
Este primer párrafo de cada reseña suele servir para definir alguna sensación personal que me aflora a raíz de ver la película que a continuación describo, en este caso lo voy a aprovechar para felicitar a la distribuidora
Warner Bros por la iniciativa que han tenido de crear un pase exclusivo para los modestos bloggers como nosotros, desde aquí les animo a que la iniciativa continué con otras realizaciones, sobre todo darles las gracias por hacernos sentir bien, por tratarnos con sumo respeto y por acordarse de personas que no vivimos de esto que lo tomamos como afición, pero que consideran que nuestra opinión también es válida sea a favor o en contra y asumen ese riesgo.
En particular felicitar a dos personas, ese chico de camisa blanca y barba, que nos transmitía calor y cariño al llegar al pase y esa chica morena, pizpireta y menudita, con su tarjeta de acceso al edificio colgada cinta corporativa al cuello, que nos invitó a ser libres en nuestra opinión y pensamiento, lo siento soy un desastre para los nombres no me acuerdo como os llamabais, si pasáis por aquí, por favor dejarlo en los comentarios, disculpadme.
Cuando uno ve el título y sobre todo la temática del film lo primero que piensa es en los típicos tópicos de las películas de cárceles de mujeres, que tanto éxito tuvieron hacia la década de los años setenta y ochenta, el caso es que es inevitable que aparezcan ciertos temas bastante recurrentes como son las drogas o el lesbianismo, en este caso están tratados de una forma totalmente distinta a como se hacía en épocas pretéritas, en este caso se nota que la mano de una mujer como Belén Macías está detrás.
La cinta de principio a fin pretende impregnarse de sentimentalismo, y quizás el problema principal es este, que la mayor reivindicación de su autora sea que todos sintamos pena ante la cámara, pena de lo que les ocurre a sus personajes, pero el espectador quizás curado de espanto ya ante tantas cosas vistas no llega a sorprenderse por lo que tiene delante de si, no llega esa transmisión que consigue que nos identifiquemos con las chicas de nuestra historia, por supuesto esta falta de transmisión redunda negativamente en la calidad del trabajo.

Los personajes parecen bien perfilados pero son someros, funcionan mucho mejor en grupo que de forma individual, exceptuando quizás el papel secundario de Dolores (
Ana Wagener) a la que se agradece su interpretación, su presencia en las escenas inspira un punto de ternura y humor, rara mezcla, que consigue que no pierdas del todo el interés, por otro lado aseada la interpretación de Mar (
Candela Peña), porque me da la sensación que esta actriz es capaz de bastante más, por decirlo de otro modo el film se queda pequeño para ella, por último la protagonista Isa (
Verónica Echegui) está acercándose peligrosamente a encasillarse en los trabajos que hace y ya se sabe cuando en este santo país te cuelgan el
San Benito.
Lo que ocurre es que la cinta tiene un buen punto de partida, pero en mi opinión se queda en la superficie, no ahonda lo suficiente en la problemática de las cárceles, hay escenas en las que da la sensación que no estamos en una cárcel sino en un centro de acogida o institución similar, no sabría como definirlo, el trato es demasiado tierno para que nos creamos lo que vemos, las subtramas paralelas a la principal, no están desarrolladas lo suficiente para que sepamos el porque de que ocurran o no ciertas cosas.
En resumen estamos ante una película con pretensiones, pero que se queda a mitad de camino, teniendo base suficiente para haber podido llegar, interpretada principalmente por mujeres, dirigidas por una mujer, que nos intenta describir una problemática concreta de las féminas, pero que en ningún momento me resulto feminista, no salimos mal parados los hombres esa no es la preocupación que tiene la realizadora, su mayor preocupación es culpar a la vida, sobre todo por el trato que dispensa a algunas personas de su mismo sexo.