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viernes, 15 de febrero de 2008

"La evasión" de Jacques Becker

1947, cárcel de “La Santè”, por si estas palabras que aparecen en la pantalla nos dijeran poco, Becker nos mediante imágenes lo primero que nos enseña son los altos e impenetrables muros de dicha institución penitenciaria, no puedo negar que estas películas que versan sobre temática carcelaria siempre tienen bastante atractivo, quizás es que tengamos cierta curiosidad o morbo porque no decirlo de cómo es la vida dentro de estos lugares, de cómo se desarrolla y en definitiva de cómo se las apañan para vivir e incluso en ocasiones sobrevivir.

El realizador se encarga desde el principio de mostrarnos este hábitat de cómo es el entorno y los que desarrollan su existencia en él, de las privaciones que sufren y de lo mermada que está su libertad, aunque esta impresión la llevamos al principio ya que según va avanzando la historia es como si el medio penitenciario fuera ablandándose para acabar suavizándose bastante llegando incluso a un tono de cierta sensiblería entre los propios presos, esto no significa que no estemos frente a unos tíos duros que por supuesto todos son inocentes y en los que prepondera ante todo el sentimiento de lealtad y amistad.

Algo que hace bastante importante la película es como logra transmitir la convivencia de los reclusos en el reducido espacio de su celda, como escena tras escena todo encaja perfectamente, casi nunca los protagonistas están fuera de encuadre, ocupados en sus quehaceres habituales y los no tanto, ya que la mayor pretensión de alguien que tiene privada su libertad es conseguirla a cualquier precio, de aquí que todos planeen la huida, el problema es el quinto integrante y recién llegado Gaspard (Marc Michel) pueden confiar en él, acabaran contándoselo, aunque la decisión es que si, el recelo anidará en los corazones de sus compañeros hasta prácticamente el final.

El suspense y la incertidumbre se logran mantener a través de todo el film, de cómo poco a poco nos van mostrando como van a conseguir excavar un túnel para poder huir de prisión, de cómo solventaran los problemas que vayan encontrando por el camino, la película realmente es de lo que trata, de como optimizar todos los medios que tienen a su alcance para que cualquier cosa por ínfima que sea tenga su función, enseres que en el mundo exterior ni siquiera tendríamos en cuenta, aquí tienen una gran relevancia, un simple hierro que actuará de ganzúa, dos frascos de cristal, servirán de reloj de arena, incluso la fantástica simbiosis que realizan un cepillo de dientes y los restos de un espejo roto.

Todo está en equilibrio todo funciona como un perfecto mecanismo de relojería, los habitantes de este planeta cárcel cumplen su función, el problema es cuando algo rompe ese equilibrio y da con todo al traste, lo más criticable me parece el final, que se me hace muy previsible, perfectamente podemos ver lo que va a ocurrir, aun así estamos ante un homenaje a la astucia e inteligencia del ser humano expresado a través de Roland (Jean Keraudy).

TRONCHA

1 comentario:

Sunwell Crag dijo...

Me parece increíble y de muy buen gusto que alguien se "acuerde" de esta maravilla de película.