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viernes, 9 de enero de 2009

"Uno, dos, tres" de Billy Wilder

Cuando uno se pone delante de Billy Wilder parece que va predispuesto ya que según muchos es el mejor director del mundo de todos los tiempos, poco amigo de hacer listas ese honor creo que no le corresponde a nadie, hay muchos muy buenos y que lo hicieron muy bien en determinados trabajos y hay infinidad, más de los que desearíamos, muy malos, el caso es que ponerse ante uno de los mejores y no quedar a gusto del todo es como crearte un compromiso en este mundillo.

Según la reciente biografía que estoy leyendo acerca del insigne director, concretamente escrita por Hellmuth Karasek, en la primera parte del guión original aparecía acerca de la película la siguiente frase: “Esta pieza debería tocarse molto furioso. Velocidad sugerida: 110 millas por hora en las curvas, 140 en las rectas”. Y a fe que cuando alguien se pone delante de este trabajo se da cuenta que la premisa se ha conseguido, otra cosa es que este ritmo guste, porque sinceramente a un servidor no le agrada demasiado, incluso tanta rapidez parece cansar.

No estoy intentando tirar por tierra la obra de Wilder, ni muchísimo menos esta en concreto pero si que tengo que decir que el tiempo en ocasiones no pasa en balde y que hay cosas que en cierta época están muy en vigor y pasados unos años quedan deslucidas, yo viví la guerra fría y entiendo los múltiples chistes del film, pero un espectador que no esté en mi caso les juro que en la gran mayoría se quedaría in albis. Y claro está que la película tan solo es diálogo por decirlo de alguna manera, estamos ante una batería de chistes tras otra para mantener alerta al espectador.

El más grande es el papel del gran magnate McNamara (James Cagney) es el que soporta toda la acción a través de sus extensos y rotundos diálogos llenos de doble intención, por supuesto salidos de la aguda mente del propio director, lo que ocurre es que en principio nos puede parecer de un gran talento, pero según avanza la acción va perdiendo el gracejo del inicio. El reparto en general, incluido Cagney, tuvo muchos problemas durante el rodaje, entre ellos y con el mismo director, aun así ninguno está al nivel del presidente de Coca-cola en Alemania.

En su día la crítica vapuleó la película de Wilder, aunque ahora es considerada una de las grandes comedias de la historia, en mi opinión “Con faldas y a lo loco” (1959) me parece muy superior, dejando a un lado las temáticas de ambas, el caso es que la película se rodó antes de levantar el famoso muro de Berlín que tantas y tantas vidas acabó cobrándose y el principal motivo de ataque hacia la película era que Wilder frivolizara con un tema de tanta seriedad, esto me parece injusto ya que las circunstancias no tienen nada que ver, pero el cine a veces tiene estas cosas.

El caso es que podemos ser testigos de una gran cantidad de chistes a lo largo de toda la historia, de cómo el capitalismo es capaz de corromper a cualquier proletario por muy puro que se crea y de muy firmes principios, lo que si queda bastante claro es que es el anuncio de Coca-cola más largo que he visto en mi vida, lo que me inclina a pensar que sino en su totalidad, buena parte del largometraje fue financiado por la mastodóntica empresa de refrescos de Atlanta.

TRONCHA

3 comentarios:

Anónimo dijo...

FELIZ AÑO NUEVO!!!
VOLVEMOS A ESTAR DE NUEVO EN CONTACTO.
UN FUERTE ABRAZO!!!
http://pablocine.blogia.com

elprimerhombre dijo...

Pues a mí me gustó mucho esta peli. Bueno, la verdad es que toda la filmografía de Billy Wilder es estupenda. Y para mí, basándome en su trayectoria, sí que podría adjudicarle el trono del mejor director de la historia del cine, sobre todo porque realizó varias obras maestras. Sólo con PERDICION o EL CREPUSCULO DE LOS DIOSES ya merece un lugar en la cumbre. Un saludo!

Los Burgomaestres dijo...

Debo afirmar que "Uno, dos, tres" me sigue pareciendo espléndida. Casualmente, la he visto recientemente y me sigue pareciendo un alarde de talento, sólo al alcance de muy pocos creadores en la historia del cine. En el terreno de la comedia, antes de Wilder, Lubitsch, Mitchell Leisen o Howard Hawks, y después de él, nadie. La juicios de la crítica norteamericana era bastante discutible en los años sesenta, en mi opinión. "Uno, dos, tres", como "La jauría humana", de Arthur Penn, pagaron las consecuencias de pisar demasiados callos. Por fortuna, hoy pueden verse como lo que son, magníficas obras del mejor cine. Consecuencia de la miopía malsana de la crítica de entonces fue que James Cagney, que está magistral como el ejecutivo Macnamara, se retirara prácticamente del cine (hasta ser recuperado, mucho después, en "Ragtime", de Milos Forman).
En fin, entiendo tu punto de vista, amigo troncha, pero me reafirmo en la vigencia absoluta de esa gran farsa satírica socio-política (con deliciosos resabios de "Ninotchka")que es "Uno, dos, tres".
"Igor:-Nuestras alianzas fueron forjadas con acero krupp de los cañones que defendieron valientemente Stalingrado!
Macnamara:-¡No me importa quien sea tu joyero!"