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viernes, 19 de enero de 2007

"The bird people of China" de Takashi Miike

Cada vez que uno se pone delante de la pantalla para visionar alguno de los trabajos de Takashi Miike, nos podemos esperar cualquier cosa, eso sí casi siempre algo muy original, y que de alguna manera y durante algún momento de la proyección va a mostrarnos el particular sello del maestro nipón, si he dicho bien, maestro, sinceramente me lo parece, un director capaz de acaparar todos los registros que acapara él, me parece digno de alabanza, y lo que es mejor aun, su producción es muy fructífera, está acostumbrado a realizar varias películas al año, algo inaudito apara los tiempos que corren, en los que muchos viven durante años de las rentas pasadas.

Nos encontramos ante un cuento, uno de esos que al final por muy mayores que seamos acaban gustándonos a todos, la historia está tratada con una delicadeza sublime, incluso llega en ocasiones a rozar la ternura, ablanda los sentimientos del espectador, como antes decía Miike no suele dejar impasible a nadie, ya sea a favor o en contra de su obra, plasma de una forma perfecta su personalidad en todas sus obras.

Lo más destacado de este film en su primer parte es que de alguna manera llega a arrancarnos la sonrisa, sin llegar a ser una comedia pero la secuencia de los hechos nos lleva a reír con los personajes y sobre todo con Ujiie (Renji Ishibashi), yakuza urbanita, hastiado de la vida que le ha tocado llevar, que se me antoja que hace una interpretación magistral de su papel, comenzamos odiándole para acabar enamorados completamente de él, su antagonista es Wada (Masahiro Motoki) ejecutivo preocupado por su aspecto más que por su vida en realidad, al que su trabajo le lleva buscar una mina de jade.

El director sitúa a estos dos personajes en China, en concreto en la zona de Yun Nam, un recóndito lugar todavía no contaminado por el virus del progreso, donde se dice que surgió el origen de la civilización japonesa, a raíz del viaje que hizo la gran dama que vino del cielo. El pueblo donde transcurre la historia logra atraparles tanto al uno como al otro, llega a cambiar sus vidas, y porque no decirlo, ese enclave logra conquistarnos también a nosotros a través de la pantalla.

Regocijándose en la fotografía, y en las costumbres del lugar, eso si respetando como siempre muchísimo las tradiciones, porque todo hay que decirlo, Miike como todos los japoneses en general pueden hacer gala de vivir en uno de los países tecnológicamente más avanzados pero al mismo tiempo más considerados con sus ancestrales costumbres, nos muestra una bella historia, de la cual me niego a desvelar nada, para incitar a que el lector vea esta película.

Es muy sencillo sumérjanse en la fotografía del largometraje, identifíquense con alguno de los personajes o por el contrario con ninguno de ellos y aun así disfrutarán de un rato muy agradable, que no se arrepintieran haber perdido.
TRONCHA

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