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viernes, 18 de enero de 2008

"El caso de Thomas Crown" de Norman Jewison

El que diga que el cine no tiene influencia en la vida del ser humano miente, al igual que ocurre con el caso de la televisión, siempre me han hecho gracia esas series y determinadas películas, pero sobre todo series, en las que nos enseñan a nosotros los pobres, lo mal que lo pasan los “pobres” ricos, como si de alguna manera pretendieran acercarlos más a nosotros, para que intentemos comprenderlos, para que nos demos cuenta que el dinero no hace la felicidad, por supuesto que no la hace, pero debe ayudar un huevo el tenerlo para poder alcanzarla. Por favor seamos serios y dejémonos de engaños.

Un caso similar es el que nos cuenta Jewison en su película, Thomas Crown (Steve McQueen) es uno de esos pobres ricos a los que me refería antes, aburrido de su anodina vida, harto de sus muchos millones en el banco y de sus múltiples amantes, lo ha conseguido todo y esto hace que intente probar nuevas emociones, las legales están todas muy sobadas, prefiere buscar nuevos retos del otro lado de la ley, llegando a instrumentar un delito como si fuera un auténtico profesional, el problema (si es que llega a serlo en algún momento), es que se cruza ante él una bella detective de seguros, Vicki (Faye Dunaway), encargada de atraparle y descubrir el entramado dispuesto para cometer el robo.

Desde el inicio parece captar nuestra atención por lo bien orquestado que está el robo y la meticulosidad con la que se realiza, orquestado desde las misma oficina del cerebro de la banda, quizás mucho menos acertadas sean los continuos bloques o ventanas en las que continuamente se está dividiendo la imagen, aparte de no aportar nada a la película sino mas bien lo contrario restándole claridad, pero la historia se acaba desinflando poco a poco hasta desvanecerse en una historia de amor con escenas de cierto erotismo que todos sabemos en que va a desembocar.

Insistiendo en esto la obra está plagada de auténticos dislates en cuanto a la composición de las imágenes, utilizando las ya mencionadas ventanas o trabajando con técnicas de enfoque simulando una especie de fundido, viendo una imagen borrosa para que posteriormente y según avanza gane en nitidez has que alcanza el momento justo, para mi este es uno de los grandes fallos de este trabajo.

Por otro lado los personajes tampoco gozan de mucha fuerza, parecen desdibujados no tenemos una idea clara de lo que realmente quieren y hasta llega el punto que ni siquiera nos interesa porque nuestra atención se ha desviado de ellos, incluso había veces que mi sensación era que estaba asistiendo a un desfile de modelos de la protagonista, quien sabe si la narración hubiera girado en torno al juego que parecen aceptar ambos, en torno a esa especie de combate cara a cara, todos lo hubiéramos agradecido más, yo estoy seguro que así hubiera sido.

TRONCHA

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