"Orfeo" de Jean Cocteau
You can read this text translated into english at: Orphée
Aunque lo que realmente le gustaba al particular director francés era escribir guiones, los ejemplos que nos dejó la verdad es que son dignos de mención los que yo conozco. su carrera como realizador no fue demasiado prolífica si la comparamos con la de guionista, pero la verdad es que es muy significativa, es una manera muy particular y personal de hacer cine, dotándolo de una plasticidad increíble, quizás el ser poeta hace que las cosas en la vida se vean de otra manera.
Muchos conocerán la leyenda de Orfeo, el que descendiera a los infiernos para rescatar a su amada Euridice y que con su música consiguiera aplacarlo todo incluso los habitantes del mismo infierno. No obstante Cocteau nos hace un breve resumen de tal narración griega para que estemos sobreaviso, algo que es habitual en su cine, parece bastante preocupado porque el espectador entienda lo que va a ver y por ello la razón de estas introducciones al comienzo del film.
Por supuesto estamos ante la historia del mito revisado, el director nos lo ha traído hasta la época actual (1949, fecha de la película), todos sus personajes están perfectamente adaptados a al nuevo siglo. sin perder por supuesto los vínculos con el inframundo, porque para que mentir, los personajes realmente interesantes son el propio Orfeo (Jean Marais), la Muerte (María Casares) y Heurtebise (François Périer). Sobre todo estos dos últimos que reflejan el lado oscuro del film, viniendo del submundo para llevarse a los muertos y convertirlos en sus propios siervos.
La forma en el que el mundo real y el mortal se funden es increíble, algo que podría parecer complicado y que muchos llenarían de grandes efectos, incluso podrían hacérnoslo incomprensible. En este caso todo se soluciona jugando con los espejos, las entradas a cada uno de los mundos y con unos efectos especiales que se basan principalmente en el uso de la marcha atrás y la cámara lenta. Las transiciones entre ambos mundos, cuando los personajes se trasladan de uno a otro son fantásticas, auténticas coreografías, reflejando en todo caso el excepcional gusto que Cocteau tenía por la danza.
Un fantástico Marais, una vez más y ya son unas cuantas, es el que hace que la historia gire en torno a él, una fantástica versión del Orfeo real, capaz de que el mundo entero estuviera a sus pies, capaz incluso de que la muerte se enamore de él. No hay que desdeñar la dirección artística, el entorno que se crea en el film es digno de admirar, nada desentona con lo que estamos viendo, me resulta soberbio ver como los "agentes del infierno" se desplazan en moto, rigurosamente uniformados.
La película en general es un deleite para los sentidos y en especial para la vista, pero de entre tantas y tantas escenas destacaría la del sumario al que son sometidos los personajes inframundanos, en concreto la Muerte y Heurtebise. Son culpables de haberse enamorado en su viaje al mundo real, de haber cometido los mismos pecados que a los que están castigando, la supuesta imagen de la corte de demonios dictando sentencia y poniendo a todos ellos en el lugar correspondiente es impresionante y nadie debería perdérsela.
Muchos conocerán la leyenda de Orfeo, el que descendiera a los infiernos para rescatar a su amada Euridice y que con su música consiguiera aplacarlo todo incluso los habitantes del mismo infierno. No obstante Cocteau nos hace un breve resumen de tal narración griega para que estemos sobreaviso, algo que es habitual en su cine, parece bastante preocupado porque el espectador entienda lo que va a ver y por ello la razón de estas introducciones al comienzo del film.
Por supuesto estamos ante la historia del mito revisado, el director nos lo ha traído hasta la época actual (1949, fecha de la película), todos sus personajes están perfectamente adaptados a al nuevo siglo. sin perder por supuesto los vínculos con el inframundo, porque para que mentir, los personajes realmente interesantes son el propio Orfeo (Jean Marais), la Muerte (María Casares) y Heurtebise (François Périer). Sobre todo estos dos últimos que reflejan el lado oscuro del film, viniendo del submundo para llevarse a los muertos y convertirlos en sus propios siervos.
La forma en el que el mundo real y el mortal se funden es increíble, algo que podría parecer complicado y que muchos llenarían de grandes efectos, incluso podrían hacérnoslo incomprensible. En este caso todo se soluciona jugando con los espejos, las entradas a cada uno de los mundos y con unos efectos especiales que se basan principalmente en el uso de la marcha atrás y la cámara lenta. Las transiciones entre ambos mundos, cuando los personajes se trasladan de uno a otro son fantásticas, auténticas coreografías, reflejando en todo caso el excepcional gusto que Cocteau tenía por la danza.
Un fantástico Marais, una vez más y ya son unas cuantas, es el que hace que la historia gire en torno a él, una fantástica versión del Orfeo real, capaz de que el mundo entero estuviera a sus pies, capaz incluso de que la muerte se enamore de él. No hay que desdeñar la dirección artística, el entorno que se crea en el film es digno de admirar, nada desentona con lo que estamos viendo, me resulta soberbio ver como los "agentes del infierno" se desplazan en moto, rigurosamente uniformados.
La película en general es un deleite para los sentidos y en especial para la vista, pero de entre tantas y tantas escenas destacaría la del sumario al que son sometidos los personajes inframundanos, en concreto la Muerte y Heurtebise. Son culpables de haberse enamorado en su viaje al mundo real, de haber cometido los mismos pecados que a los que están castigando, la supuesta imagen de la corte de demonios dictando sentencia y poniendo a todos ellos en el lugar correspondiente es impresionante y nadie debería perdérsela.
TRONCHA
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