"Letters from Iwo Jima" (Cartas desde Iwo Jima) de Clint Eastwood
Hay directores que simplemente por el hecho de crear una nueva película, ya de por si, nos ofrecen ciertas garantias, y que de alguna manera hacen que nos arriesguemos con ellos a pagar el alto precio que nos cuesta actualmente visionar cualquier producto generado por el mundo del celuloide, y no volvernos a casa con la sensación de que hemos tirado nuestro dinero, o que de alguna manera, nos la han jugado de una manera o de otra.
Debo decir que me cuento entre los admiradores del cine de Eastwood, que dos de sus mejores producciones, me parecieron estar a una gran altura como son el caso de “Mystic River” (2003) y “Million Dollar Baby” (2004), me parecen películas correctas sobre todo con dos grandes historias en las que se nota la mano del director y que de alguna manera, me parecen hasta el momento sus dos mejores obras, y por supuesto en el orden que las he escrito.
En este caso nos situamos frente a una historia de sentimientos, sobre todo de sufrimientos por parte de un grupo de japoneses, cuya mala suerte es defender uno de los últimos bastiones de su patria antes de la capitulación total de Japón al ejercito aliado, en particular al americano, devolviéndoles así de alguna manera la bofetada que recibieron en Pearl Harbor, a través de las cartas de aquellos héroes que resistieron hasta con su última gota de sangre, intentando evitar lo inevitable.
El largometraje, pretende mostrarnos la forma de ser, vivir y actuar del pueblo japonés, lo que ocurre es que nos lo intenta hacer en una ambiente y condiciones especiales de carácter bélico, y esto quizás no es el más apropiado para que el espectador comprenda la idiosincrasia del pueblo nipón, los que quizás estamos más acostumbrados a ver obras japonesas y de alguna manera esta cultura nos es más cercana, esta realización para nada nos va a sorprender, ya que respecto a ese tema no aporta nada nuevo.
Bajo mi punto de vista, uno de los mayores fallos que hay en la producción es el que la cultura del seppuku o harakiri, no está bien mostrada, me da la sensación que el director norteamericano se regodea demasiado en escenas de carnaza cuando realmente no resulta necesario, y por tanto puede resultar confusa para el espectador occidental, el honor incluso después de la muerte es un altísimo valor en la ancestral y milenaria tradición japonesa, y creo que no llega a transmitirse de la manera que se debería.
Da la sensación durante toda la obra que el director no quiere tomar partido ni por un lado ni por otro, está como muy empeñado en agradar a todos, e intentar mostrarnos que el ser humano es como es, independientemente de su nacionalidad, y nos lo demuestra incluyendo a dos personajes como el Barón Nishi (Tsuyoshi Ihara) y el general Kuribayashi (Ken Watanabe) que antes del conflicto bélico han tenido contacto con el mundo occidental y que de alguna manera conocen como es el enemigo. En contraposición un poco a todo este tema del honor y de la obligación hacia la patria, está Saigo (Kazunari Ninomiya), tremendamente práctico, el vela por su vida, lo demás le da igual, resulta magistral el diálogo cuando el general se dirije directamente a él, y le dice que es un buen soldado, y este le contesta, yo soy panadero, haciendo alusión a su ocupación antes de la guerra.
En definitiva se nos muestra una película en la que vemos los horrores de la guerra, las miserias y carencias, y el sentido práctico de la vida de la clase social más baja en contraste con las obligaciones del honor y ciertos códigos de una clase social que ocupa escalones más altos, todo ello en una historia narrada de una forma correcta, pero al mismo tiempo muy previsible, sin sobresaltos, ni sorpresas. Asi se obtiene un resultado digno, sin más, correcto, pero sin grandes pretensiones.
Como anécdota, añadir que cuando pedi las entradas en taquilla, la señorita que me las dispensó, antes de hacerlo me advirtió, “¿Señor sabe ustes que es en versión original?”, esboze mi mejor sonrisa y asentí… cuanto queda en este pais por aprender de cine, y por supuesto que cada uno tome esta frase como le parezca.
Debo decir que me cuento entre los admiradores del cine de Eastwood, que dos de sus mejores producciones, me parecieron estar a una gran altura como son el caso de “Mystic River” (2003) y “Million Dollar Baby” (2004), me parecen películas correctas sobre todo con dos grandes historias en las que se nota la mano del director y que de alguna manera, me parecen hasta el momento sus dos mejores obras, y por supuesto en el orden que las he escrito.
En este caso nos situamos frente a una historia de sentimientos, sobre todo de sufrimientos por parte de un grupo de japoneses, cuya mala suerte es defender uno de los últimos bastiones de su patria antes de la capitulación total de Japón al ejercito aliado, en particular al americano, devolviéndoles así de alguna manera la bofetada que recibieron en Pearl Harbor, a través de las cartas de aquellos héroes que resistieron hasta con su última gota de sangre, intentando evitar lo inevitable.
El largometraje, pretende mostrarnos la forma de ser, vivir y actuar del pueblo japonés, lo que ocurre es que nos lo intenta hacer en una ambiente y condiciones especiales de carácter bélico, y esto quizás no es el más apropiado para que el espectador comprenda la idiosincrasia del pueblo nipón, los que quizás estamos más acostumbrados a ver obras japonesas y de alguna manera esta cultura nos es más cercana, esta realización para nada nos va a sorprender, ya que respecto a ese tema no aporta nada nuevo.
Bajo mi punto de vista, uno de los mayores fallos que hay en la producción es el que la cultura del seppuku o harakiri, no está bien mostrada, me da la sensación que el director norteamericano se regodea demasiado en escenas de carnaza cuando realmente no resulta necesario, y por tanto puede resultar confusa para el espectador occidental, el honor incluso después de la muerte es un altísimo valor en la ancestral y milenaria tradición japonesa, y creo que no llega a transmitirse de la manera que se debería.
Da la sensación durante toda la obra que el director no quiere tomar partido ni por un lado ni por otro, está como muy empeñado en agradar a todos, e intentar mostrarnos que el ser humano es como es, independientemente de su nacionalidad, y nos lo demuestra incluyendo a dos personajes como el Barón Nishi (Tsuyoshi Ihara) y el general Kuribayashi (Ken Watanabe) que antes del conflicto bélico han tenido contacto con el mundo occidental y que de alguna manera conocen como es el enemigo. En contraposición un poco a todo este tema del honor y de la obligación hacia la patria, está Saigo (Kazunari Ninomiya), tremendamente práctico, el vela por su vida, lo demás le da igual, resulta magistral el diálogo cuando el general se dirije directamente a él, y le dice que es un buen soldado, y este le contesta, yo soy panadero, haciendo alusión a su ocupación antes de la guerra.
En definitiva se nos muestra una película en la que vemos los horrores de la guerra, las miserias y carencias, y el sentido práctico de la vida de la clase social más baja en contraste con las obligaciones del honor y ciertos códigos de una clase social que ocupa escalones más altos, todo ello en una historia narrada de una forma correcta, pero al mismo tiempo muy previsible, sin sobresaltos, ni sorpresas. Asi se obtiene un resultado digno, sin más, correcto, pero sin grandes pretensiones.
Como anécdota, añadir que cuando pedi las entradas en taquilla, la señorita que me las dispensó, antes de hacerlo me advirtió, “¿Señor sabe ustes que es en versión original?”, esboze mi mejor sonrisa y asentí… cuanto queda en este pais por aprender de cine, y por supuesto que cada uno tome esta frase como le parezca.
TRONCHA
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