compañeros más veteranos. Por definirlo en una frase estamos ante el nuevo hombre del siglo XXI, moderno, inteligente, consciente del lugar que ocupa en la sociedad que le ha tocado vivir.

En contraposición a todo esto tenemos a nuestro grupo de atracadores, vestidos a la vieja usanza, no han conseguido dejar la trasnochada gabardina en el armario. Sus sienes están plateadas debido a las canas y es que la edad no perdona, no han conseguido adaptarse a los nuevos tiempos. Incluso los coches que utilizan en sus correrías son de gama alta pero todos unos clásicos. Aun así no crean que son una banda de cualquieras, ellos urden su plan de una forma milimétrica como a Melville le gusta, teniendo en cuenta los lugares idóneos donde la fechoría se hace más favorable, y como siempre hizo durante su carrera, tranquilos, vamos a ser testigos de todos los detalles que se produzcan durante el robo, incluso rodados casi en tiempo real.

Melville siempre fue un detallista de estos aspectos, le encantó hacer verosímiles estas situaciones, para que el espectador no se sintiera engañado, nos llegaba a mostrar incluso las especiales herramientas fabricadas para acceder a los lugares requeridos. Aprovecho para indicar la poca calidad de las imágenes de la escena del helicóptero y del tren, se delatan por si mismas y considero que podía haber hecho un mayor esfuerzo a la hora de su realización, no dando la sensación de mediocridad que en todo momento siento cuando las veo, no puedo evitar dar este “toque” al maestro.

No solo es digna de mención la forma de actuar de los delincuentes en general en el cine de Melville y en particular en este trabajo, todos sus investigadores, comisarios, policías, etc, los que a la postre resolverán el caso tienen una agudeza increíble, no exentos de una profusa inteligencia por supuesto. Coleman ya hemos dicho que es un tipo duro, capaz de hacernos saltar de la butaca cada vez que suelta la mano y esta se estrella en el rostro de alguien, pero no se equivoquen su mente es aun más dura. Su psicología le permite controlar las situaciones a su antojo, conoce perfectamente su entorno y esto le hace que pueda prescindir del diálogo cuando va a transmitir algo a quien le conoce, su férrea mirada basta.

Como hacen algunos animales para enseñar a sus crías a cazar, Coleman se regodea en su presa, no se limita en acercarla a terreno farragoso para que no pueda defenderse. Sobre todas las cosas le preocupa que le consideren superior, que se den cuenta que no hay manera posible de burlarse de su inteligencia. Si ellos son capaces de urdir un plan cuasi perfecto para cometer el delito, una vez cometido este él será capaz de fraguar otro aun mejor que sus enemigos para demostrarles una de las premisas que siempre ha imperado en la filmografía del cineasta galo, el que la hace la paga, antes o después.



TRONCHA

miércoles, 24 de marzo de 2010

"Bagdad Café" de Percy Adlon

You can read this text translated into english at: Bagdad Cafe

Hay directores que de repente se les llena la mente de lucidez y nos regalan un trabajo repleto de genialidad y tal cual han entrado de repente en nuestras vidas, poco a poco van saliendo y se dejan llevar sin mostrarnos en el futuro indicios de aquella agudeza pasada. Este podría ser uno de estos ejemplos, Percy Adlon, no parece que haya sido capaz de demostrar que lo que hizo con “Bagdad Café” (1987) fue solo fruto de un día, porque a posteriori se ha dedicado a hacer telefilmes que no nos han llegado y que ni muchos han gozado de la trascendencia de la película que a continuación pasamos a analizar.

Las dos principales excepcionalidades que presenta la película son en primera instancia el lugar elegido para el desarrollo de la historia, Bagdad. Un café cercano a la autopista principal con gasolinera para repostar pero que no goza de las simpatías de muchos de los que transitan por allí y por tanto no está demasiado concurrido, una especie de isla en medio del desierto del Mohave. Por otro lado en tan peculiar sitio no podríamos encontrar más que peculiares personajes, cada uno esclavo de sus vidas, inmersos en la aplastante cotidianeidad del día a día, donde casi todos subsisten con lo mínimo.

Cuando me refiero a lo mínimo, lo hago en todos los aspectos, siento lo mínimo unos por los otros, la preocupación entre ellos es mínima, el esfuerzo por comprender al que tienes al lado es realmente ínfimo, se dedican a coexistir unos con otros. Nadie se plantea nada extraordinario, esto supondría un esfuerzo aunque fuera mínimo y no están dispuestos a ello. El detonante que rompe con todo este mundo de nimiedad es Jasmin (Marianne Sägebrecht), una rolliza bávara que aparece de la nada rebosante de buenas intenciones, provista de una capacidad de psicoanalizar a todos los personajes que le rodean y sacar de todos ellos lo que mejor tienen. Algo de lo que ni siquiera ellos mismos estaban seguros de poseer.

Jasmin y Brenda (CCH Pounder) parten de una situación muy similar, ambas acaban de terminar su relación de pareja y han decidido afrontar solas el resto de sus días. Es Jasmin la que guiará a una desquiciada Brenda por el camino de la felicidad, como si se tratara de un hada madrina, agitará su varita en los momentos oportunos para que se produzca la magia (de forma literal). Se da cuenta que no puede conseguir nada de ella yendo de frente por tanto atacará por los flancos, hará que el entorno que rodea a la responsable del Bagdad Café se vaya ablandando para que esta acabe sucumbiendo a los requerimientos de la teutona.

Nuestra heroína particular está empeñada en demostrar que cualquiera puede ser feliz en cualquier sitio, por muy ruin que este parezca, parece querernos decir que el ser humano es bueno y que a veces tiene que buscar en su propio interior par darse cuenta de ello. Cuando la pereza y la desidia se hayan apoderado de nuestras vidas no hay que entregarse y renunciar hay que seguir luchando, cualquier día de estos puede aparecer una Jasmin en la vida de cualquiera y lo que nos parecía anodino se convierte en lo más fascinante que nos había ocurrido.

El animalario de personajes es digno de mención, no es necesaria una excesiva voluntad por parte del espectador para darse cuenta de esto, de entre todos me parece bastante curioso el de Rudi Cox (Jack Palance), un particular caballero hollywodiense. Este amplio muestrario de personajes llenos de peculiaridades muy variopintas hace que el largometraje se cubra de retazos de un humor bastante peculiar a la vez que efectivo, pero en justa medida. Lo que por supuesto ayuda a relajar la situación y al propio espectador que se descubre a si mismo de vez en cuando esbozando una sonrisa en el rostro.

Otro detalle que destacaría es el uso que el realizador hace de la cámara y como este evoluciona según avanza la narración, comenzando de una forma más oscilante cuando al inicio la situación es más tensa y quedándose mucho más fija cuando la situación se vuelve más armónica y distendida. Y por último para ir acabando mencionar la fantástica música que se ha elegido para este trabajo, una elección magnífica que transmite realmente la esencia del lugar y de las personas que lo habitan.



TRONCHA

lunes, 22 de marzo de 2010

"Home ¿Dulce hogar?" de Ursula Meyer

You can read this text translated into english at: Home

Si empezamos diciendo que estamos ante un claro ejemplo de cine de autor, puede que más de uno se espante y no continúe leyendo más debajo de esta línea. Pero por otra parte esto puede ser algo positivo ya que de alguna manera la predisposición del espectador a la hora de verla no es la misma. Se pueden encontrar muchas explicaciones a ciertas situaciones, planos, encuadre, personajes, etc que resultarían bastante difíciles de entender en el cine convencional.

Nada más terminar la exposición de la película lo que se me vino a la mente es que había visto desde la cuneta, pero de espaldas al asfalto, por decirlo de forma castiza sería una anti road-movie. Posteriormente confirmo mis sospechas, enterándome que la propia directora suiza había definido su trabajo como el negativo de una roadmovie, este podría ser uno de los aspectos por donde se podría atacar el análisis del film, como cualquier otro ya que ofrece varios.

El verdadero protagonismo del largometraje lo acapara la familia, su funcionamiento global y como ente compuesto por varios miembros, en nuestro caso tres hijos y dos padres. Los integrantes de la misma son los que dan validez al grupo, ellos como individuo aislado no interesan par la narración. De hecho uno de dichos miembros en un momento determinado se escinde del grupo pero no este no se tambalea, o al menos no o hace por ese motivo.

La carga simbólica es bastante fuerte, tan solo interesa mostrar lo que realmente vemos, menuda perogrullada, asistimos como científicos observadores a la jaula de las cobayas que en este caso serán la familia que vive al lado de la autopista. Porque el entorno es lo que realmente acaba condicionando el comportamiento de los personajes que viven pegados a una carretera, el sonido que dimana de los vehículos que ruedan por el asfalto acaba convirtiéndose en un personaje más.

Dejando interpretaciones filosóficas a parte un análisis simple se podría hacer a través de como la decadencia de una familia puede venir determinada por aspectos exteriores, un declive que incluso llega a rozar el ridículo en ocasiones. La obsesión por el ruido y mantener la unidad familiar se convierten en los verdaderos hilos conductores de la historia, el resto de circunstancias que rodean a la familia no son importantes y la realizadora no nos las cuenta, como donde trabaja el padre, que enfermedad sufre la madre, etc.

Pienso que es una buena película, hecha prácticamente a contraplano, una historia de una obsesión quizás de una lucha y que tiene un final con demasiadas lecturas y del todo abierto, incluso un poco desproporcionado. Aunque si me apuran les diré que para mí tiene una lectura mucho más sencilla que las que se les han dando por ahí.


TRONCHA

viernes, 19 de marzo de 2010

"G-force" de Hoyt Yeatman

You can read this text translated into english at: G-force

Lo de que el cine de niños se ha convertido en un negocio, cada vez está más claro, interesa hacer una película que cueste lo menos posible, que si estamos hablando de animación ya no es poco, porque las horas que se necesitan frente al ordenador son unas cuantas. Y que lleve a toda la familia porque claro el crío no va solo, mínimo le acompaña un adulto lo que garantiza una entrada más para la inversión .Justo es decir que queda bien, que como producto es vistoso, este mundo cada vez avanza más y con ello la calidad aumenta, pero esto no es suficiente para una película. No solo de dibujos vive el cine de animación, o al menos así debería ser.

Un largometraje es algo más que buenos gráficos, tiene muchos más elementos que si fallan de forma estrepitosa tiran el producto global abajo. Si se me permite la expresión G-Force es otra americanada más y son unas cuantas, parece ser que los lumbreras de turno piensan que si empiezan desde los de menos edad, se acabarán asegurando a estos para el futuro cuando sean adultos. El caso es que por enésima vez el mundo está en peligro y claro quien mejor que los señores USA para salvar al resto de la humanidad.

Pero claro la vuelta de tuerca del tornillo de la originalidad viene ahora, no son unos cuantos humanos ni un superhombre el que lo hace, son unas cobayas, esos animalitos que sufren y mueren a miles en los laboratorios de nuestro siglo. Al parecer han querido rendirles una especie de homenaje en el que se ha pretendido demostrar que son capaces de muchos más que contraer enfermedades metidos entre barrotes.

En serio porque nos someten a esta tortura directa a los padres e indirecta a los hijos, porque lo complican encima con nombres enrevesados que los infantes no logran retener, porque siempre siempre utilizan los mismos chistes fáciles y continuas referencias a otras películas. No voy a entrar en la inexistencia de guión o la mala calidad del mismo porque de verdad que me canso, estos casos me hacen plantearme en un futuro si escribiré (por tanto perdiendo el tiempo) sobre trabajos de tan baja calidad.
TRONCHA

lunes, 15 de marzo de 2010

"El hombre de Alcatraz" de John Frankenheimer

A ustedes no les pasa que cuando la temática de una película es de un determinado tipo se tiran a ella como si la vida les fuera en ello, en mi caso debo reconocer que hay unas cuantas temáticas de las que no intento perderme ningún trabajo. Mafia, trenes, bélicas entre otros muchos, y también el cine de cárceles, con sus variantes como podría ser el de fugas, es algo a lo que no me puedo resistir con lo cual en cuanto tuve la oportunidad que postre ante esta gran película.

Lo primero que hay que contar de esta realización es que de principio a fin es una denuncia absoluta del sistema carcelario, la figura de Stroud (Burt Lancaster) le sirve de narrador y denunciante de dicha situación al director Frankenheimer. Un hombre que ha pasado toda su vida dentro de instituciones penitenciarias y que conoce mejor que nadie la vida que se desarrolla dentro de ellas, incluso lo que las mismas pueden hacer con las personas y en que convertirlas.

Su vida es la historia de un optimista, de un luchador que pese a tener una existencia totalmente condicionada por los barrotes de acero no ceja ni un solo momento de su vida a la hora de luchar en lo que cree, este tesón es lo que realmente le mantiene vivo. De forma contrapuesta encontramos el personaje del alcaide Harvey Shoemaker (Karl Malden), una persona que ha vivido siempre en libertad aunque trabajando en instituciones penitencias, y que ni es ni mucho menos la mitad que feliz que su coetáneo compañero el reo Stroud.

Este planteamiento tan curioso es el que prevalece toda la película, por supuesto dando muchos más minutos en el film al presidiario que a su cuidador, nos interesa mucho más la vida del que está ahí por la fuerza que del que lo hace de forma voluntaria. Porque ya que se me acaba de pasar por la mente minutos habría para todos, la película me parece realmente extensa, no hubiera sido necesario tanto metraje, pero es lo que es y esto no la descalifica a la hora de considerarla grande.

Durante la narración somos testigos de todas las etapas por las que pasa la vida de tan particular personaje, desde el desmesurado amor a su madre, su único contacto con el exterior, y que desmuestra cierto complejo de Edipo que no llega a sacudirse definitivamente. Hasta el momento en el que se le ingresa en Alcatraz y donde tiene que dejar atrás todos sus estudios de ornitología y la cría de pájaros, en su nuevo hogar de nuevo permanecerá incomunicado y volver a ver a su viejo amigo Shoemaker, siendo testigo de lo que la vida ha hecho con ambos después de los años.

Las etapa del largometraje en la que nuestro protagonista está inmerso en la cría de pájaros y sobre todo implicado al máximo en la cura de sus enfermedades, me parece la mejor de todo el conjunto. La metáfora de la existencia de las jaulas dentro de las celdas que no vienen a ser otra cosa que su vez jaulas de nuevo, me parece muy interesante. El que Stroud críe pájaros siendo un condenado a cadena perpetua entra en contraposición a su destino, se supone que no hay animales más libres que los pájaros, aunque como nuestro amigo comenta en uno de sus diálogos, "Mi futuro es el mismo que los canarios, pasar mi existencia entre barrotes".

El que el realizador haya hecho este trabajo en blanco y negro le añade fuerza narrativa, me parece un acierto total, no solo la imagen está cargada de sentido, los diálogos son de lo más importante siempre encontramos en ellos a dos partes contrapuestas, en las que ambas pretenden llevar la razón, esta lucha dialéctica tiene una grandísima importancia en el trabajo. La película goza de actualidad sigue vigente, este es quizás su secreto de éxito, probablemente en la totalidad de la temática que trata, pero estoy seguro que la problemática que denuncia sobre las condiciones del preso, en nuestros días no son mucho mejores que las vividas por Stroud.



TRONCHA

viernes, 12 de marzo de 2010

"Carne de horca" de Ladislao Vajda

En algunas ocasiones les recomiendo que hagan el ejercicio de comparar una producción nacional con otra extranjera, y más en concreto en aspectos comunes que pudieran tener ambas. Para que se me entienda por ejemplo en muchas películas de genero negro casi siempre encontramos una escena en la que varios hombres juegan en una atmósfera neblinosa al poker alrededor de una mesa durante toda la noche, en “Carne de horca” (1953) el juego elegido es el de las siete y media, no me digan que no es peculiar. Pues si aceptan el juego se puede hacer con otros muchos aspectos que resultan igual de característico que el que les he definido.

Esta película nos dibuja la Andalucía de hace bastantes décadas, tierra dura por el clima y por las condiciones propias de sus habitantes, algo que Vajda intenta mostrar al espectador a través de los primeros planos de los rostros. Sociedad en la que no falta la particular figura del bandolero y que cobra todo su protagonismo en la persona de Lucero (Fosco Giachetti) el jefe de la banda que atemoriza a todos los ricos de la serranía de Ronda.

La puesta en escena de la película es bastante buena, muy trabajada, incluso goza de una buena calidad en el apartado de la fotografía, la dirección artística está bastante lograda también. Pero donde la cosa comienza a cojear es en el guión, este tiene unas cuantas trampas que no se pueden justificar por mucho que se pretenda, se quedan unos cuantos cabos sueltos que hubiera sido necesario dejar claros.

Como ya sabemos el cine hecho durante la dictadura tenía un alto componente de educador o al menos de aleccionador por denominarlo de otra manera. Las personas debían ser rectas y correctas, quien se alejaba del camino acababa pagándolo ya que no se podía consentir que en un medio de gran difusión entre el populacho, cualquiera se planteara, siquiera de lejos seguir los pasos del que había visto en pantalla. La censura ya se cuidaba muy mucho de encarrilar las posibles desviaciones narrativas aunque a veces en su labor de recorte consiguiera precisamente lo contrario a lo pretendido.

La historia de nuestro protagonista Juan Pablo de Osuna (Rossano Brazzi), señorito andaluz, jugador, juerguista y vividor al fin y al cabo queda impune ante una serie de hechos que moralmente le deberían haber pasado factura. Si ven la realización entenderán lo que les digo, por ello no pretendo desvelarlo aquí ahora, pero si analizan lo que se dice y lo que realmente se ve del cabecilla del grupo de bandoleros, pasa algo similar, el personaje se perfila de una manera pero cinematográficamente está narrado de una manera muy distinta.

Si dejamos de lado estos agujeros la historia si que funciona, tiene un ritmo que engancha, que nos lleva por los riscos de la serranía a lomos de un jaco, conviviendo con el grupo de bandidos, quizás no tan honorables como en otras ocasiones se les describe. En nuestra película muchos se regodean con la muerte y no duden en aplastar a un pueblo entero si las circunstancias lo requieren, una imagen menos populista que quizás a la que estamos acostumbrados en otros trabajos

Por todo esto hay ocasiones en que ciertas escenas recuerdan al cine negro, los bandoleros se asemejan más a gangsters de sangre fría y sin escrúpulos. Todo hace que del conjunto podemos destacar la gran falta de honorabilidad, aunque la sensación inicial pueda ser justo la contraria. Para acabar comentar que es un producto totalmente recomendable y que estoy seguro que mantendrá su interés y acabará agradándoles.

TRONCHA

miércoles, 10 de marzo de 2010

"A medianoche me llevaré tu alma" de José Mójica Morins (Ze do Caixao)

El mundo del cine es tan amplio y tan basto que cualquiera cabe dentro de él, primero de todo sabemos que es un mundo de total ilusión, donde la ficción puede convertirse en imagen y por tanto en realidad. Pero porque no también hay casos en los que la realidad es más atractiva que la propia ficción y el esfuerzo a la hora de llevarlo a la gran pantalla se reduce bastante.

Quizás este es el caso de José Mojica Marins o Ze do Caixao (en brasileño José del ataúd) personaje sin parangón en Brasil, que según se comenta por ahí anduvo por los pueblos llevando de aquí para allá su particular espectáculo de terror y esoterismo. Como tantos otros encontró en el cine un medio de expresión fantástico para difundir su doctrina y precisamente uno de esos trabajos en los que se embarcó es lo que aquí analizaremos.

Para que quede todo claro desde un principio no equivoquemos que el personaje sea peculiar con que la producción no tenga calidad, en absoluto, este ejemplo que aquí me ocupa, goza de bastante dignidad. Incluso alcanza a acaparar mi interés ya que se ve con los ojos del novato, de esa persona que está descubriendo algo por primera vez. Por supuesto, no quita que en futuras ocasiones haya que sacar la vara y medir las costillas del realizador.

Ze (José Mojica Marins) es el enterrador del pueblo, un personaje realmente raro, renuncia de la religión, incluso es provocador hacia quien la práctica y son temerosos de ella. Aprovecho el temor del resto para llevar a cabo sus desmanes. Una persona totalmente perturbada que está obsesionado por tener descendencia y que hará todo lo posible para conseguirla a toda costa.

El problema es que cuando la esquizofrenia aparece en la cabeza de nuestro protagonista y sus ojos se inyectan en sangre (en la imagen aparece de forma literal), se convierte en un feroz asesino. Sus victimas y crímenes recuerdan en ciertos momentos al posterior giallo y yendo aun más lejos tienen algo de gore, no se conforma con cometer el homicidio, la cámara acaba regodeándose de la situación, por ello se me antoja precursor de lo que posteriormente harán otros directores de distintas nacionalidades.

Al verla nos damos cuenta que la película es de un solo personaje, que la historia funciona y que nos interesa, que lo que pretende José Mojica es recrearse en su propio ser y publicitar su particular personalidad. Es un ejemplo totalmente válido, comparable quizás a los comienzos de nuestro Jess Franco cuando hacía realizaciones más o menos sensatas y que tenía su dignidad y calidad, aspectos ambos que con el tiempo fue perdiendo totalmente, por mucho que algunos se empeñen en que esto no es así.



TRONCHA

lunes, 8 de marzo de 2010

"Centauros del desierto" de John Ford

You can read this text translated into english at: The searchers

Cuando hablo de grandes obras y de grandes directores me es realmente difícil, son tantas las cosas que se han dicho que probablemente uno incurra en el error de la repetición. Volviendo a comentar aspectos y detalles que se han tratado en otros sitios hasta la saciedad, incluso con mayor acierto que uno y con mayor profundidad; aun así me dispongo a hablar de este trabajo del grandísimo John Ford, obra maestra del western por excelencia.

Si alguna vez más han pasado por este sitio, se habrán dado cuenta que no llevo muy bien lo de las traducciones de los títulos originales, en este caso he de reconocer que la traducción al español de “The searchers” le da más empaque a la película. Centauros del desierto no me pueden negar que no alcanza mayor fuerza que los buscadores o algo similar que hubiera estado más ajustado con el originario puesto desde un principio.

La película nos va a contar la caída y auge de Ethan Edwards (John Wayne), perdedor de la guerra de secesión por haber estado en el bando sudista, vuelve a casa tiempo después de la derrota. Después de haberse dado un tiempo a si mismo como si hubiera pretendido lamerse las heridas para restañar el daño, Ford podría haberse aprovechado de la conflagración entre norte y sur para la narración, pero la toca tan solo de refilón dejándola más bien de lado aunque no olvidada.

Desde el primer momento y por la forma de comportarse con sus semejantes nos damos cuenta que Ethan no es un hombre más, que su forma de actuar ha estado condicionada por todo el pasado que le ha tocado vivir. La vida no le ha regalado nada y por si esto fuera poco ha vuelto a casa con la derrota, ha retornado a esa Texas indomable, que parece que todavía no se ha querido adaptar al nuevo orden territorial establecido después de la guerra.

Es sorprendente que Ford a pesar de ser extranjero fuera capaz de transmitir tan bien la forma de vida y las tradiciones del país que le adopta. la manera de pintar el desierto que tiene el director de origen irlandés es increíble. En determinadas escenas da la sensación que la arena se va a colar por la pantalla y va a inundar el suelo de la sala de proyección, transmite la dureza del entorno de una forma eminente para que seamos capaces de entender mejor a los personajes y porque tomar ciertas decisiones.

El guión me parece fantástico, la historia me mantiene en vilo en todo momento, como cuando era un chaval y en televisión estábamos deseando que emitieran una película de indios y vaqueros. Lo único que la resta vigencia pero que por el contrario la da consistencia es eso obsesivo tesón por no dejar la búsqueda. Pero la propia búsqueda se convierte en la escusa para seguir viviendo, un alma rebelde como la del sudista no está hecha para criar caballos y arar los campos en un rancho.

La persecución de Cicatriz (Henry Brandon) se convierte en un modo de vida, la venganza es el único referente, el odio hacia los de raza india y la descarga de toda su ira contenida hacía los captores de su familia. Aunque parezca mentira la única persona que consigue aplacar un poco los ánimos de tan brava persona es u eterno compañero de viaje, el mestizo Pawley (Jeffrey Hunter), al que comienza despreciando pero que termina por convertirse en su mejor apoyo.

Otro de los enfoques que se le podría dar a la película, o por usar una nomenclatura de cierta vigencia actualmente, una de las subtramas sería el papel de la mujer en este film y por extensión en el género del western. Realmente tenemos de diversos tipos y de caracteres muy dispares, les invito a hacer ese ejercicio de observación, comparando los papeles de las mujeres del film tanto las casadas, como las que están en edad casadera, incluso las de edad madura avanzada.

Quizás otra temática merecedora de estudio sería el estado de Texas y esa situación en la que se encuentra en dicha época (principios del último tercio del siglo XIX), un territorio todavía no muy definido en su nacionalidad. Ya habían habido revueltas anteriores como la de El Álamo. Dicho entorno casi salvaje, totalmente agreste y machacado por el clima extremo de calor condiciona las existencias de los que deciden habitar allí.



TRONCHA

viernes, 5 de marzo de 2010

"Italiano para principiantes" de Lone Scherfig

You can read this text translated into english at: Italiensk fro begyndere

De todo el total de reseñas que hasta ahora hemos publicado en el blog, creo que no había hasta ahora mismo ningún ejemplo de Dogma 95, esa especie de corriente que apadrinó von Trier y que pretendió crear una nueva corriente cinematográfica que revoluvionara el panorama del séptimo arte. La verdad es que poco ésxito tuvo, partiendo del propio mentor de la idea que la toomo y dejó de lado dicha corriente cuando le vino en gana, aquí dejo los mandamientos que eran de obligado cumplimiento por si alguien no los conocía.

1. El rodaje debe realizarse en exteriores. Accesorios y decorados no pueden ser introducidos (si un accesorio en concreto es necesario para la historia, será preciso elegir uno de los exteriores en los que se encuentre este accesorio).
2. El sonido no debe ser producido separado de las imágenes y viceversa. (No se puede utilizar música, salvo si está presente en la escena en la que se rueda).
3. La cámara debe sostenerse en la mano. Cualquier movimiento -o inmovilidad- conseguido con la mano están autorizados.
4. La película tiene que ser en color. La iluminación especial no es aceptada. (Si hay poca luz, la escena debe ser cortada, o bien se puede montar sólo una luz sobre la cámara).
5. Los trucajes y filtros están prohibidos.
6. La película no debe contener ninguna acción superficial. (Muertos, armas, etc., en ningún caso).
7. Los cambios temporales y geográficos están prohibidos. (Es decir, que la película sucede aquí y ahora).
8. Las películas de género no son válidas.
9. El formato de la película debe ser en 35 mm.
10. El director no debe aparecer en los créditos.

No puedo asegurar si hay ejemplos realmente puros de esta doctrina y que por tanto cumplan a rajatabla lo establecido en el decálogo anteriormente expuesto. Lo que si les puedo decir es que la filmación que pasamos a diseccionar no los cumple todos. Sería fácil decirles cual o cuales de ellos no cumple, pero lo voy a dejar como ejercicio reflexivo para el que quiera realizarlo cuando se disponga a ver la película.

No podemos decir que nos encontremos ante una gran historia, si que por otro lado el formato de la narración es bastante coral, con cada uno de los personajes tenemos un punto de partida diferente de la historia para al final acabar confluyendo en un punto común, las clases de italiano que se imparten en el ayuntamiento. No deja de ser curioso que los habitantes de una localidad danesa sientan tanta atracción por aprender el idioma trasalpino, pero bueno esta es la historia.

El hecho de utilizar actores no profesionales en algunos casos, hace que el trabajo no sea igual que a lo que podriamos estr acostumbrados, pero bueno esto ya lo hizo hace muchos años Bresson y los resultados fueron fantásticos. En nuestro caso no hay casos excepcionales que destaquen mucho sobre el resto, pero probablemente el secreto esté ahí en el conjunto, de manera individual no funcionan pero en conjunto si que todo es más agradable y llevadero.

Scherfig se adentra en el mundo de las relaciones entre personas, de una forma más o menos acertada y consiguiendo que acabemos interesándonos por su trabajo, entretenido, fresco y sobre todo muy realista. Esta forma de filmar añade mucho realismo a la historia, hay ocasiones en que el uso de la cámara nos convierte en auténticos vouyeurs de la escena que estamos viendo, lgo que no es de mi personal agrado, pero que funciona en este caso concreto.


TRONCHA