"El hotel del alpinista muerto" de Grigory Kromanov
Que vueltas que a veces da la vida, quien iba a decirme a mi que iba a estar viendo una película Estonia de ciencia ficción, aunque si lo pensamos fríamente y observamos este globalizado mundo que nos rodea podemos reflexionar que cualquier cosa que es posible, gracias a Internet todo es un poco de todos y las distancias se acortan, el caso es que como las cosas raras me dan más morbo aun, pues que me puse con ella, a ver que conseguía sacar en claro.
De lo primero que uno se da cuenta porque obviamente salta a la vista (nunca mejor dicho) es que la calidad del film es bastante floja, vale aceptamos que en aquella época en la que se realizó, hacia el 1979, seguro que Estonia estaba cerrada al mundo exterior y los recursos y la financiación de la misma serían muy complicadas, pero lo que si se debería haber cuidado es un mejor uso de la cámara no llegando a enfoques deficientes que saquen a los actores fuera del encuadre.
A través de ciertas imágenes rodadas de los reflejos que producen los espejos y otras de personajes a través de un cristal, nos intentan transmitir que lo que estamos viendo no es lo que parece, el problema es que está tan mal transmitido que no podemos creer lo que la historia dice porque nuestros ojos la hacen inverosímil, dicha historia es una adaptación de la novela de los hermanos Strugatsky, que sin haberla leído segura que es mucho mejor en cuanto a la creación de ambientes y atmósferas, algo que en la película no llega bajo ningún concepto.
La primera parte del film el espectador está totalmente descontrolado, le han situado en un inhóspito lugar que recuerda mucho al ambiente de la película “El resplandor” (1980) pero tan solo en eso no se ilusionen en que en mucho más, por supuesto, ante tal desmán de lenguaje cinematográfico se tiene que imponer el verbal, con lo que asistimos a una soberbia escena en plan Agatha Christie o Hercules Poirot, cuando al final del film reunían a sus sospechosos y desvelaban al culpable, en nuestro caso no sabemos si comenzar a reír de lo que hemos oído o quedarnos con la boca abierta.
El caso es que el final es de los más arduo, donde no les aconsejo que se pierdan el intento de fuga y la resolución de la misma, ante la falta de medios mencionada en anteriores párrafos el remedio empleado es a veces peor que la enfermedad, eso si curiosa la conclusión final del protagonista el inspector Glebsky (Uldis Pucitis), en definitiva se me antoja una mala adaptación de una obra literaria que quizás en otras manos, otro lugar u otro momento hubiera dado mejor fruto, quien sabe, estamos en la era de los remakes.
De lo primero que uno se da cuenta porque obviamente salta a la vista (nunca mejor dicho) es que la calidad del film es bastante floja, vale aceptamos que en aquella época en la que se realizó, hacia el 1979, seguro que Estonia estaba cerrada al mundo exterior y los recursos y la financiación de la misma serían muy complicadas, pero lo que si se debería haber cuidado es un mejor uso de la cámara no llegando a enfoques deficientes que saquen a los actores fuera del encuadre.
A través de ciertas imágenes rodadas de los reflejos que producen los espejos y otras de personajes a través de un cristal, nos intentan transmitir que lo que estamos viendo no es lo que parece, el problema es que está tan mal transmitido que no podemos creer lo que la historia dice porque nuestros ojos la hacen inverosímil, dicha historia es una adaptación de la novela de los hermanos Strugatsky, que sin haberla leído segura que es mucho mejor en cuanto a la creación de ambientes y atmósferas, algo que en la película no llega bajo ningún concepto.
La primera parte del film el espectador está totalmente descontrolado, le han situado en un inhóspito lugar que recuerda mucho al ambiente de la película “El resplandor” (1980) pero tan solo en eso no se ilusionen en que en mucho más, por supuesto, ante tal desmán de lenguaje cinematográfico se tiene que imponer el verbal, con lo que asistimos a una soberbia escena en plan Agatha Christie o Hercules Poirot, cuando al final del film reunían a sus sospechosos y desvelaban al culpable, en nuestro caso no sabemos si comenzar a reír de lo que hemos oído o quedarnos con la boca abierta.
El caso es que el final es de los más arduo, donde no les aconsejo que se pierdan el intento de fuga y la resolución de la misma, ante la falta de medios mencionada en anteriores párrafos el remedio empleado es a veces peor que la enfermedad, eso si curiosa la conclusión final del protagonista el inspector Glebsky (Uldis Pucitis), en definitiva se me antoja una mala adaptación de una obra literaria que quizás en otras manos, otro lugar u otro momento hubiera dado mejor fruto, quien sabe, estamos en la era de los remakes.
TRONCHA
2 comentarios:
No había oído hablar de esta película nunca. Dices que es flojita, pero a mí me encanta ver estas rarezas: Estonia y de ciencia ficción, todo un caramelito, je!. A buscarla voy...
Saludos!
Defiendo mi postura respecto a Águila roja (que tampoco es cuestión de desgañitar la voz proclamando sus escasas, que no nulas, virtudes) en otro comentario a continuación del que has tenido la amabilidad de dejar en mi post. Y aprovecho para visitar el tuyo, un descubrimiento encabezado por el gran Lino que habrá que repetir. Un saludo.
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