"Un lugar donde quedarse" de Sam Mendes
You can read this text translated into english at: Away we go
En muchas ocasiones el cine no tiene que irse a los lugares más recónditos de la ficción para encontrar una buena historia. Con contarle bien y tener cierta gracia a la hora de hacerlo puede acabar funcionando y conseguir su cometido final, entretener al espectador. Este se puede sentir mucho más identificado con una historia cotidiana, una situación doméstica en la que se vea reflejado. En el cine de Mendes encontramos varios ejemplos de este tipo de cine por denominarlo de alguna manera social, en el que acabamos escrutando la vida de unos semejantes muy similares a nosotros mismos.
Mendes en este trabajo no pretende grandilocuencia alguna, de repente se cruza con un guión original que no tiene base literaria, se divierte leyéndolo y decide ponerle imágenes. Así como nada más y por supuesto nada menos, esto se refleja de una forma plena en la película, que no tiene grandes pretensiones, algunos pueden pensar que el resultado global es flojo. Pero quizás habría que tener en cuenta que probablemente el director no pretende más que dar su particular visión sobre una pareja que están a punto de ser padres y pretender reafirmar una serie de conceptos que parece que se les tambalean.
En ningún momento pienso que la historia pretenda ser moralizadora, no busca cambiar los clichés de nadie. Siendo muy sutil nos introduce en la vida de Burt (John Krasinski) y Verona “Rona” (Maya Rudolph), este ritmo pausado se mantiene durante la totalidad del film. Al final del mismo es cuando hay una especie de elevación en la intensidad del mismo pero que dura poco durante su estancia en Montreal, pero la dureza de la vida les devuelve a la realidad. Aun siendo un film “corto” para lo que ahora nos tienen acostumbrados, pueden sobrar algunos episodios de su viaje y haber desarrollado otros más interesantes.
La producción destila “indie” por todos lados, incluso según ha llegado a mis oídos se ha convertido en una producción “verde”, se han reciclado gran parte de los materiales y se ha ahorrado energía en distintos aspectos de la película. Estamos ante una bonita historia que a algunos puede llegar más que a otros, en un entorno divertido, de comedia, pero con cierta amargura, no todo es oro lo que reluce. El que más aporta al lado cómico del film es el personaje de Burt, un perfecto “payaso” que se toma la vida como le viene, va capeando el temporal según arrecia.
El secreto de la pareja es que al intentar reafirmarse en que no son unos fracasados, acaban dándose cuenta que son más normales de lo que ellos piensan, y que no andan tan perdidos como ellos pensaban. No obstante necesitan del viaje que vana a realizar para darse cuenta, del egoísmo, del poco afecto que la gente dedica al prójimo, del despego de algunas familias, incluso de las desgracias más desgarradoras, todo ello impregnado de un humo constante que a veces se torna de cierta negrura. Pero insisto ya por última vez, son temas que se tocan de refilón de una manera muy grácil, para acabar regalando un buen rato al espectador y no una preocupación, para eso esta última ya está la vida real.
Mendes en este trabajo no pretende grandilocuencia alguna, de repente se cruza con un guión original que no tiene base literaria, se divierte leyéndolo y decide ponerle imágenes. Así como nada más y por supuesto nada menos, esto se refleja de una forma plena en la película, que no tiene grandes pretensiones, algunos pueden pensar que el resultado global es flojo. Pero quizás habría que tener en cuenta que probablemente el director no pretende más que dar su particular visión sobre una pareja que están a punto de ser padres y pretender reafirmar una serie de conceptos que parece que se les tambalean.
En ningún momento pienso que la historia pretenda ser moralizadora, no busca cambiar los clichés de nadie. Siendo muy sutil nos introduce en la vida de Burt (John Krasinski) y Verona “Rona” (Maya Rudolph), este ritmo pausado se mantiene durante la totalidad del film. Al final del mismo es cuando hay una especie de elevación en la intensidad del mismo pero que dura poco durante su estancia en Montreal, pero la dureza de la vida les devuelve a la realidad. Aun siendo un film “corto” para lo que ahora nos tienen acostumbrados, pueden sobrar algunos episodios de su viaje y haber desarrollado otros más interesantes.
La producción destila “indie” por todos lados, incluso según ha llegado a mis oídos se ha convertido en una producción “verde”, se han reciclado gran parte de los materiales y se ha ahorrado energía en distintos aspectos de la película. Estamos ante una bonita historia que a algunos puede llegar más que a otros, en un entorno divertido, de comedia, pero con cierta amargura, no todo es oro lo que reluce. El que más aporta al lado cómico del film es el personaje de Burt, un perfecto “payaso” que se toma la vida como le viene, va capeando el temporal según arrecia.
El secreto de la pareja es que al intentar reafirmarse en que no son unos fracasados, acaban dándose cuenta que son más normales de lo que ellos piensan, y que no andan tan perdidos como ellos pensaban. No obstante necesitan del viaje que vana a realizar para darse cuenta, del egoísmo, del poco afecto que la gente dedica al prójimo, del despego de algunas familias, incluso de las desgracias más desgarradoras, todo ello impregnado de un humo constante que a veces se torna de cierta negrura. Pero insisto ya por última vez, son temas que se tocan de refilón de una manera muy grácil, para acabar regalando un buen rato al espectador y no una preocupación, para eso esta última ya está la vida real.
TRONCHA
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