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lunes, 17 de agosto de 2009

"091, policía al habla" de José María Forqué

You can read this text translated into english at: 091, policía al habla


Desde que allá a principios de los años cincuenta comienza a esbozarse el género negro español han surgido ya unas cuantas películas que han ido dando cierta envergadura a esta tendencia que surge en nuestro país, sobre todo las que se comenzaron a realizar en la zona de Barcelona y de directores de aquellas latitudes. En este caso y en contra de lo dicho anteriormente toda la acción se desarrolla en la capital, Madrid, lo que hace que el largometraje pierda algo de cosmopolitismo pero gane en firmeza y le haga en consecuencia más patrio y generalista.

Son varios los elementos que viene a tratar, no se limita a un hecho aunque si que tenemos que estar de acuerdo que el tema de la venga es el que hila al resto, personificado en la figura del comisario Andrés Martín, interpretado por un joven y aun en ciernes Adolfo Marsillach. Un personaje en el que se ha pretendido reflejar todas las cualidades del cuerpo nacional de policía de aquellos tiempos, sirva esto para apuntar que el film en muchas ocasiones tiene trazas de documental más que de narración fílmica.

El caso es que Forqué en su trabajo aprovecha para mostrarnos el amplio periplo de actividades que realiza el glorioso y abnegado cuerpo de policía en la época franquista. Desde ser capaces de resolver el más complicado de los casos y detener a los autores de un robo de bastante envergadura, como el de ayudar al simple ciudadano que malvive en los suburbios de la ciudad y que necesita de ellos para salvar la vida de un niño.

A través de este periplo, de esta especie de viaje "nocturno", ya que no hay que olvidar que la acción transcurre casi en tiempo real y durante una noche de servicio. La realización sirve de ejemplo propagandista para que el ciudadano que acuda a las salas acabe encantado con las labores de la policía y como ya apuntàbamos antes todo ello encarnado en la figura del comisario Martin. En el que la desgracia se ha alojado en lo personal, pero esto no le impide cumplir perfectamente con sus obligaciones como no podía ser menos en un honorable miembro del cuerpo, dejando de lado esa venganza personal para anteponer los intereses generales.

En contraposición a tanta seriedad, que todo hay que decirlo a veces tensa el film, nos encontramos con un tipo de delincuentes menores que tan solo pretenden subsistir, esa especie de pícaros que tan solo pretenden subsistir con sus hurtos y huyen de complicaciones y de delitos de mayor calado. Pues bien como decía estos son los que ponen la parte cómica, picaresca, esos dos "lazarillos" son Charles (Tony Leblanc) y Bicho (Manolo Gómez Bur), que acometen dos papeles geniales de los que nos tienen acostumbrados a través de nuestra filmografía.

En definitiva realmente no definiría este trabajo como el perfecto paradigma de cine negro, sino que sería algo así como un policíaco social, ya que parece reflejar como todos los estamentos de la vida pueden verse inmersos de una manera u otra en algún conflicto. Y como por supuesto ahí está la policía para hacer de juez de paz y saber donde tiene que tensar los hilos para no dar carrete a ciertas infracciones pero también saber tener mano izquierda para quien realmente se ha desviado un poco del camino correcto y hay oportunidad de que con una pequeña ayuda vuelva por la senda correcta.


TRONCHA

1 comentario:

Crowley dijo...

Esta película no la conocía (algunas veces nos da por olvidar el cine de aquí) y veo que es un error por mi parte. Me pongo a buscarla ya.
Saludos