"Au hasard Balthazard" de Robert Bresson
Siempre he pensado que el cineasta francés era uno de los grandes de Europa, e incluso de la global historia del cine, no solo del continente mencionado, cuando me pongo a ver películas de estos “grandes” directores, siempre voy un poco condicionado, lo reconozco, pensando que voy a visionar una gran película, pero hay veces que resulta complicado, o incluso no se logra entender.
Por supuesto que el film, del que voy a hablar, me parece bastante bueno, en su generalidad, aunque por supuesto siempre con matices, los cuales me sumergen en el mar de la duda y me pregunto porque las cosas no son de otra manera.
Baltasar, es el protagonista de esta película, de principio a fin, es el personaje principal sobre el que recae todo el peso de la historia, y cuando hablo de historia, decir esto sinceramente dice muy poco, sino fuera así realmente es lo que sería extraño, pero lo realmente original de este caso es que Baltasar, es un burro, sí, tal cual un asno.
Bresson nos introduce en el film, a través de la adopción del pollino por parte de un grupo de niños que pasa sus vacaciones en una finca cerca de un pueblo, desde ese mismo momento, se convierte en el observador de una manera o de otra de todos los acontecimientos que van transcurriendo en dicho entorno. La primer parte de la obra en la que prácticamente los personajes no hablan, está exquisitamente rodada, me parece de una calidad excelente, lo más destacado sin duda de todo el film.
Lo que parece querernos mostrar de alguna manera el director francés es que la vida no es algo fácil, y que en definitiva, no logramos en algunas ocasiones lo que queremos, y por supuesto no somos infalibles a la hora de tomar decisiones, todo esto es lo que vamos a apreciar a través de los ojos de un burro, él es el encargado de llevarnos por dicho argumento, de alguna manera se convierte en narrador-observador, aunque por supuesto para él es menos fácil que para muchos de los humanos que le rodean.
El paso de la infancia a la adolescencia resulta algo terrible para Marie (Anne Wiazemsky), de alguna manera su vida parece ir por unos derroteros complicados, sin saber el porqué de las cosas pero de alguna manera haciéndolas, eso si todas sus acciones tienen un sentido, estar cerca de Baltasar, el único personaje donde encuentra refugio, y que de alguna manera le comprende, en su atormentada vida de sentimientos confusos.
Por otro lado aparece Gerard (Francois Lafargue), joven adusto y rebelde que no le interesa nada, sin valores, tan solo el de hacer mal y mofarse de todo el que tiene alrededor, el cual paga su ira con Baltasar, ya que de alguna manera sabe que no logra conseguir el absoluto amor de Marie. No mucho mejor le tratan Arnold (Jean-Claude Guilbert), el borracho demente y el comerciante (Pierre Klossowski) que le explota en su última etapa de vida, al igual que el matrimonio de panaderos.
Baltasar es un anacronismo, supone un problema para quien lo posee, la gente habla y critica a sus dueños, por tener al animal, pero como parece ser un dominante en el cine de este director lo que vemos en la pantalla no parece ser lo más importante sino lo que sentimos realmente, lo que traspasa a nosotros desde la cámara, de alguna manera todo hay que decirlo, las interpretaciones de los personajes humanos, están bajo mi punto de vista por debajo de las del animal, supongo que está hecho a propósito, no transmiten demasiado en mi opinión.
La obra está compuesta de retazos, viñetas, de historias que a veces parecen incluso inconexas, no teniendo mucho peso sobre la acción principal, pero eso sí todas ellas girando en torno al protagonista, no obstante no deja de ser enigmático la generalidad del film, pudiendo ser una extraña fábula animal, de no fácil comprensión, e incluso tener cierto paralelismo con la pasión de Cristo, ya que Baltasar al fial acaba muriendo, por la maldad y crueldad de sus prójimos.
Por supuesto que el film, del que voy a hablar, me parece bastante bueno, en su generalidad, aunque por supuesto siempre con matices, los cuales me sumergen en el mar de la duda y me pregunto porque las cosas no son de otra manera.
Baltasar, es el protagonista de esta película, de principio a fin, es el personaje principal sobre el que recae todo el peso de la historia, y cuando hablo de historia, decir esto sinceramente dice muy poco, sino fuera así realmente es lo que sería extraño, pero lo realmente original de este caso es que Baltasar, es un burro, sí, tal cual un asno.
Bresson nos introduce en el film, a través de la adopción del pollino por parte de un grupo de niños que pasa sus vacaciones en una finca cerca de un pueblo, desde ese mismo momento, se convierte en el observador de una manera o de otra de todos los acontecimientos que van transcurriendo en dicho entorno. La primer parte de la obra en la que prácticamente los personajes no hablan, está exquisitamente rodada, me parece de una calidad excelente, lo más destacado sin duda de todo el film.
Lo que parece querernos mostrar de alguna manera el director francés es que la vida no es algo fácil, y que en definitiva, no logramos en algunas ocasiones lo que queremos, y por supuesto no somos infalibles a la hora de tomar decisiones, todo esto es lo que vamos a apreciar a través de los ojos de un burro, él es el encargado de llevarnos por dicho argumento, de alguna manera se convierte en narrador-observador, aunque por supuesto para él es menos fácil que para muchos de los humanos que le rodean.
El paso de la infancia a la adolescencia resulta algo terrible para Marie (Anne Wiazemsky), de alguna manera su vida parece ir por unos derroteros complicados, sin saber el porqué de las cosas pero de alguna manera haciéndolas, eso si todas sus acciones tienen un sentido, estar cerca de Baltasar, el único personaje donde encuentra refugio, y que de alguna manera le comprende, en su atormentada vida de sentimientos confusos.
Por otro lado aparece Gerard (Francois Lafargue), joven adusto y rebelde que no le interesa nada, sin valores, tan solo el de hacer mal y mofarse de todo el que tiene alrededor, el cual paga su ira con Baltasar, ya que de alguna manera sabe que no logra conseguir el absoluto amor de Marie. No mucho mejor le tratan Arnold (Jean-Claude Guilbert), el borracho demente y el comerciante (Pierre Klossowski) que le explota en su última etapa de vida, al igual que el matrimonio de panaderos.
Baltasar es un anacronismo, supone un problema para quien lo posee, la gente habla y critica a sus dueños, por tener al animal, pero como parece ser un dominante en el cine de este director lo que vemos en la pantalla no parece ser lo más importante sino lo que sentimos realmente, lo que traspasa a nosotros desde la cámara, de alguna manera todo hay que decirlo, las interpretaciones de los personajes humanos, están bajo mi punto de vista por debajo de las del animal, supongo que está hecho a propósito, no transmiten demasiado en mi opinión.
La obra está compuesta de retazos, viñetas, de historias que a veces parecen incluso inconexas, no teniendo mucho peso sobre la acción principal, pero eso sí todas ellas girando en torno al protagonista, no obstante no deja de ser enigmático la generalidad del film, pudiendo ser una extraña fábula animal, de no fácil comprensión, e incluso tener cierto paralelismo con la pasión de Cristo, ya que Baltasar al fial acaba muriendo, por la maldad y crueldad de sus prójimos.
TRONCHA
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