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lunes, 9 de febrero de 2009

"El hombre que mató a Liberty Valance" de John Ford

Cuando éramos pequeños o al menos hablo de mi propia pequeñez nos podíamos hartar de ver "pelis" de indios y vaqueros, la cantidad de ejemplos de aquel tipo de películas era increíble, como ya digo en aquellos años el western en general y sus distintos sucedáneos en particular se convirtieron en un fenómeno de masas en cuanto a la infancia se refiere, esto ocurría allende finales de la década de los setenta más o menos y principios de la de los ochenta, incluso muchos de nuestros juguetes y muñecos estaban basados en el salvaje y lejano Oeste.

Como no podía ser de otra manera dentro de tanta cantidad de trabajos, tenía que haber de todo y por supuesto mucho malo, pero el caso que nos importa en este momento es precisamente al contrario, supone una de las grandes obras del western, incluso me atrevo a decir que no es el típico que cualquiera podría esperar, no es tan liviano en cuanto a su trama como lo son los ejemplos del “espaguetti” sin ir más lejos, su carga de profundidad y consistencia narrativas son de gran importancia.

Aquí John Ford no nos llena la pantalla de vaqueros a lomos de un caballo, pegando tiros a diestro y siniestro, estamos ante algo distinto a lo acostumbrado, aquí lo que realmente importa son los personajes, perfilados y definidos con total perfección para que cada uno de ellos ocupe el lugar que le corresponde en la vigorosa historia de la que vamos a ser testigos, dándole una fuerza inusual y por supuesto redundando en crear un trabajo totalmente aceptable y de gran interés para el espectador.

La historia llega a cobrar tintes épicos, contada en un constante flash back, llega a alcanzar la categoría de leyenda, forjando la figura de un individuo como héroe nacional; como ya sabemos los Estados Unidos están deseosos de historia, no tienen, son un país joven y por ello es normal que este tipo de hechos tengan más relevancia que puedan tener en una cultura europea, con este sentimiento patrio juega el director mostrándonos las bases de cómo se forja y empieza a crecer una nación.

Formalismos aparte el guión principalmente se sustenta en tres puntos cada uno de ellos ocupado por los tres principales protagonistas, por un lado Tom Doniphon (John Wayne) es el exponente del viejo y rudo Oeste, con todos sus principios y valores, conserva lo mejor de estos indómitos parajes, un hombre justo y noble, usa la violencia tan solo cuando es estrictamente necesario, al otro lado el senador Ransom Stoddard (James Stewart) el contrapunto de Tom, hombre de leyes, viene del Este, abstemio, rechaza la violencia y cree sobre todo en la democracia y en medio de ellos Hallie (Vera Miles), una mujer entre esos dos mundos que se debate entre su amor a uno u otro.

La realización está plagada de secundarios excepcionales, Peabody (Edmond O'Brien), redactor del periódico local y defensor de la libertad de prensa no sin reparos, el propio Liberty Valance (Lee Marvin) salvaje, tosco y sin escrúpulos, nada le arredra, de gatillo fácil y violento por naturaleza, también está el fiel Pompey (Woody Strode) cubriendo las espaldas de Tom, exponente de honradez y servilismo, el comisario Appleyard (Andy Devine) un cobarde agente de la ley más preocupado en llenar el buche que en garantizar el orden y la convivencia de sus parroquianos.

La lista es aún más grande porque la película en si es un total alarde interpretaciones, historias particulares que van a confluir todas al mismo sitio y que pululan alrededor de las de los principales, rodeados todos ellos de un entorno minimalista, el film está rodado prácticamente entre decorados con muy pocos exteriores, pero es que sencillamente no le hace falta más; tema aparte es el exquisito trato del humor del que hace gala todo este trabajo, en el que en varias ocasiones logra arrancarnos la carcajada para así liberarnos un poco del constante suspense que el largometraje conlleva.

Por definirla en pocos términos estamos ante una película de contrastes, que intenta dar una explicación, por supuesto con sumo respeto, a lo que el hombre consigue dando un paso más en lo que se viene a llamar la civilización, planteándonos incluso las típicas premisas de si cualquier tiempo pasado fue mejor o si lo realmente correcto es tirar hacia delante sin mirar atrás y todo esto envuelto en una especie de misterio que nos imaginamos pero que no se nos desvela hasta la parte final del film y consiguiendo con esto tintarlo incluso de cierto tono de cine negro.


TRONCHA


2 comentarios:

Critter Venudo dijo...

Todo lo que dices es cierto. "El Hombre que mató a Liberty Valance" es una de esas películas imprescindibles para los amantes del cine. Y que decir de John Ford, uno de los grandes maestros. El cine ya no es lo que era amigo Troncha.

José Luis López Recio dijo...

Muy interesante tu blog, enhorabuena. Te seguiré leyendo