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lunes, 24 de diciembre de 2007

"Kôshônin" de Takashi Miike

Tres tristes tigres…” así comienza un conocido trabalenguas, dándole una importancia tremenda al número tres, es algo que parece demostrarnos el director en esta obra, como se puede hacer una película basada en dicho número primo y sus divisibles, incluso llegar a ponernos a hacer operaciones matemáticas y si somos cuidadosos y no nos despistamos acaban saliéndonos las cuentas, por muchas trampas que podamos encontrarnos por el camino.

Situados frente a la pantalla y haciendo honor a la verdad no podemos decir que estemos ante una historia muy novedosa, la idea de partida la hemos visto ya en otros muchos ejemplos cinematográficos y por ello parece que se va a convertir en una más, pero si alguno creía que realmente iba a pasar esto es que no conocen al cineasta nipón, desde que se produce el secuestro dentro del hospital, se forman dos bandos dentro de lo que son las fuerzas de seguridad encargadas de velar por un feliz final para todos.

Por un lado los negociadores Ishida (Hiroshi Mikami) y Tohno (Mayu Tsuruta) los supuestos expertos en situaciones de este tipo y por otro la policía normal y de a pie, la auténtica que siente denostada su inteligencia por parte de los anteriormente mencionados, la magia de Miike reside en que cuando todo parece normal, de repente nos desvela la clave de lo que está ocurriendo y eso que aun nos resta la otra mitad del film, claro que estamos cayendo en su trampa, ya que de repente todo dará un giro totalmente inesperado y que por supuesto no voy a desvelarles, para que intenten disfrutar del mismo como lo he hecho yo.

Hay escenas de bastante calidad, localizaciones interiores en las que los actores acaban situados en un ángulo concreto del enfoque, haciendo composiciones con cierto grado de originalidad, también adolece de muchos tramos en los que está rodado cámara al hombro y estos debo reconocer que no son muy de mi agrado, pero aun así no afectan demasiado al conjunto.

La base real del film son los continuos diálogos de enredo que se suceden uno tras otro y la verdad es que acaban interesando al espectador ya que se suponen muy aclaratorios ante la situación que estamos y como reaccionan ante ella, lo que si me pareció que hubiera podido recortar es un poco el final, ya que el cineasta no nos tiene muy acostumbrados a esta especie de finales explicativos a modo de conclusión.

TRONCHA

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