"L627" de Bertrand Tavernier
Cuando no sabemos nada de una película lo mejor antes de verla o poner nuestros aparatos domésticos dispuestos para poder grabarla, es mejor informarse un poco, dar un garbeo por la red de redes, hablar con un amigo por supuesto de fiar o tener la suerte de leer algo en alguna revista, algo complicado, pues este es el caso que me ocurrió con esta película del cineasta francés Bertrand Tavernier, y me incliné a grabarla para cuando el futuro proveyera poder visualizarla, momento en que llegó la desidia.
Este film lo voy a calificar de los castigados por el tiempo, porque muy probablemente en el momento de su estreno, debió tener mucho más impacto que el que tendría ahora mismo, sirve como vehículo de denuncia de los justos, de lo complicado que es obtener resultados para los policías, en ocasiones por culpa de sus incompetentes e interesados superiores y en otros por la propia falta de medios.
Todo esto nos acaba llevando a un entorno en el que nos intentan inculcar la idea de que los policías son algo así como personas excepcionales que casi de una forma altruista se desviven por su trabajo, y que de alguna manera esta dedicación justifica los métodos que llegan a emplear para la consecución de ciertos fines. Sinceramente no logra transmitir ningún sentimiento de empatía hacia dichos personajes.
La obra está falta de profundidad, la dureza que emplean en algunas de las escenas es muy light, no es una violencia desgarradora que nos pueda dejar petrificados en el asiento, incluso a veces roza lo infantil, los planteamientos en ningún momento me parecen los correctos, incluso los personajes parecen cortados por el mismo patrón, dejando aparte la nefasta interpretación por parte de algunos de ellos, en el fondo el grupo policial de estupefacientes me recuerda más a un grupo de clowns del cirque du soleil, con sus bromas y pantomimas continuas.
La falta de ritmo y el tempo totalmente descoordinado de la obra no le permite al director ni siquiera llegarnos con los sentimientos del protagonista Lucien Marguet (Didier Bezace) intentando dejarlo a mitad del camino entre un amor u otro, entre la obligación y la devoción, pero como ya comentaba sin llegar a conseguirlo.
Este film lo voy a calificar de los castigados por el tiempo, porque muy probablemente en el momento de su estreno, debió tener mucho más impacto que el que tendría ahora mismo, sirve como vehículo de denuncia de los justos, de lo complicado que es obtener resultados para los policías, en ocasiones por culpa de sus incompetentes e interesados superiores y en otros por la propia falta de medios.
Todo esto nos acaba llevando a un entorno en el que nos intentan inculcar la idea de que los policías son algo así como personas excepcionales que casi de una forma altruista se desviven por su trabajo, y que de alguna manera esta dedicación justifica los métodos que llegan a emplear para la consecución de ciertos fines. Sinceramente no logra transmitir ningún sentimiento de empatía hacia dichos personajes.
La obra está falta de profundidad, la dureza que emplean en algunas de las escenas es muy light, no es una violencia desgarradora que nos pueda dejar petrificados en el asiento, incluso a veces roza lo infantil, los planteamientos en ningún momento me parecen los correctos, incluso los personajes parecen cortados por el mismo patrón, dejando aparte la nefasta interpretación por parte de algunos de ellos, en el fondo el grupo policial de estupefacientes me recuerda más a un grupo de clowns del cirque du soleil, con sus bromas y pantomimas continuas.
La falta de ritmo y el tempo totalmente descoordinado de la obra no le permite al director ni siquiera llegarnos con los sentimientos del protagonista Lucien Marguet (Didier Bezace) intentando dejarlo a mitad del camino entre un amor u otro, entre la obligación y la devoción, pero como ya comentaba sin llegar a conseguirlo.
TRONCHA
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