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viernes, 30 de octubre de 2009

"Número 17" de Alfred Hitchcock

You can read this text translated into english at: Number seventeen

Aunque lo que voy a decir parezca una evidencia total, no se crean que lo es, Hitchcock fue uno de los cineastas que lo tuvo claro desde el principio, sabía la línea que iba a seguir, tenía unas ideas fijas en cuanto a lo que quería mostrar a los espectadores. Otra cosa más peregrina es que lo consiguiera aunque puedo aventurarme a decir que en mayor o menor medida pero en todos sus trabajos el denominador común es el suspense y da igual de que época estemos hablando, bien en sus inicios en su Gran Bretaña natal o cuando decidió dar el gran salto y afincarse hasta el final en la industria hollywodiense.

Por decirlo de algún modo, este es uno de sus primeros trabajos, porque quizás alguien de los que pase por aquí no sabrá que este director viene del cine mudo y que no solo sus orígenes vienen de ahí sino que fue uno de los que supo adaptarse al sonoro. Algo que no todos consiguieron y me refiero a directores y algunos actores, el caso es que "Número 17" ya está dentro de la época sonora, pero muy en los principios de esta.

Desde el primer instante del film nos damos cuenta de lo que avisaba en el primer párrafo, el azar hace llegar a un individuo a una determinada casa donde acaba entrando y nada más hacerlo descubre que no está solo, la necesidad. Otra causa relativamente razonable en ocasiones ha llevado allí a Ben (Leon M. Lion) un vagabundo que aprovecha lo que la vida le tiende en su tacaña mano para poder tirar hacia delante y una casa vacía es un perfecto lugar donde dejar que transcurra su macilento cuerpo.

Como gran maestro del suspense lo primero que hace es mostrarnos como está la situación, en numerosas ocasiones hemos llegado a la conclusión de que si somos testigos de lo que ocurre al final acabamos implicándonos aun más en la trama incluso llegando a ser a veces nosotros los protagonistas o poniéndonos en el pellejo de algunos de los personajes, esto el maestro lo sabía y es el recurso del que realmente hizo gala en la casi totalidad de sus trabajos.

Hay dos elementos que destacaría de entre todos los recursos que utiliza que no son pocos, sin ir más lejos durante bastante tiempo dentro del largometraje se juega una y otra vez con maquetas a escala para intentar transmitir la intensidad de la persecución de un tren que debe llegar a un ferry y que a la vez es perseguido por un autobús, ahí es nada. El caso es que el mayor trabajo lo acapara a la hora de jugar con la iluminación del film, continuamente estamos ante un combate entre luces y sombras que el director aprovecha para añadir incertidumbre al conjunto, para ello se ayuda de que él mismo vino a denominar lo que es un mcguffin, como es la vela que continuamente se apaga y enciende y de manera indirecta se convierte en protagonista de esta parte del film.

El caso es que el guión parece interesante, ladrones, joyas, detectives que acaban siendo desenmascarados, algún que otro aprovechado de turno y la pizca de humor negro que tanto le gustaba traída de la mano del raterillo Ben. Pero según avanza la narración todo se viene un poco abajo y me dio esta sensación cuando más y más personajes se iban sumando a la trama, el caso es que tan pequeña película se podía haber solventado aun con mucha menos gente y de una manera más satisfactoria, que no mala, no se vayan a equivocar en mis apreciaciones.



TRONCHA

1 comentario:

john mcclane dijo...

Una de las pocas películas que aún no veo del maestro Hitchcock. Muy buena reseña.

Saludos!