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miércoles, 21 de abril de 2010

"Madre" de Mikio Naruse

El cine de Naruse se ha caracterizado por ser el mayor exponente del concepto Mono no aware que dicho en cristiano aunque no sea demasiado explicativo significa algo así como la belleza de lo efímero. Es cierto que lo que vemos cuando estamos delante de uno de sus trabajos es de una exquisitez y de una sensibilidad increíbles, pero la frase que prefiero para definir su estilo es la del gran emperador (Kurosawa), que afirmaba que el cine de su compatriota era como un gran rio en el que la superficie permanece calmada, pero debajo de esta, el fondo está lleno de turbulencias.

A primera vista la historia que nos cuenta en este trabajo podría parecer pesimista se obtendría una primera imagen bastante errónea, si no rascamos en la superficie. Para alguien que no indagara mucho, lo que Naruse muestra es el día a día de una familia que está pagando las consecuencias de que su país sea uno de los perdedores de la guerra y no se equivocaría. Pero como dice el gran maestro Kurosawa, hay que mirar el fondo, donde están las turbulencias, mirar dentro de los personajes para darnos cuenta de lo que realmente el director nos quiere mostrar.

Sus bases para contar la historia son siempre femeninas, las mujeres de sus películas son los ejes en torno a los cuales gira toda la historia. En este ejemplo Masako (Kinuyo Tanaka) es la madre de todos los que componen la casa, es el núcleo de tan peculiar conjunto de personajes, el nexo que une a todos. Es de destacar que siendo la japonesa una sociedad a primera vista bastante machista, su cine nos ha mostrado muchos ejemplos de mujeres con bastante influencia y protagonismo a la hora de decidir los designios de sus existencias.

En este caso en el que ahora estamos inmersos las mujeres siempre llevan la voz cantante, los hombres están como en una especie de segundo plano, son necesarios para la narración, por supuesto, pero no con la rotundidad que lo son las féminas. Ellas, por unas causas u otras acaban soportando el peso de la responsabilidad, son las que tiran para delante del carro, trabajando, cuidando la casa, los hijos el marido y siempre esbozando una sonrisa. Como ejemplo de esto hay escena definitiva en la que después de ver que todos han ido a dormir, Masako, no puede más con la tensión y sale a la calle a llorar al ver que ha conseguido un día más que los suyos estén bien.

Dentro de este entorno de necesidad y de carencias materiales que nos describe Naruse siempre hay un rayo de luz, de alegría por momentos efímeros y pequeños que en realidad son los que dan sentido a la vida. Ese momento necesario para relajar la tensión de la cotidianeidad y para evitar la depresión, el director se da cuenta de ello y para contrarrestar esa negatividad pone a los personajes de los dos pequeños de la casa que son los que realmente distienden la narración cuando está se tensa y parece convertirse en un drama de magnitudes mayores.

Haciendo una vez más hincapié en lo mismo, la película tiene una carga de profundidad bastante notable, eso no quiere decir que la superficie sea desdeñable. El uso de la cámara es increíble, llegando a plasmar algunos encuadres de gran plasticidad, incluso que inspiran poesía. Pero ya digo que debajo es donde está la chicha, donde vemos de lo que una familia es capaz de hacer por amor a una sacrificada, incluso aunque las decisiones que tomen sean de una firmeza increíble y lleven implícitas el dolor y sufrimiento propio y del resto.



TRONCHA

2 comentarios:

Juanma dijo...

Un blog muy interesante, te encontré en una entrada de Ingmar Bergman, porque ahora mismo voy a ver "Sueños"

Te apunto en mi lista de favoritos,
ciao,
Juanma

LU dijo...

Gracias a una colección de DVDs que he encontrado, me he acercado a varias de las películas de este director, y me he hecho una especie de mini ciclo casero muy interesante. Le dedico una entrada en mi blog, que te copio:

http://tartarugamxica.blogspot.com/2010/11/mikio-naruse.html


Me gusta especialmente el cine japonés, pero he de reconocer que no conocía a este director y que me ha sorprendido muy gratamente.

La madre de esta película me ha emocionado hasta la médula, sobre todo en esa escena en la que se pasa el día poniendo la mejor y más dulce de sus sonrisas y por la noche cuando ya no puede más sale de la casa pata poder llorar. Y ese final en el que la hija se pregunta por la felicidad de su madre.

Voy a seguir husmeando por tu blog.