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miércoles, 30 de abril de 2008

"Los espías" de Henry George Clouzot

Lo de ponerse ante un trabajo de este monstruo del cine francés es garantizar que al menos vas a quedar satisfecho con el resultado final, por supuesto unas veces más que otras pero siempre veremos calidad, siempre se ha dicho que Alfred Hitchcok fue el maestro del suspense, pues si estamos todos de acuerdo con esta afirmación también debemos decir en honor a la verdad que si existió una “cátedra” de dicho genero Clouzot fue uno de los alumnos que se licenciaron cum laude.

Sus historias acaban ambientándose en pequeñas localidades o pueblos (“El cuervo”, 1943) o barrios del extrarradio de una gran ciudad que para el caso es lo mismo, también le gustan los edificios peculiares como puede ser un internado (“Las diabólicas”, 1955) o como en esta ocasión una clínica mental, los entornos elegidos son sombríos, descuidados, húmedos, desvencijados, antiguos, todo esto le supone un marco perfecto para colocar a sus personajes a modo de teatrillo de juguete.

Incluso en esta película quizás se aprecia cierto abuso de estos personajes ya que nos pueden parecer demasiados los que deambulan por esta historia de espionaje, lo que llega a confundirnos a la hora de dilucidar la trama, por supuesto está hecho a propósito pero quizás sea el mayor error que aflige al conjunto, alcanzando un punto en donde estamos más perdidos que el propio protagonista el doctor Malik (Gérard Séty) sin saber donde apuntar y ver los culpables, o hablando claramente los malos y los buenos.

Aun así nos encontramos ante un plantel impresionante de interpretaciones, destacando la de Klaminsky (Peter Ustinov), puestos a sacar defectos a Clouzot creo que el más cometía y redundaba era el de incluir a su esposa Véra (Lucie), la mujer se puede decir que guapa era, no lo vamos a negar pero la verdad es que como actriz no decía mucho, aunque en este caso me parece que su trabajo es mucho más interesante que el que hace en “Las diabólicas” donde se le da bastante más protagonismo.

Si se me permite la apreciación yo tengo el pálpito de que el realizador francés aprovecha este trabajo para de alguna manera criticar el oficio de espía, a nadie le interesa el bien de su país, tan solo le interesa el suyo propio y como poder lucrarse con las diferentes informaciones obtenidas, incluso llegamos a oír de boca de uno de los personajes que llega un punto que no saben para quien trabajan realmente.

Me parece una película muy recomendable, incluso para todos los públicos, no hay que ser memos estamos ante una historia de espías y se van a cometer delitos y asesinatos, pero el cine de Clouzot es tan galante que no vamos a ver los hechos, son asesinatos previstos pero de guante blando donde no hace falta siquiera ponerse guantes porque las manos quedan limpias, no vamos a ver sangre aunque haya muertos, bueno a lo mejor si, pero que son unas simples gotas, por favor.

TRONCHA

lunes, 28 de abril de 2008

"Bloody Sunday" de Paul Greengrass

Lo de los irlandeses merece una mención aparte, siempre han sido una sociedad convulsa que debido a su coraje no han cedido ante nada o al menos la mayoría no ha cedido, aquello siempre ha sido un polvorín, pero incluso entre ellos mismos, ya no solo con el invasor inglés, ni siquiera históricamente han sido capaces de ponerse de acuerdo para constituir un frente único en la lucha por su independencia y probablemente un estamento de los que más daño ha hecho en todo esto ha sido la religión, dividida en católicos y protestantes.

Greengrass lo que hace con esta película es mostrarnos parte de la historia de este convulso país de abigarradas gentes en concreto una de sus jornadas más negras, el movimiento de derechos humanos promovido por Ivan Cooper (James Nesbitt) decide hacer la marcha que tenían prevista para el 30 de Enero de 1972 y que fue prohibida, protestaban por la nueva ley que permitía encarcelar a cualquiera que el gobierno británico sospechara que fuera activista del IRA.

Hasta el día de hoy no se han aclarado del todo los hechos existiendo una versión oficial y otra que es la que pregonan a los cuatro vientos los que lo vivieron en sus carnes y en la de sus familiares, ya que hubo catorce muertos civiles en total, el director toma partido de una forma definitiva en los hechos decantándose por la versión más popular.

Ejecuta una correcta película documental con muchísimas tomas con cámara al hombro para hacernos creer que estamos metidos en los hechos y que vemos en primera fila lo que realmente ocurrió, esta técnica es la que da veracidad a la película, la que nos hace meternos dentro de ella, es como si se hubiera deseado que ya que nadie toma parte a favor de la verdad el mismo realizador se decantará por ello a tomarla él.

Aun así los hechos parecen narrados con gran veracidad o al menos credibilidad, desde el enfoque varios personajes que van a tomar partido en tan fatal jornada, desde el chaval que estará colocado en la barricada tirando piedras hasta el soldado paracaidista que se encuentra al otro lado de la misma con su fusil de asalto cargado dispuesto a responder ante cualquier mínima provocación, y si esta no existe probablemente se la imagine, buscando así una excusa para provocar la carnicería.

Este es uno de los claros ejemplos que hacen que el cine cumpla una labor social, que acerque a determinadas mentes propensas a sufrir eccema ante los libros, acontecimientos de los que no tenían ni la más remota idea, haciendo pensar que en pleno siglo XXI y en Europa no tan lejos como a veces pensamos, las cosas no marchan tan bien como parecen y la libertad no se reparte por igual a todos, si al menos a alguno este film le sirve para aprender algo, me doy por satisfecho.

TRONCHA

viernes, 25 de abril de 2008

"El general" de John Boorman

Irlanda siempre me ha parecido un país muy interesante y el hecho de que una película trate sobre su cultura o sobre su problemática nacionalista siempre acaba atrayéndome y procuro verla, pues en este caso el país que nos muestra Boorman no es el típico que pudiéramos estar acostumbrados a ver, por supuesto que aparecen dos elementos primordiales de los que los irlandeses no pueden sacudirse como son el IRA y la iglesia católica, ambos igual de influyentes sobre la sociedad.

Martin Cahill (Brendan Gleeson) es el personaje elegido para mostrarnos esta parte desconocida del país del trébol, un gangster como de andar por casa, no es el típico profesional medido y analítico que calcula hasta el mínimo detalle sus acciones o a lo mejor sí porque logró arruinar a una de las mayores joyerías de Irlanda en uno de sus golpes algo que había intentado pero ni siquiera conseguido el mismísimo IRA.

Cahill es un héroe modesto de andar por casa que ayuda a sus semejantes a sus convecinos y que igual atraca por dos millones de dólares que para conseguir un par de paquetes de pañales para la madre que los necesita, esto nos lo hace quizás más cercano, incluso casi llega a atraparnos, haciéndonos olvidar lo que realmente es, un ladrón, este tipo de personajes en una sociedad tan oprimida como la dublinesa son los que acaban alcanzando un respaldo popular que en cualquier otro ambiente no proliferarían.

Todo gira en torno al personaje central de la historia y su antagonista el inspector Ned Kenny (Jon Voight) cada uno en su lado de la ley, rivales y enemigos que no pueden verse, pero tampoco vivir el uno sin el otro, simplemente son personas que tienen en común muchas más cosas de las que realmente piensan y de alguna manera uno pretende la salvación del otro, porque defiendes sus principios hasta el último extremo.

Es de agradecer el genial sentido del humor que tiene el protagonista y su manera de ridiculizar a los poderes establecidos y cuando me refiero a estos no solo hablo de la policía, sino de los insurgentes armados y de los que llevan sotana, en realidad en su cabeza prima el anarquismo y esto hace que no haya respeto por cualquier estamento, tan solo el de la familia y los amigos que integran su banda, ojo que banda, a cual más singular de todos los integrantes, un animalario digno de observar.

TRONCHA

miércoles, 23 de abril de 2008

"Cobrador. In God we trust" de Paul Leduc

Hay veces que escuchar mucho de una película es algo que se vuelve totalmente perjudicial contra la misma a quien le gusta nos habla tan estupendamente de ella que acaba creándonos una expectación que casi nunca se corresponde con la realidad, por eso siempre invito a la gente a que hable de las películas cuando ambas partes la hayan visto, a mi me da buen resultado la verdad, incluso me sirve par apreciar cosas que en la proyección no les había dado demasiada importancia.

Algunos definen a esta película como la versión violenta de “Babel” (2006) de Alejandro González Iñárritu, desde aquí revelarles sino lo he hecho ya en alguna ocasión anterior que no me considero muy ferviente admirador del director mexicano pero también hay que hacer honor a la verdad y decir que tan solo pueden tener coincidencias en el planteamiento ya que la ejecución no llega a la altura de la referida al comienzo de este párrafo.

En palabras del propio director, estamos ante una película que trata sobre la violencia, no ante una película violenta, algo de verdad hay en estas palabras pero decir que son las escenas de violencia donde encontramos sentido al film, el resto más bien parece un poco de relleno, el realizador no toma partido en los hechos, pretende mostrárnoslos para que nosotros tomemos partido y nos forjemos nuestra propia opinión, yo quedé con la sensación de que el no decantarse por un lado u otro sea por propia su propia incapacidad real de hacerlo.

Lo que si se pretende demostrar (como también podíamos ver en “Babel”) es que estamos ante un mundo globalizado en el que cualquier cosa que hagamos, digamos, sintamos, va a influir de una manera o de otra en el resto de nuestros congéneres, quizás esta pretensión sea demasiado magnánima, ya que hay personas que nacen, viven, se reproducen y mueren sin que el resto de sus semejantes se percaten siquiera de su existencia.

Asistimos en definitiva al ejercicio de un director que parece seguir de forma totalmente fiel los cuentos del escritor Rubem Fonseca, pero quizás no mucho más, en mi caso no despertó mucho interés, incluso acabé echando de menos alguna escena más de violencia, aunque parezca extraño o pueda resultar retorcido por mi parte.

TRONCHA

lunes, 21 de abril de 2008

"Terror en el espacio" de Mario Bava

Decimos que en nuestro país las lían a veces con las traducciones que se hacen de los títulos originales, no teniendo nada que ver con el de origen o desvirtuando totalmente el contenido del film, pues veo que los americanos también hacen de las suyas, la versión que vi, fue de esta nacionalidad, apareciendo en los créditos como “The vampires planet”, con lo que me creo una injustificada expectación por ver como eran dichos seres pero en otro planeta y me quede con las ganas.

Voy a intentar, no se si lo conseguiré, hacer una reseña desenfadada con la que podamos reírnos, que sea divertida, algo de lo que la película está completamente carente, sirva un poco de homenaje a un compañero bloguero, que hace de la descripción de este tipo de películas (y peores) todo un arte, aquí tenéis su dirección http://peliscutres.wordpress.com/, pasad a verle porque realmente merece la pena, solo una advertencia el que siga leyendo a partir de aquí se enterará del argumento porque realmente la reseña va a ser un spoiler.

Dos naves prácticamente gemelas Galliot y Argos camino del planeta Aura que no para de enviarles señales para que acudan allí, en concreto según comenta uno de los personajes llevan recibiéndolos casi dos años, anda que como fuera una señal de emergencia como para contar con este grupo de moteros espaciales que es lo que parecen con los trajes ceñidos de cuero y los cuellos a lo Tony Manero.

Todo se estrellan contra la superficie del planeta y aquí vienen los problemas, de repente se lían unos con otros a golpes, sin sentido alguno, pero solo los que se desmayan durante el aterrizaje no tan forzoso, el comandante Mark (Barry Sullivan) que para eso lo es aguanta como un campeón una fuerza G de 40, que os habíais creído y gracias a Dios que así pasa sino quien hubiera puesto la paz entre todos, al menos los de su nave porque los de la gemela mueren sin remisión y como tal son enterrados.

Pero no os hagáis ilusiones porque el cuerpo ha muerto pero es invadido por los propios habitantes del planeta, recuerdan, los de las señales, que jodios, era un señuelo para parasitarlos y claro no se les puede ver porque según ellos viven en una dimensión vibracional distinta a la nuestra, como podrán suponer los pocos humanos que quedan limpios intentan escapar del planeta.

No hay que perderse las carreritas por la nave, una especie de sprints en tres metros de decorado y unos detrás de otros, porque claro hay que luchar contra los malos, y para eso se diseñan unas armas que tela no se sabe donde está el cañón por donde disparan ya que hay escenas (lo juro) que las agarran en un sentido y en otras al contrario, eso si hasta el final no vemos como disparan asemejándose a sopletes que mas que matar achicharran que no veas.

De lo mejorcito de todo el final, donde vienen la parte más misteriosa y que esta si que no os voy a descubrir porque ya sería mucho, pero para mi fue sorprendente, incluso a lo mejor a alguno le hace plantearse las cosas, antes de todo esto, todo se hace muy anodino recorriendo siempre los mismos decorados precarios y nada sugerentes, sin ver nada de ese supuesto terror que nos quieren insuflar.

TRONCHA

viernes, 18 de abril de 2008

"3 días" de Francisco Javier Gutiérrez

Según palabras del propio director su forma de hacer cine se basa en las producciones ochenteras donde están sus orígenes, sus fuentes, como he repetido en numerosas ocasiones pienso que aquella maldita década trajo muy pocas cosas buenas a las siguientes, pero veo que uno de estos retazos positivos fue el nutrir la mente de este prometedor director, que nos regala su primer largo, y nunca mejor dicho, ya que estuvimos en el subversivo preestreno organizado por cinemavip.

La verdad es que no puedo más que halagar esta producción, me parece de una originalidad increíble, saliéndose en todo momento de muchos de los tópicos del cine español, y no cayendo en los errores que una vez tras otra encontramos en tantos y tantos ejemplos, porque no puede plantearse alguien en este país rodar una película en la que un meteorito va a impactar contra la tierra de forma inminente, tan solo quedan setenta y dos horas, han pensado que harían ustedes en dicha situación.

El comienzo es fuerte, lleno de intensidad, esta tan solo se abandona en algunos momentos puntuales hacia la mitad de la narración, para volver a recuperarla sobre todo en el tramo final, una vez más estamos ante ese pasado que dejamos atrás pero que de repente acaba presentándose en nuestras vidas, aquello de lo que pretendíamos huir pero que por unas circunstancias u otras siempre acaba atrapándonos aunque no nos paremos.

La fotografía es superior, cumple una labor increíble dentro de lo que es el trabajo en general siendo la principal culpable de crear ese ambiente de angustia y tensión casi continuo, el uso de la imagen aunque sea una obviedad decirlo es lo mejor de toda la película, el posicionamiento de la cámara y los encuadres con los que nos deleita dicen mucho más de lo que a priori parece, por supuesto que también ayuda la textura de las imágenes donde predominan las gamas de ocres.

El film es angustioso de cabo a rabo, acaba metiéndose en el espectador, te atenaza, te crea un nudo interno que no sueltas ni siquiera al acabar la película, enclavando la acción en un entorno rural precario, de limitaciones de los personajes, de vidas relativamente cotidianas, se agradece sobretodo que de los personajes ninguno destaque como héroe ni siquiera el protagonista Ale (Víctor Clavijo), son gente normal como puede ser cualquiera, que han recibido el castigo que a todos nos da la vida en mayor o menor medida.

Hay ciertas pinceladas de humor negro en la que el pequeño del grupo de niños, Nico (Juan Galván) es el que más aporta, en las confrontaciones dialécticas con su tío, aun siendo el menor parece que es el que mejor le entiende, hay algún momento en la que si que caemos en ciertos recursos típicos del cine de género, me refiero a la música utilizada en algunos tramos, pero en fin es por sacarle algún defecto, en contraposición elogio los efectos especiales, que son del todo creíbles, lo mejor que pueden ser.

En resumen y para acabar, aunque habría mucho más de lo que hablar de este largometraje es que si alguien tiene ganas, un buen guión y se pretende hacer cine, se puede, no hace falta tener tanto dinero como algunos creen, incluso ser modestos y no pretender hacer caja a las primeras de cambio, estaremos atentos y esperanzados ante futuras empresas de Javier, por cierto yo empecé hablando de un meteorito que iba a destruir la tierra, casi se me había olvidado.

TRONCHA

miércoles, 16 de abril de 2008

"La vocación suspendida" de Raoul Ruiz

Una vez vi una de las películas (“Ce jour-là”, 2003) de este particular director chileno y me pareció una genial locura, algo distinto a lo que hasta ahora había observado y esta claro que de alguna manera me atrajo, motivo que me inclinó a seguir viendo más trabajos de él, no puedo decir lo mismo de este caso ya que al final de la película estaba prácticamente como al principio y eso que habían transcurrido unos noventa minutos, planteándome que había visto y sobre todo que sentido tenia todo aquello.

Desde el comienzo del film se puede observar que el trabajo de cámara va a ser algo digno de mención, estamos ante un buen ejemplo visual, las continuas panorámicas tanto interiores como exteriores están muy conseguidas, llegando a fabricar composiciones delante del objetivo similares a estampas de vocación y fe, aunque también hay ejemplos dinámicos en los que los elementos o personajes del conjunto pictórico están en continuo movimiento combinándolos con audaces travellings y planos medios que prácticamente nos transportan a una galería de arte, salvando las diferencias algo similar a los que encontramos en "Nostalgia" (1983) de Andrev Tarkovsky. Todo ello en un juego entre imágenes en blanco y negro y color que el realizador va alternando a su antojo.

El director se propone con este trabajo redescubrir la obra de Pierre Klossowski, y si ya de por si los escritos del francés son complejos de digerir, lo que de él se plasma en la película se nos hace harto incomprensible, ya que nos vemos inmersos en unos continuos diálogos del todo soporíferos sobre disquisiciones de la fe de las personas, donde no llegamos a comprender muchos de los conceptos que en ella se exponen, todo ello hace de esta película un trabajo claramente de autor y siempre he pensado que cuando algo se califica con dicha aseveración es porque tan solo él conoce el verdadero sentido de lo que hace, otra cosa es que logre transmitirlo.

Se narran las andanzas de Jerome (Didier Flamand), a través de las distintas órdenes eclesiásticas que le acogen, llenas de particularidades conde las haya, también los diálogos se enfrascan en torno a la realización de un fresco y la composición que debe tener en una de las mencionadas congregaciones, para acabar por ser cómplice y testigo del libertinaje de uno de sus compañeros de vocación, y llegando a impregnar el conjunto como un ente fantasmal que todo lo controla está el Partido Negro.

En definitiva lo único que aclara algo es el final que por supuesto no se va a desvelar y con el que estoy completamente de acuerdo sobre todo en la frase final que el libertino pintor Malagrida (Daniel Gélin) refiere a Jerome, si quieren pueden probar a visionarla y por favor si sacan algo más en claro que yo, tengan el gusto de pasarse por aquí y comentármelo, les quedaré muy agradecido.

TRONCHA

lunes, 14 de abril de 2008

"Cuadrilátero" de Eloy de la Iglesia

Me cuesta un poco decir lo que tengo que decir ahora mismo pero la película de Eloy de la Iglesia es un tostón, parte de un pésimo guión y claro está, la cosa no llega a buen puerto si ya el punto de partida no es bueno, y todo por aprovechar el tirón mediático de uno de los actores que utiliza, el boxeador José Legrá, el pobre no lo puede hacer peor, pero ya se sabe que en este país el dinero fácil es muy atractivo, incluso en lugar de filmar el combate que le hace campeón del mundo el director va y tira de imágenes de archivo.

El título en si me atraía bastante, evocaba recuerdos boxísticos y no pude evitar acordarme de la inigualable "Nadie puede vencerme" (1949) de Robert Wise, estas cosas me recuerdan lo ingenuo que soy a veces, el boxeo es una simple excusa para meternos a todos dentro de un lío de faldas que no resulta atrayente bajo ningún concepto, aquí todos tiene algo que ocultar y todos quieren lo que no tienen, y en el núcleo de todo ello está Oscar Fernández (Dean Selmier), un manipulador de almas.

Si el realizador hubiera dado base a la historia girando a este personaje haciéndole despiadado e inhumano o por lo menos más de lo que transmite, el resultado hubiera mejorado notablemente, pero por eso las cosas son como son porque se han hecho así, toda esta lista de elementos que para nada ayudan a la película se ve empañada por cierto descaro y atrevimiento a la hora de filmarla.

La cámara adopta mil posiciones distintas pareciendo que lo que se pretende es darle un aire moderno a la película, donde abundan los planos medios y una exageración total de los primeros planos pero de elementos que en muchas ocasiones no vienen a cuento y despistan de la historia, rompe el encuadre para meternos un primer plano que no muestra, ni aporta nada.

Lo que más me extraño es que la película tiene bastante descaro con la época en la que se estrenó, recordemos una vez más que en el año 70, precisamente la libertad no caminaba de forma muy desenfada por nuestra sociedad y aun me intriga como burló algunos tijeretazos en escenas de cama, besos apasionados entre personas infieles de ambos bandos y algún que otro escote vertiginoso que parece escaparse a la mirada del censor.

TRONCHA

viernes, 11 de abril de 2008

"No es pais para viejos" de Joel y Ethan Coen

No se porqué pero con determinados personajes del mundo del cine me pasa que no hay manera de hacerme con ellos y que no llego a alcanzar del todo la plenitud con sus trabajos, ya sean actores, directores, etc. Los hermanos de Minneapolis son uno de estos ejemplos a los que hago referencia, nunca quedo del todo satisfecho con lo que veo siempre se queda algo en el tintero, no digo que no acabe gustándome pero no llega satisfacerme del todo.

La película en si es un ejercicio correcto llega a interesarnos, incluso nos damos cuenta en distintos momentos que nos tiene atrapados, que nos hemos metido del todo en la historia, pero bajo mi punto de vista tiene varios errores y principalmente son en el desarrollo de la historia, hay personajes que no transmiten lo que deberían, incluso historias que no alcanzan el grado que pretenden, hay bastantes cosas que quedan cogidas con pinzas.

El espectador queda atrapado totalmente por Anton Chigurgh (Javier Bardem), el metódico, calibrado, excéntrico, psicópata, loco, asesino, incluso en ocasiones hilarante personaje, pero es que la sensación es que los directores quedan más boquiabiertos aun ante este individuo, lo que hace que el resto de cosas queden sin estar pulidas lo suficiente, por ejemplo perdemos la sensación de contraste generacional que se debería transmitir entre las ideas de este y las de Tom Bell (Tommy Lee Jones), ese contraste que precisamente da título al film, donde pretenden demostrar por que personas de determinada edad con antiguas ideas no tienen sitio en algunos lugares.

Falta claridad en general hay momentos en que no sabemos de donde vienen las cosas, no tenemos claro como hemos llegado al punto donde estamos, incluso lo que parece ser un “engaño” bien urdido a la hora de tener en cuenta que actor de los que estamos viendo es el protagonista a mi se me antoja un defecto de la construcción narrativa que no han sabido solucionar de forma satisfactoria para el espectador.

Aun así me gustó la película sobre todo por la interpretación de Bardem, y hablo totalmente en serio, no soy de sus seguidores más acérrimos, pero en este caso debo reconocer una gran actuación, me gusta también ese aire de road movie, de viajar de un estado a otro, de ese no parar y si lo hacen que sean en moteles de veinticuatro dólares la habitación sencilla y de dudosa sanidad, caminos polvorientos y potentes coches para afrontar extremas condiciones climatológicas, ese viejo y rancio desierto donde se forjo Estados Unidos de hombres de principios graníticos que ven como todo ha cambiado a su alrededor y acaban comprendiendo que no encajan.

En otros aspectos me recuerda a trabajos anteriores, a lo mejor muchos no están de acuerdo con lo que paso a escribir pero a mi en la forma de presentar a los personajes me recuerda mucho a Fargo (1996), por supuesto con su gran diferencia climatológica, pero las gentes, las poblaciones y situaciones que se describen y que vamos encontrando por el camino son gentes normales y corrientes, incluso de cierta candidez y con cierto cariz paleto, más bien de clases sociales bajas y con poca cultura, cuya única escuela ha sido la vida y lo que han aprendiendo más que en sabiduría lo han convertido en principios y valores.

TRONCHA

miércoles, 9 de abril de 2008

"El pollo, el pez y el cangrejo real" de José Luis López-Linares

Para que todos nos centremos lo primero de todo explicaré sobre que tema versa este documental que acudió a la Berlinale’08, Jesús Almagro es un cocinero que acude a la competición culinaria Bocuse d'Or, el mayor galardón que puede recibir un cocinero en el mundo, para competir debe utilizar tres elementos, el pollo de Bress, el fletán y el cangrejo real noruego, a esta competición acuden veinticuatro países.

La narración versa en un principio de como nuestro candidato se prepara para el famoso día, es algo similar al que está preparando un ejercicio gimnástico para alcanzar una medalla de oro en las olimpiadas, todo está medido, milimetrado, cronometrado ya que tan solo dispondrá de un determinado tiempo para preparar los platos con los que pretende sorprender al jurado.

A la cámara lo que más le interesa es mostrar a Jesús como persona y sobre todo su evolución hasta que seamos testigos del gran día, hasta ahora nuestro protagonista ha ganado los dos concursos importantes a los que se ha presentado y en su mente tan sólo ronda la idea de que va a acudir a Lyón a estar entre los primeros, pero la cosa no es tan fácil como piensa, en cuanto enfrenta su comida al grupo de cocineros que le van a ayudar, llueven las críticas y no precisamente las positivas.

A partir de este momento todo se replantea para la jornada del concurso, el concepto no es el que pensaba, la idea es otra muy distinta competir en el Bocuse d’Or supone atenerse a las especiales reglas del mismo, no vale innovar tan solo, hay que ceñirse a la estricta rigidez de las formas, de aquí lo especial de la ocasión, lo que también ocurre es que como un viejo refrán dice muchos cocineros probando la sopa al final la hacen incomible.

Desde aquí advertir que para dar veracidad y credibilidad a las imágenes, incluso prodigar la sensación de velocidad y suspense no es necesario estar continuamente con la cámara al hombro ya que hay un abuso exagerado de la misma, llegando a veces hasta desenfocar la imagen, por esto vemos que técnicamente no es ninguna maravilla este trabajo.

En conclusión la realización tan solo nos sirve para conocer una excéntrica competición que parece anquilosada en el pasado como su propio fundador y también nos muestra la evolución de un individuo que abre los ojos ante la vida que le sirve para darse cuenta que las cosas a veces no son tan fáciles como pretende o como se las ha hecho ver su entorno, la vida en muchas ocasiones nos da bofetadas y este es uno de esos casos, al final quedamos con la sensación que un niño bonito ha aprendido una lección, algo que él mismo así parece demostrarnos en su alegato final.

TRONCHA

lunes, 7 de abril de 2008

"Reservoir dogs" de Quentin Tarantino

Se puede ser fiel seguidor suyo o estar completamente en contra incluso estar en el medio que no produzca ni frío ni calor en el espectador, pero lo que es no se puede negar es que cada vez que este señor hace algo todo el mundo está pendiente, eso es algo que les sucede a muy pocos cineastas, todos quedan a la expectativa de lo que puede ser un nuevo trabajo y por supuesto a nadie deja indiferente.

Son muchas las cosas que se han dicho de sus trabajos, es un director que hace correr rios de tinta, existen análisis minuciosos de sus filmes hechos escena por escena y palabra por palabra de sus locuaces diálogos, su concepción del cine es muy distinta, aunque pudiera parecer liviana, si ahondamos en sus realizaciones tenemos que reconocer que está influenciado por todo tipo de cine e incluso de la vida cotidiana y todo esto acaba plasmándolo en sus películas de una manera u otra.

La tremenda genialidad de esta película es que somos capaces de mantener un suspense durante todo el film, viendo y sobre todo oyendo a hablar a unos personajes de un robo que han cometido, pero del que en ningún momento hemos sido testigos, el ingenio está ahí en como nos vamos a ir tomando una serie de dosis de información cuando Tarantino quiera, evolucionando de tal manera que es capaz de empezar prácticamente por el final para posteriormente y a través de diversas etapas ir conociendo más detalles, nos manipula a su antojo.

Esto hace que la estructura narrativa de este trabajo sea totalmente desordenada, pero no nos equivoquemos en ningún momento caótica, esta es otro aspecto inteligente e innovador que hace distinto este film, lo que pudiéramos considerar flash-backs realmente no lo son, simplemente es que ha decidido montarlos de esa manera, manejando el tiempo y el ritmo a su antojo, para como comentaba con anterioridad ofrecernos lo que tenemos que saber cuando realmente tenemos que saberlo.

Nunca me he considerado un amante de los diálogos dentro del mundo del cine pero en este caso debo romper una lanza a favor del director norteamericano ya que puede dar la sensación de que estos son triviales y no conducen a nada, pero de alguna manera pienso que los utiliza para expresar sus propias ideas o pensamientos acerca de la vida mismamente, ejemplo de esto son los del principio de la película sobre Madonna y el dar o no propina a la camarera.

Se nutre de muchas fuentes, esto lo reconoce él mismo, y en este caso me da la sensación que de donde más saca es del cine negro europeo, partiendo del simple hecho de la vestimenta de los protagonistas como de los motivos que mueven a hacer su “trabajo” a algunos de los personajes, porque para el realizador los atracadores, son currantes, su trabajo diario es robar, como el que va a una oficina todos los días a machacar el teclado de su ordenador, y así nos los muestra; también el sentimiento de lealtad y de honor de algunos de ellos. Incluso el personaje de Joe Cabot (Lawrence Tierney) parece un gansgter de la vieja escuela.

Capítulo aparte merece la asignación de “nombres-colores” para el atraco, señor naranja (Tim Roth), señor blanco (Harvey Keitel), señor rosa (Steve Buscemi), señor rubio (Michael Madsen), señor marrón (el propio Tarantino), señor Azul (Edward Bunker) y Eddy “el amable” (Chris Penn) parece ser que incluso con las connotaciones de algunos colores hubo problemas en el rodaje, como luego refleja la misma película en una de sus escenas.

Para terminar no podemos olvidar el uso que hace de la violencia, presiento que uno de sus temas favoritos, continua sangre y personajes que no dudan en provocarse verbalmente unos a otros a través de agresivos diálogos o tirar de pistola y vaciar cargador rápidamente si la situación lo pide, y por supuesto si Tarantino mata o tortura a alguien en su película, veremos la sangre que deriva del hecho y las secuelas de la acción en dicho cuerpo, en este tema no existe hipocresía, la imagen de la violencia es real.

TRONCHA

viernes, 4 de abril de 2008

"Samurai III" de Hiroshi Inagaki

Con esta entrega Inagaki completa la historia del gran samurai Miyamoto Musashi (Toshirô Mifune) o para los que lo prefieran, Takezo aquel impulsivo joven que años atrás salió de su aldea en busca de fama, está claro que las tres partes gozan de una gran calidad algo no muy normal en otras sagas o trilogías, por poner algún pero aunque sea pequeño la segunda es menos emocionante y en ella prima más el enredo, quizás haciéndola un poco menos interesante, pero no por ello menos valiosa.

El director a través de la trilogía nos muestra toda la plenitud de la épica japonesa, haciendo por supuesto más hincapié en el tema de los samuráis, pero también podemos apreciar distintos ejemplos de la cultura nipona a través de algunas muestras de Kabuki (teatro de actores) y de No (teatro de bailarines), incluso en las escenas de reuniones interiores nos deleita con el particular sonido del shamisen (especie de guitarra de tres cuerdas, que se tañe con una cuña de madera).

Las formación de Miyamoto ha llegado prácticamente a su fin, un samurai se ha forjado, el problema reside en que para llegar a serlo ha tenido que renunciar quizás a muchas cosas y ya es tarde para darse cuenta, una vida llena de honor a veces hace que los sentimientos no puedan fluir de una manera normal y algo tan sencillo como declararse a la mujer que ama, se convierta en una empresa prácticamente imposible.

Todo gira en torno al esperado duelo con el otro espadachín supremo Kojiro Sasaki (Koji Tsuruta) sobre todo por parte de este último totalmente obsesionado con ese día llegue, Miyamoto intenta seguir aprendiendo de la vida y experimentando cosas nuevas, sus encuentros con Otsu (Kaoru Yachigusa) son más intensos y vuelve a aparecer la simbología del agua que ha ido evolucionando desde la primera entrega, el rio nace en un torrente, después transcurre por la orografía hasta llegar al mar donde allí se sosiega y se funde en el entorno salado, esto parece que nos sirve de símil con la vida que ha llevado protagonista según lo muestra el realizador.

Hay otro elemento destacable en el película, mencionarlo simplemente a modo de curiosidad, recordemos que Japón es un país perdedor de al segunda guerra mundial, por lo que se vio sometido al control de los norteamericanos, el cine no escapo de esta vigilancia, y uno de los elementos que se prohibió exhibir fue el monte Fuji, ya que representaba al imperialismo, pues Hinagaki nos muestra un precioso encuadre en el que el accidente geográfico aparece en su peculiar estampa con la cima nevada.

Durante toda la serie también goza de una gran importancia la muerte, como elemento purificador y liberador de culpas, si no has sido capaz de ser honesto durante tu existencia, se honorable durante tu muerte, eso te hará respetado a los ojos de los demás, por muchas equivocaciones que hayas podido cometer en tu triste andadura por la vida.

TRONCHA

IR A "Samurai"
IR A "Samurai II"

miércoles, 2 de abril de 2008

"Samurai II" de Hiroshi Inagaki

Seguimos con las andanzas de Takezo (Toshirô Mifune) se ha cambiado el nombre después de abandonar a su amada en el puente y con el cometido de pasar inadvertido ahora atiende al nombre de Musashi Miyamoto, sigue forjándose como samurai de aquí para allá y no perdiendo la oportunidad de batirse en duelo con quien se lo pida para acrecentar su fama.

En pocas palabras podemos decir que esta segunda parte es más un gedaijeki dentro de jidaigeki, en otros palabras para que resulte más fácil de entender es un drama dentro de un entorno samurai de lucha de espadas, desde la primera parte tenemos muy claro que al rebelde Takezo nadie le va a regalar nada, ni la gente con la que se encuentra, ni mucho menos los que podríamos denominar que le persiguen desde su pasado.

Con todo esto que he explicado con anterioridad las escenas de enredo se suceden una tras otra, casi todas con un denominador común como es la mujer, tenemos la sensación de que si en la vida del floreciente samurai no se hubiera cruzado ninguna mujer todo hubiera salido a favor de obra, pero no es así, la cultura japonesa marca a la mujer como ejemplo de debilidad y su único modo de ejercer influencia es a través de conjuras y tramas ocultas, aquí vemos un ejemplo muy claro de todo esto.

Pero no obstante lo que nosotros más que otra cosa esperamos es apreciar los progresos en el arte de la katana, y recibimos con cierta expectación las escenas en las que se ve obligado a luchar, sobre todo cuando le montan las encerronas que le montan, aun siendo un buen espadachín su problema sigue siendo el de siempre, su exceso de fuerza y de ímpetu, todavía no sabe canalizar esa energía de un modo mucho más positivo.

Otro de los aspectos que también se puede destacar es la continua simbología del film, en concreto la importancia de los puentes donde siempre se acaban encontrando Otsu y Takezo, son los únicos momentos donde parece ser que el alma de Musashi goza de un poco de paz aunque sea por espacios breves, en este caso el agua parece erigirse como un elemento apaciguador incluso decisivo en su propia vida.

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