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viernes, 30 de enero de 2009

"La teta asustada" de Claudia Llosa

En Perú como en tantos otros países de cualquier parte del mundo se vivió una sangrienta guerra civil entre 1980 y 1994, como en cualquier contienda de este tipo entre iguales, vecinos, hermanos, compatriotas, nadie sale ganando por mucho que uno de los bandos alcance el poder, de una manera u otra todos acaban perdiendo y no solo eso las consecuencias después del conflicto son desastrosas, en ocasiones has de convivir con tus antiguos enemigos y por supuesto con sus miedos, Claudia Llosa en su película no toma partido por ninguno de los beligerantes sino por las víctimas.

Durante este periodo uno de los colectivos que mayor sufrimiento padece es el femenino a través de las violaciones, mujeres marcadas para siempre, hijos no deseados y taras psicológicas que perduran en el tiempo, nuestra protagonista Fausta (Magaly Solier) padece lo que el pueblo llama el mal de la teta asustada, lo que significa que cuando mamó de su madre le contagio el miedo que pasó cuando esta fue violada y por ello quedó sin alma, se escapó de su cuerpo para esconderse en la tierra.

Con tan particular idea vive Fausta en su anodina vida, así la educó su madre haciendo que huyera del resto de sus semejantes que no se fiara de ninguno de ellos y como recurso extremo opta por introducirse una patata en su vagina, con lo que todo esto conlleva, el tubérculo realmente sirve de metáfora para dejar presente que no está dispuesta a olvidar su pasado y menos el de su madre, por ello toda la filmación se ve a través de los ojos de nuestra protagonista.

Probablemente es aquí donde deja de funcionar todo, donde la acción se vuelve totalmente aburrida, donde volvemos una y otra vez a los mismos lugares y a las mismas situaciones y en todo momento acompañados de las canciones de Fausta con las que consigue desvincularse de la realidad que vive y dejar de lado al menos por algún momento de sus temores, pero es que nosotros no llegamos a sentir lo que ella siente, ese es el problema, la entendemos, de eso no hay duda, su vida es un trauma continuo, pero no lo sentimos en nuestras carnes.

De todo hay que sacar una conclusión positiva y la de este film es que a veces nos muestra una imagen realmente costumbrista y cercana de sus habitantes, de un gran realismo, un contraste social entre clases altas y clases bajas donde unos viven y los otros hacen lo que pueden, siquiera poder enterrar a un ser querido se convierte en una odisea, algo casi tan difícil como dejar un trauma de lado con el que llevas toda la vida conviviendo.


TRONCHA

miércoles, 28 de enero de 2009

"Destiny's son" de Kenji Misumi

Esta es una de las películas más cortas y a la vez más importantes que nos podemos encontrar dentro de la cinematografía japonesa, su duración es tan limitada que la hace impropia de este tipo de cine, la acción se nos acaba viniendo encima en muchas de las ocasiones, todo ocurre bastante deprisa para lo acostumbrados que estamos en el cine de época nipón, no olvidemos que toda la historia se desarrolla en una época de dominio del shogunato y de los clanes que existían alrededor de él.

La película no cuenta demasiado, tampoco vayan a pensar que están ante un gran guión, pero quizás esto sea lo de menos, a través de continuos flashbacks vamos avanzando en la historia, típica de enredos y conjuras en torno al mandato, algo muy típico dentro del cine nipón, lo que demuestra que el poder corrompe aquí y allá, en todos los puntos cardinales, algunos recursos de imagen resultan muy repetitivos, en lugar de realizar fundidos, recurre a la misma imagen con la consiguiente reiteración.

Claramente estamos en un jidaigeki dentro de un gendaijeki, una historia de espadachines (chambara) enclavada dentro de una historia dramática, una lucha por obtener el honor, algo tan importante en el Japón de aquellos años, una narración sobre la venganza, la mejora de la condición social a través del cumplimiento del deber y del respeto de las tradiciones.

Pero lo más destacable y lo que hacen interesante esta película, lo que la hace que destaque sobre el resto de las de su género es la forma que tiene Misumi de rodar las escenas de lucha, siempre toma un plano frontal en el que aparecen a ambos lados los dos contendientes, como indicaba al principio esta forma de tratar dichos combates no la he visto en casi ninguna otra película, por eso hacen especial y muy recomendable este trabajo.

El realizador consigue transmitir la esencia propia de la contienda, ya que a diferencia de lo que podríamos observar en un combate a espada de la edad media europea (por ejemplo), en este se verían golpes y mandobles de forma repetida entre ambos contendientes, sin embargo cuando dos samuráis se ponen frente a frente, desde que la espada sale de su funda comienza el enfrentamiento, la posición inicial es fundamental, las distintas posibilidades de ataque y defensa bullen en las mentes de ambos, al final cada uno elige la que estima oportuno y decide llevarla a cabo, esto implicará que en muy pocos golpes uno de ellos acabe en el suelo, la diferencia de nuestro caso es que Takakura Shingo (Raizô Ichikawa) al tomar la posición inicial hace que su oponente no quiera proseguir el combate ya que “el ataque del laúd” hace peligrar su garganta y ni siquiera lleguen a cruzar sus katanas, rindiéndose antes de que su vida peligre.


TRONCHA

lunes, 26 de enero de 2009

"Odette, una comedia sobre la felicidad" de Eric-Emmanuel Schmitt

Hay películas que son difíciles de encasillar, lo que ves en la pantalla no es habitual y no te decides porque decantarte, esta podría denominarse algo así como un largometraje con cierta fantasía, pero sin llegar a ser fantástico, con toques de humor pero sin ser comedia pura, es más ahondando en este tema, la risa es complicada, lo que en un país es muy gracioso, al otro lado de la frontera puede resultar de lo más anodino, este es del género francés con lo que al menos estiradillo es, no lo duden.

Aunque en un principio la historia pudiera parecer de lo más frívolo la sensación que nos queda al final es que todo tiene mucha más carga de profundidad, entre número y número musical nos vamos dando cuenta de los dos perfiles principales que acaparan la narración el resto no importa no es realmente interesante, sabemos poco de ellos y ni siquiera lo necesitamos, solamente sirven para delimitar el territorio en el que se va a desarrollar todo.

En contraposición, uno frente al otro, pero menos lejos de lo que ellos mismos podrían pensar, están Odette (Catherine Frot y Balthazar (Albert Dupontel), ella es una simple ama de casa enamorada de los libros que escribe él y por extensión de él mismo, una persona normal y corriente que tiene muy poco pero que eso le hace alcanzar el máximo grado de felicidad, enfrente él, éxito, dinero, admiradores, etc. prácticamente tiene todo lo que la sociedad prescribe para hallar la preciada felicidad, pero aun así él no considera que se esté en su poder.

La solución a los problemas del escritor pasan por pedirle ayuda a Odette, la cual no se niega en ningún momento, ella supone la mejor cura para volver a considerarse alguien en el mundo y abandonar la depresión, sorprende la literalidad de algunas imágenes en las que la vemos volar, incluso levitar, para hacernos más palpables aun los sentimientos de la doña, ella es la positividad en persona, nada la arredra, todo tiene su lado positivo, incluso cuando las cosas no marchan todo lo bien que deberían.

Encuentro un paralelismo totalmente contrapuesto con la película “Misery” (1990) de Rob Reiner, por supuesto con la diferencia evidente que hay entre ambas, mientras una discurre por el camino de la violencia total y la otra el de la ternura, ambas se basan en la profunda admiración de dos lectoras por su escritor preferido, incluso en ambos casos también después de cierto tiempo les obligan a volver a escribir...


TRONCHA

viernes, 23 de enero de 2009

"Diamante de sangre" de Edward Zwick

El cine denuncia tiene muchísimos ejemplos a lo largo de la historia, incluso si no tenemos cierta inclinación por preocuparnos por un tema concreto o lo desconocíamos hay veces que ver un determinado film, puedo provocarnos cierta curiosidad que haga que redundemos más en el tema, y que acabemos implicándonos de forma personal; sinceramente el tema de los diamantes, su comercialización, extracción y distribución no me era desconocido, por tanto el sentido de sensibilidad que el film pretende en mi caso no surtió efecto.

Me parece algo tan hipócrita que el mundo occidental haga ciertos actos y que no se de cuenta todo lo que ello conlleva que si esta película sirviera de algo para cambiar esa dinámica, conseguiría parte de su cometido, el caso es que la forma de presentarlo ante mi particular visión no me parece del todo correcta, insisto en que debería darse mucha más “caña” al mundo occidental y no volcar todo sobre el tercer mundo, como raíz de la cuestión vale, pero como gran culpable lo somos nosotros, el primer mundo.

El enfoque del film como ya comente antes es un punto de vista de denuncia total, pero por supuesto con aditivos y colorantes, no es oro todo lo que reluce, Zwick intenta darnos todas las visiones posibles sobre el problema desde los distintos personajes, para empezar estaría el de Salomón Vandy (Djimon Hounsou) que es el mejor y más creíble de todos y por supuesto el que destaca por su interpretación, representando al pueblo oprimido y obligado a trabajar de por vida en los yacimientos, Maddy Bowen (Jennifer Connelly) es la típica periodista que no repara en riesgo para conseguir al noticia, personaje de muy poco fuelle que carece de peso y por tanto queda desdibujado totalmente.

Por último tenemos al protagonista Archer (Leonardo DiCaprio), reconozco que con el tiempo va avanzando en sus interpretaciones este jovencito, pero es el personaje menos interesante, el menos fiable y en definitiva al que más se intenta cuidar, ya que recibe una redención al final de la película que nadie se cree, representa a la codicia del mundo occidental, la gente sin escrúpulos que solo le interesa comerciar con las piedras preciosas y que cuanto más margen obtenga con ellas mejor.

Casi la totalidad de los diálogos están centrados en explicar la situación que se vive en torno a este mercado y los intereses que suscitan en las personas independientemente de l situación en que se hallen, lo que ocurre es que yo me quedo con la sensación de que el realizador abusa del conflicto, no explica los motivos que lo sustentan, le importa más ponernos en medio del fuego cruzado de balas y explosiones de ambos bandos, más que intentar dramatizar con ciertas escenas, la acción se sobrepone sobre los sentimientos.

En resumen y para ir acabando, la película se me pasó sin pena ni gloria, no llegando a traspasar la pantalla, no me sensibilizó demasiado con la causa, me parece tan políticamente correcta que me deja frío, creo que faltan bastantes cosas para que todo llegara a buen termino, se acaba convirtiendo en más previsible según avanza la acción, fíjense si le faltan cosas que yo que no defiendo para nada las escenas de cama en el cine, me da la sensación que falta una que estaba cantada ¿O no tengo razón?

TRONCHA

miércoles, 21 de enero de 2009

"Memento" (en orden cronológico) de Christopher Nolan

Este es uno de los típicos ejemplos de película que prácticamente todo el mundo ha oído hablar y que por supuesto genera opiniones divididas en dos bandos, defensores acérrimos y detractores tenaces, me inclino a opinar que quien no la entiende la desprecia, voy a tratar lo menos posible la trama, ya que toda su fuerza reside en ella, también debo hacer una advertencia antes de empezar a comentarla y es estoy hablando de esa especie de truco que Nolan incluyo en su DVD para poder ver la obra en su orden cronológico correcto y no en el que en su día se estreno en las salas comerciales.

Sin haber visto aun la primera versión en la que la acción viene y va una y otra vez, incluso cambiando del color al blanco y negros las escenas, especulo que es mejor que la que voy a describir, ya que esta mantiene a los espectadores en vilo, haciendo que ellos mismos sean protagonistas del ejercicio memorístico que el propio Leonard (Guy Pearce) realiza una y otra vez debido a su pérdida de memoria, nosotros como espectadores acabamos tatuándonos la mente con las pistas que una y otra vez vemos escena tras escena.

Este trabajo tiene mucha más miga de la que parece a simple vista, quizás para concebirla hay que haber vivido una experiencia similar a la del actor principal, aquí no solo importa un personaje todos tienen su propia historia, si fuéramos analizándolos uno a uno no seriamos capaces de ponernos de acuerdo en el debate, cada cual nos identificamos ante las situaciones de una manera distinta al que tenemos enfrente, quizás esta es la pretensión real de Nolan.

Como esbozaba con anterioridad los enigmas están servidos desde el principio hasta el final, dando un primer vistazo podemos llegar a una conclusión más o menos satisfactoria pero en siguiente visionados iremos descubriendo pistas que nos trastornaran más tirando abajo pensamientos anteriores que nos servían como base para una comprensión general, este es el gran encanto de Memento, el que no sea necesario llegar a una conclusión final, ¿porque siempre tenemos que saber quien es el culpable?, si durante la narración de la historia nos hemos divertido de lo lindo.

El trabajo trata muchísimos aspectos de la vida del ser humano, por supuesto y por encima de todos estos está el tema de la memoria, el de la venganza, el del egoísmo de aprovecharse del prójimo, de entre todos este último es el que más me interesa, las personas que rodean a “Lenny” (Leonard), no sienten compasión de él la mayoría, se dedican a explotar su enfermedad en beneficio propio, sin ningún escrúpulo, total, su memoria inmediata no funciona y de aquí a un rato olvidará todo lo que ha vivido.

De esta manera no es extraño que el protagonista vaya dando tumbos de un lado a otro de la historia convirtiendo en normal lo que hace un rato era algo totalmente descabellado, anotar algo en un instante equivocado puede suponer un error de tal magnitud que la vida de alguien puede estar en juego, y si lo pensamos fríamente que pecado ha cometido él, la verdad absoluta no existe, también nosotros cometemos errores y percibimos la realidad a veces de forma relativa, ante que estamos realmente ante su culpa o la nuestra.

La película en definitiva supone un reto para la mente humana al que les invito, no cejen en su empeño, no tiren la toalla en los primeros asaltos, de verdad que merece la pena llegar hasta el final, seguro que en los tiempos que corren agradecen que un film de estas características les mantenga despiertos y les obligue a pensar, a concatenar los hechos, como si de su propia vida se tratara, que hay mejor que sentirse en el pellejo del protagonista.

TRONCHA

lunes, 19 de enero de 2009

"Takeshi's" de Takeshi Kitano

La verdad es que lo de Kitano quizá sea caso para estudiar aparte, es uno de los actores-directores-showman que nos puede deleitar en sus películas con cualquier cosa, esto parece algo inherente a unos pocos, por ejemplo Takashi Miike, también es de lo más espectacular en sus trabajos, ambos tienen ese lado gamberro que de vez en cuando les delata, pero son capaces de hacer obras de un gran dramatismo y rigor que físicamente acaban encogiéndonos el ombligo, desde aquí reivindico esta dualidad, esa capacidad de sorprender y dejarnos boquiabiertos, en definitiva ese derroche originalidad.

Es complicado ser japonés e intentar transmitir al mundo occidental, o mejor dicho al mercado occidental su tipo de humor, sus formas de ser, sus costumbres, etc; por todo esto en ocasiones no podemos disfrutar de ciertos trabajos ya que en este lado del mundo las distribuidoras deciden que no son rentables, ya que tan solo unos pocos excéntricos, entre los que me hayo, acaban viéndolas, creo que esto es un error y que deberían abrir más la mente para que la del respetable también lo hiciera.

Mi opinión siempre ha sido siempre que Takeshi Kitano le gusta ser un payaso y cuando me refiero al término lo hago en el sentido más respetuoso de la palabra, quien me conoce bien puede asegurar que yo también soy así y que también me encanta hacer el clown, el caso es que esta película se me antoja que es bastante personal, quizás sea una pista el título, la dirección y el actor principal, es más no solo interpreta un papel sino dos.

Nada de malo hasta aquí lo que ocurre es que cuando contamos algo que tenemos tan adentro, que es tan nuestro que nos lo hemos contado a nosotros mismos una y otra vez, hasta que hemos llegado aprendérnoslo de memoria, no implica que el interlocutor que tenemos enfrente nos comprenda y es así como a veces nos encontramos ante el film del japonés, la estructura básica es fácil de entender, el inconveniente viene cuando de repente se plasman en escena una y otra vez los disolutos pensamientos de tan genial mente.

Está claro que uno de sus deseos más palpables es el de acabar convirtiéndose en un yakuza, capaz de cualquier cosa, aunque sea de forma ficticia en un largometraje, el caso es que lo que si que chirría con lo anterior es que también pretenda ser bailarín de claqué y esto no es fruto de verano, ya que en un anterior trabajo suyo sin venir a cuento finaliza una película de lo más seria y dramática como es “Zatôichi” (2003) con un espectáculo de baile coral, que deja con los ojos como platos al personal.

Entre todo este juego de dualidades se mueven los personajes, viviendo las mismas situaciones una y otra vez, como si cualquiera pudiera ser presa de lo que se denomina un día de furia, en el que acaba peleándose con el mundo y por supuesto con todo el que se le pone por delante, pero esta reacción no resulta gratuita, ya que los errores cometidos durante dicho estado de obnubilación, por supuesto arma en mano, acaban persiguiéndote sin parar hasta que acaban destruyéndonos.

TRONCHA

viernes, 16 de enero de 2009

"El secreto de los hermanos Grimm" de Terry Guilliam

Bueno, bueno cuando uno ve el trabajo de un director y este le agrada es más proclive a querer saber algo más de su filmografía, por el contrario si lo visto no nos ha gustado mucho, nos volvemos más reticentes, el caso es que yo de Gilliam tenía buen regusto después de ver la amada-odiada “Tideland ” (2005), me apasionó el mundo que crea Jelizza Rose (Jodelle Ferland) a su alrededor, para poder escapar del infierno en el que le toca vivir, el caso es que el film del que voy a tratar a continuación no tiene demasiado que ver con la niña que hablaba con las cabecitas de sus muñecas ensartadas en sus dedos.

Lo que podemos deducir de ambas es que este señor es un cuentista, le encantan los cuentos porque ambas lo son y no solo estas sino muchos más ejemplos de su currículo, para ello quien mejor para introducirse en los cuentos que los hermanos Grimm, Wilhelm (Matt Damon) y Jacob (Heath Ledger) inmersos en la historia, si son capaces de vivir los cuentos en sus propias carnes como luego no van a ser capaces de escribirlos, aunque les confieso que me gusta mucho más la etapa en la van de pueblo en pueblo embaucando al personal, para ganar algo de dinerillo.

El caso es que la acción discurre una y otra vez por los magníficos decorados y ambientación que Guilliam nos proporciona, un sobresaliente para la dirección artística, hay que ser justos, pero es que el problema quizás reside en que lo hacen tantas veces y en tantas ocasiones estamos ante la misma encrucijada, que no nos merece la pena preocuparnos porque sabemos que tarde o temprano la hermandad va a poder solventarla para salir airosos por enésima vez, esta reiteración es lo que hace decaer el interés una y otra vez.

La ambientación como comenté con anterioridad, efectos de ordenador aparte, está muy lograda, hay una serie de personajes que forman un atrezzo espectacular, lo que no dejo todavía de preguntarme es el porqué de las tropas napoleónicas en toda esta historia, simplemente se sirven de ellas para ridiculizarlas, pero de verdad que no era necesario buscarse un chivo expiatorio, quizás sean la excusa para colar el personaje de Cavaldi (Peter Stormare) que es otro de los que no tiene por donde cogerlo.

Como tampoco es que la cosa de para mucho más, desde aquí les voy a proponer un juego, para los ratos de aburrimiento que nos depara la película, a través de las distintas escenas de la misma tienen que adivinar, cuantos cuentos infantiles se pueden entrever en las distintas escenas, que yo haya apuntado me salen seis al menos, quizás me deje alguno en el tintero, y estos son Blancanieves, Caperucita roja, Hansel y Gretel , La princesa del guisante, El príncipe encantado y por supuesto Rapunzel, si alguien descubre alguno más le animo a que lo comente.

TRONCHA

miércoles, 14 de enero de 2009

"La conjura de El Escorial" de Antonio del Real

Con lo vasta que es la historia de este país, la sensación que le queda a uno es que se podía haber escogido cualquier otro momento de aquellos tiempos pretéritos en los que éramos los dominadores de la tierra y del mar, cuando el mundo estaba rendido a nuestros pies, aunque siempre se ha dicho que cuanto más arriba estés el problema es que la caída después es mucho más dura, como realmente así fue.

La única razón que me movió al cine para ver este trabajo en el que no tenia puestas muchas esperanzas, era que mi familia procede de Pastrana, de donde la Princesa de Eboli (Julia Ormond) era duquesa y donde en definitiva acabó dando con sus huesos en los últimos años de su vida, ya que la historia la había dispensado un trato no muy favorable, quise ver como el realizador Antonio del Real se las había compuesto para llevarla a la gran pantalla.

El caso es que la coproducción hispano-italiana de pierde en el oropel que lo recubre, en su envoltorio, logra unas magníficas localizaciones, la ambientación está muy conseguida, incluso el vestuario, con respecto a este tema decir que odio las películas en las que los vestidos de los personajes permanecen totalmente pulcros durante el film, esto es burlarse del espectador, en aquella época la idea de higiene y limpieza no tiene nada que ver con la de ahora, son detalles que afean el conjunto y no lo hacen creíble.

El caso es que situar a todos estos extras, escenarios, vestuarios es un verdadero dineral, para luego rodar en él escenas sin trascendencia y que no contribuyen a crear interés en el público, después algunos se llenaran la boca para decir que no hay dinero para el cine español, pero es que cuando a algunos se lo dan en grandes cantidades lo único que hacen es despilfarrarlo, hablando en plata, el cine es un arte que tiene infinidad de recursos que se han utilizado por verdaderos maestros para paliar la falta de dinero y crear verdaderos tesoros cinematográficos.

Para que quiero buenos escenarios si luego no funcionan la mayoría de los actores que pongo en ellos, ni siquiera Jordi Mollà (Mateo Vázquez), ni Juanjo Puigcorbé (Felipe II), se salvan de la quema, asean sus personajes y a ratos nos los creemos, pero hay otros ejemplos como el de Blanca Jara (la “morisca” Damiana) y su pareja Jürgen Prochnow (el alguacil Espinosa) que son de lo peor que he visto hace tiempo, además hay una parte de la historia en la que cobran un protagonismo que tira abajo el largometraje, sobre todo ella, no hay quien se la crea.

Si a todo esto le añadimos que los actores han sido doblados, pero es que el desmán no queda solo ahí, tal artimaña de doblaje está tan mal hecha de principio a fin que no hay manera de dejarlo de lado en ningún punto, me explico, cuando una película es mala o comete un error en reiteradas ocasiones al final acabas acostumbrándote y lo das de lado, como si se te olvidara y lo vieras normal, por el contrario aquí esto no ocurre ya que según avanza la acción de forma directamente proporcional aumenta el patético doblaje.

La narración de la historia es una de las más lentas que he visto nunca, alrededor de entre sesenta y setenta minutos sin contarnos nada, haciendo una especie de exposición de los hechos para que entremos en situación, sin definir los personajes o al menos no todos, hilvanando por los pelos escena tras escena, al final gana un poco de ritmo cuando se le intenta dar un toque de policiaco, incluso con el tono dramático de los acontecimientos, pero es que en ambos casos se queda en eso, en intentos, no llega a profundizar en ningún momento, tan plana es, que quedamos igual que como empezamos.

TRONCHA

lunes, 12 de enero de 2009

"El salario del crimen" de Julio Buchs

No se puede negar que el título no prometía, incluso cuando vemos el inicio del film, parece que mantenemos cierta tensión durante los primeros minutos, como diría el gran Wylder, mejor tener una intensa escena al principio para que el espectador esté pendiente desde el principio, quizás lo que algunos no tienen en cuenta es que esa llama debe permanecer encendida de vez en cuando porque sino esto se apaga y no quedan más que las cenizas.

Una de las conclusiones que saco cuando más ejemplos veo de cine negro español es que hay un actor que con el tiempo se ha echado a perder tanto en la parte profesional como en la personal, en la que me parece un prepotente descarado, pero juicios personales aparte, me refiero a Arturo Fernández (Mario) que en este caso encarna un personaje bien interpretado con peso específico que lleva todo el peso de la película y que lo soporta con sobriedad, incluso para que destaque más aun a su lado está el “abuelito” (Manuel Alexandre) dándole un original contrapunto, cargado de humor que da cierto respiro a la seriedad de la narración.

El director aprovecha en todo momento la condición de galán del cine español de forma implícita y explicita en la cinta, incurriendo aquí en el fallo del film, basando toda la narración en su historia de amor con Elsa (Françoise Brion) una especie de femme fatale que queda a años luz de tantas y tantas otras de la historia del cine, esta historia hace que perdamos en hilo que realmente interesa que es el de la resolución del crimen y como la truculenta acción delictiva va a ser resuelta.

En el cine negro americano y francés aparecen los tugurios nocturnos donde se reúne el mundo del hampa, donde van a hacer negocios y donde porque no, los fuera de la ley van a echar una canita al aire, para desahogarse, no todo va a ser robar y delinquir, hay que disfrutar de los placeres de la vida, lo curioso del cine negro español es situar dichos ambientes en salas de fiesta, pero sobre todo en “tablaos” flamencos, está claro que no hay nada más típico español.

Hay una escena que debo destacar sobre el resto, recordar que estamos en pleno apogeo de la censura y es digno de alabar como los realizadores burlaban a dicho “sindicato” de la pureza para confeccionar algunas de sus escenas, es el caso en el que en una escena de cama Mario y Elsa han pasado la noche juntos y el espectador tan solo ve el interior de la habitación, la mano masculina toma un paquete de cigarrillos Winston y le indica a ella si quiere uno, es soberbio que en ningún momento se vea la cama pero que el espectador sepa que ambos personajes estén ahí y lo que acaba de ocurrir.

A colación del tema del tabaco, también comentar que es significativo como se quiere diferenciar entre las clases altas y bajas del film, los de arriba fuman tabaco rubio americano, y los menos poderosos económicamente hablando, se deleitan con la marca “Ducados”, negro y nacional. Para acabar comentarles que el final no puede ser de otra manera, que este se va volviendo previsible hasta que acaba llegando, la época en la que se filma este trabajo no permite que la resolución definitiva pudiera ser de otra índole.

TRONCHA

viernes, 9 de enero de 2009

"Uno, dos, tres" de Billy Wilder

Cuando uno se pone delante de Billy Wilder parece que va predispuesto ya que según muchos es el mejor director del mundo de todos los tiempos, poco amigo de hacer listas ese honor creo que no le corresponde a nadie, hay muchos muy buenos y que lo hicieron muy bien en determinados trabajos y hay infinidad, más de los que desearíamos, muy malos, el caso es que ponerse ante uno de los mejores y no quedar a gusto del todo es como crearte un compromiso en este mundillo.

Según la reciente biografía que estoy leyendo acerca del insigne director, concretamente escrita por Hellmuth Karasek, en la primera parte del guión original aparecía acerca de la película la siguiente frase: “Esta pieza debería tocarse molto furioso. Velocidad sugerida: 110 millas por hora en las curvas, 140 en las rectas”. Y a fe que cuando alguien se pone delante de este trabajo se da cuenta que la premisa se ha conseguido, otra cosa es que este ritmo guste, porque sinceramente a un servidor no le agrada demasiado, incluso tanta rapidez parece cansar.

No estoy intentando tirar por tierra la obra de Wilder, ni muchísimo menos esta en concreto pero si que tengo que decir que el tiempo en ocasiones no pasa en balde y que hay cosas que en cierta época están muy en vigor y pasados unos años quedan deslucidas, yo viví la guerra fría y entiendo los múltiples chistes del film, pero un espectador que no esté en mi caso les juro que en la gran mayoría se quedaría in albis. Y claro está que la película tan solo es diálogo por decirlo de alguna manera, estamos ante una batería de chistes tras otra para mantener alerta al espectador.

El más grande es el papel del gran magnate McNamara (James Cagney) es el que soporta toda la acción a través de sus extensos y rotundos diálogos llenos de doble intención, por supuesto salidos de la aguda mente del propio director, lo que ocurre es que en principio nos puede parecer de un gran talento, pero según avanza la acción va perdiendo el gracejo del inicio. El reparto en general, incluido Cagney, tuvo muchos problemas durante el rodaje, entre ellos y con el mismo director, aun así ninguno está al nivel del presidente de Coca-cola en Alemania.

En su día la crítica vapuleó la película de Wilder, aunque ahora es considerada una de las grandes comedias de la historia, en mi opinión “Con faldas y a lo loco” (1959) me parece muy superior, dejando a un lado las temáticas de ambas, el caso es que la película se rodó antes de levantar el famoso muro de Berlín que tantas y tantas vidas acabó cobrándose y el principal motivo de ataque hacia la película era que Wilder frivolizara con un tema de tanta seriedad, esto me parece injusto ya que las circunstancias no tienen nada que ver, pero el cine a veces tiene estas cosas.

El caso es que podemos ser testigos de una gran cantidad de chistes a lo largo de toda la historia, de cómo el capitalismo es capaz de corromper a cualquier proletario por muy puro que se crea y de muy firmes principios, lo que si queda bastante claro es que es el anuncio de Coca-cola más largo que he visto en mi vida, lo que me inclina a pensar que sino en su totalidad, buena parte del largometraje fue financiado por la mastodóntica empresa de refrescos de Atlanta.

TRONCHA

miércoles, 7 de enero de 2009

"El tren de las 3:10" de James Mangold

Me resulta curioso que actualmente todavía se hagan western, si echamos una mirada atrás en el mundo del cine, la verdad es que nunca se han dejado de hacer, con distintas orientaciones o vertientes pero siempre con la misma base, por supuesto este es uno de dichos ejemplos, lo que ocurre es que para hacer una película de este genero no solo hay que vestir a los actores con el adecuado vestuario y colocarles un Colt o un Winchester entre las manos después de subirles a lomo de un caballo.

Felicito a la dirección artística por el entorno de salvaje oeste que logra crear alrededor de toda la acción, visualmente es un acierto, sin lugar a dudas, pienso que a las alturas que estamos y teniendo en cuenta los avances del cine actual, esto debe resultar costoso e implicar un esfuerzo pero tampoco debería ser motivo de excesivo elogio sino más bien ser algo totalmente necesario que cualquier producción debería cumplir con rigor.

El problema del film reside realmente en los personajes y por prolongación en sus actuaciones, estamos de acuerdo que los dos protagonistas (de los que hablaré más adelante), copan la pantalla, pero para que estos dos pilares no se tambalean, lo suyo es rodearlos de unos buenos secundarios que sean capaces de apuntalar la actuación de los que van a llevar el peso de la narración, esto no sucede, a veces resultan meros figurantes, ni siquiera el personaje de Charlie Prince (Ben Foster) está aprovechado, se podía haber sacado mucho más rendimiento a su “dual personalidad” porque hay ocasiones que uno no sabe que pensar de él.

El caso es que como antes indicaba la historia está sobre las espaldas del personaje de Evans (Christian Bale), para mi superior al de Ben Wade (Russell Crowe), los estados Unidos como en alguna ocasión anterior ya se ha dicho por estos lares al carecer de historia, engrandecen pequeños episodios que destacan de la vida cotidiana para poder forjar leyendas con el paso del tiempo, en las que se ensalcen una serie de valores puros para ejemplo y referente de futuras generaciones.

La relación que va surgiendo entre ambos va resultando más previsible de lo que realmente nos apetecería, porque desde un principio ciertas cosas las tenemos claras, lo que pasa es que nos pretenden vender en unas escenas una especie de código de honor que desaparece por completo en otras, esto acaba descolocándonos y preguntándonos porque se ha reaccionado de una manera en lugar de otra y todo esto converge a que no nos acabemos creyendo muchos detalles.

La película por definirla en un argot ciclista está llena de repechos que parece que van a prolongarse en una continua subida pero que no es así porque se quedan planos de repente, los diálogos me parecen demasiado recurrentes, incluso a veces repetitivos, el caso es que poco a poco vamos acercándonos al final, un final en alto al más puro estilo Alpe d’Huez, Mortirolo o Anglirú y aquí es donde realmente quedo satisfecho, al ver como se ha resuelto todo, lo que no puedo evitar es valorar si ha merecido la pena toda la etapa rodada hasta ese ponto y pienso que si, pero solo a ratos.


TRONCHA

lunes, 5 de enero de 2009

"Star Wars: The Clone Wars" de Dave Filoni

Lo primero que pensé en cuanto acabe de ver la película es el gran rostro que tiene el señor George Lucas, me hubiera gustado verle por un agujerito cuando iba con sus guiones bajo el brazo y no encontraba a nadie que quisiera poner dinero para sus proyectos, ahora todo ha cambiado y es él quien está en la cima y en disposición de hacer dinero y cada vez más dinero con su “producto” Star Wars.

Siempre me he considerado uno de sus admiradores desde que de muy pequeño mis padres me llevaron al cine del barrio a ver la primera entrega de la “sagrada” saga, recuerdo que salí de allí con los ojos como platos y mi madre prometió que nunca más iría al cine a ver “películas de bichos como esos”, desde entonces he estado enamorado de todo este mundo y por extensión de su creador, pero claro nada es eterno y según avanza el tiempo el señor Lucas está más preocupado de su bolsillo que de ofrecernos calidad en sus artículos.

Ahora porque sí y sin más explicaciones decide adentrarse en las guerras clon, que si hay que hacer honor a la verdad tampoco es cierto ya que la acción ocurre durante el período bélico pero no está realmente integrado dentro de ella, todo se podría situar entre las películas del episodio II y III, para que se me entienda, el caso es que la historia es tan plana y tan aburrida que no llegamos a conectar en ningún momento.

El guión está carente de forma total de originalidad, ya que tan solo se dedica a pasar la bola del tejado de los Sith, al de los Jedi y viceversa, que si unos mienten que si los otros lo hacen más y entre todo esto un ejercito de clones que en definitiva son los que los pobres se están llevando todas las tortas, no me gusta el tipo de dibujo empleado tampoco, me resulta demasiado artificial, más de ordenador y por ende menos real o creíble.

Cuando los absurdos, infantiles, excesivamente almibarados, poco serios, vergonzosos diálogos desaparecen de la película, tan solo se nos muestra una continua ensalada de tiros entre el ejercito droide y el clon, algo que por otro lado ya hemos visto con anterioridad y que está bastante falto de singularidad, la joven padawan Ahsoka es para darla de tortas y decirla que se calle hasta decir basta, ningún personaje mantiene el rigor y la seriedad propia de la orden del bien, tan solo el gran maestro Yoda consigue salvarse de la quema.

Vi una versión doblada y eso puede influir en lo escesivamente coloquial e infantil de los diálogos, pero lo que no interfiere es en lo ingenuo de la narración, estamos ante seres cuyo nivel de midiclorianos es exageradamente superior al del resto de habitantes de la galaxia y no me creo que se comporten peor que cualquier insoportable adolescente, causando a veces, ahsta vergüenza ajena.

El caso es que el gran señor de Star Wars, parece que está mostrándonos cierta inclinación hacia el lado oscuro de la calidad, que lejos aquellos tiempos en los que llenos de romanticismo no podiamos esperar siquiera al dia siguiente del etreno apra ver la siguiente entrega, desde aquí como humilde espectador, tenga presente que por muy arriba que se esté no se puede jugar de esta manera con los amantes, porque al final cualquier relación por muy firme que parezca podría tambalearse y hasta llegar a romperse si me apuras.


TRONCHA