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viernes, 27 de marzo de 2009

"El último rey de Escocia" de Kevin McDonald

Otra de mis curiosas persecuciones cinematográficas, siguiendo la estela de este film desde hacía meses, a veces por mi trabajo tengo la oportunidad de ver el mismo film unas cinco veces por semana, le juro que no exagero, pero hay otras que las cosas vienen mal dadas y cuando no es por pitos es por flautas siempre hay algún trabajo que merece la pena y que dejas escapar, bueno pues por fin llegado el momento.

Después de terminar de ver el film se podría describir como uno de los ejemplos claros en los que un actor salva el trabajo y todo ello gracias a la gran interpretación del personaje de Idi Amin por parte de Forest Whitaker, que ensombrece al resto de los que le acompañan, dejando que parezcan una mera comparsa, sirva como ejemplo el del doctor Nicholas Garrigan, interpretado por un insípido James McAvoy, que no traspasa la pantalla por ninguna de sus partes, demasiada tela para tan poco sastre.

Nos situamos en la década de los años setenta, en un país de África, en concreto en Uganda, ante la figura de un dictador como fue Idi Amin, del que en su momento se escribieron verdaderas atrocidades, muchas de ellas verdad y otras tremendamente exageradas, pero que de alguna manera fue un sujeto que tuvo relevancia internacional, pues bien, pienso que al director se le escapa vivo después de ver la historia que nos cuenta.

Digo esto porque acabo con la sensación de que no profundiza lo suficiente en algunos aspectos, Amin era un personaje depravado que seguramente se podría haber dado mucho más de si, se podrían haber mostrado de una forma más fiel los continuos excesos con sus compatriotas y no haber basado la historia en un poco interesante médico que va a realizar practicas al continente negro, pero que da la sensación que el mayor de sus problemas es intentar mantener su pene dentro de la cremallera de su bragueta.

El enfoque de la historia por eso me parece erróneo, dejando de lado a otros personajes que pudieran haber ayudado en el desarrollo del guión, pero que acaban desapareciendo de repente, como si de seguidores de Obote se tratara (cuando la vean entenderán esta frase), nos acaban mostrando una Uganda moderna, con ciertas comodidades, pero ocultándonos la cara real de pobreza, hambruna y falta de medios sanitarios, a veces tenemos al sensación de que estamos ante un sueño que nada es real y que de un momento a otro vamos a despertar.

Siendo francos y claros, la película merece poco la pena, ni siquiera porque realmente no nos muestra muchos de los hechos como ocurrieron, si que agradecerán la actuación de Whitaker con la que obtuvo el oscar de 2007 al mejor actor, pero quizás se queden con la sensación que quedé yo y es que hay veces que el cine sirve de excusa a algunos para edulcorar la realidad y que ello deje esa impresión en su mente para tener una versión manipulada de lo que ocurrió en uno u otro momento de la historia, por supuesto para eso están ustedes, si se conforman con ello o por contrario pretenden más.



TRONCHA


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