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miércoles, 19 de agosto de 2009

"Azul" de Krysztof Kieslowski

You can read this text translated into english at: Blue

Con esta primera reseña comienza el análisis de la trilogía que hizo Kieslowski a principios de los años noventa en homenaje al país que le acogió Francia y que forma más original de hacerlo que denominando a cada uno de sus trabajos con los colores de la bandera gala. No piense por esto que vamos a encontrar algo distinto a lo que nos tiene acostumbrados el director polaco, estamos ante su típico cine de sentimientos profundos y de esa particular forma de que trasciendan a través de la pantalla.

Su fiel "lazarillo" Zbigniew Preisner es una vez más el encargado de la música de este triple trabajo, sirviendo el sonido como hilo conductor entre espectador y director. Incluso en este primer trabajo el elemento musical es mucho más importante que el resto ya que una de las tramas del mismo la supone el intento de terminar una sinfonía inacabada que será interpretada por doce orquestas a la vez en el día de conmemoración de la unión europea.

Aun sin olvidar los aspectos del párrafo anterior el hilo principal de la historia lo ocupa el sufrimiento de Julie Vignon (Juliette Binoche) una mujer marcada por la tragedia familiar, a raíz de un accidente queda sola en la vida, sin un referente claro, y lo que es peor con los sentimientos enquistados en su interior. Algo que su aspecto exterior no llega a transmitir, su dolor es tan profundo que ni siquiera puede liberarse de él a través del llanto, por lo que todo esto le hace renunciar a toda la nueva realidad que se le presenta frente a ella.

El ritmo de la película es quizás demasiado tenue en ocasiones, pero no nos equivoquemos esto no quiere decir que se haga lenta e incomoda, lo que interesa es transmitir lo que nuestros protagonistas padecen y sienten. Todo esto acompañado de un excelso uno de la cámara que en ocasiones se centra en objetos que aparecen en primer plano y que nos recuerdan de alguna manera al cine de Bresson , utensilios cotidianos que a su vez parecen contarnos historias y sentir y padecer como los sujetos que los usan.

La estructura de la película es similar a la de un concierto o la de una pieza musical de ópera, en la que las escenas se suceden en actos con sus controladas y típicas pausas, mis conocimientos sobre música clásica son muy precarios lo que hace que esta afirmación pueda ser rebatida por alguien que por aquí pase, pero en definitiva eso está bien, aquí estamos para aprender y que nos enseñen.

TRONCHA

4 comentarios:

GUSTAVO dijo...

Sabias que una de las cosas que lo desvelaban sobre este film, era que queria filmar la musica?
Creo que responde en cierta manera tu acertado epilogo del comentario.
Es una de mis peliculas preferidas, de hecho Kieslowski es uno de mis directores favoritos. Graba el dolor como pocos en el celuloide.
Todavia recuerdo el dia que me entere por el informativo su muerte, senti un vacio enorme en el estomago... Algo desaparecio ese dia.
Saludos!

http://cinemaparadisouy.blogspot.com

Crowley dijo...

Kieslowski es un cineasta imprescindible,como esta trilogía de colores. Filmar la música... muy poético, como Pere Portabella en La música antes de Bach
Saludos

Luis Cifer dijo...

A mí este film me gustó mucho, muy bello y poético. Una forma perfecta de unir imagen y música.

Su decálogo es algo duro y difícil pero vale la pena. En especial me gustó No amarás.

troncha dijo...

Más adelante trataremos también en el blog, el decálogo, estoy de acuerdo contigo en que es de mayor dureza y que llega más hondo.

Saludos...