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viernes, 29 de febrero de 2008

"The mission" de Johnny To

Que divertido que es el cine de Johnny To y que bien hecho está, si no han visto ninguna película de él, se las recomiendo de forma rotunda, pienso que en la actualidad es el director que mejor sabe tratar el cine de acción, es como si se hubiera especializado en ello y todo lo que toca le saliera de maravilla, muchos tendrían que aprender ciertos conceptos del director Honkones.

Cuantos más ejemplos veo de su trabajo más convencido estoy de que To se ha empapado bien del cine negro en general y más en concreto del europeo, incluso para sintetizar más aun del francés y sobro todo del olvidado e injustamente relegado Jean Pierre Melville, muchísimos trazos del cineasta francés se revelan en las producciones de To, este ha sabido llevarlas hasta Oriente y aplicarlas al cine de triadas que siempre nos muestra.

Una de las características de este director es que le gusta rodearse prácticamente siempre de los mismos actores la mayoría repiten en varias de sus producciones, entre estos podemos destacar a Simon Yam (Frank), Suet Lam (James) y uno de los secundarios habituales que me parece de lo mejor como es Tian-lin Wang (el “gordo” Cheung), este es uno de los motivos que hace que su trabajo sea bastante exportable y reconocido en occidente, algo de agradecer, ya que los actores que utiliza físicamente son bastante reconocibles y diferenciables a nuestros ojos acostumbrados a confundir actores por sus rasgos orientales, por supuesto todo esto redunda en la mejor comprensión de la trama.

To ha sabido llevar a la pantalla lo mejor y lo peor de la sociedad que nos muestra, incluso ha modernizado las antiguas tradiciones, los duelos de sus personajes pistola en mano a veces nos recuerdan a muchos de los mejores duelos de chambaza, donde ambos contrincantes estudian a su adversario, durante unos instantes de gran tensión, pensando que movimiento hará el contrario para poder salir victorioso de la afrenta y con ello librar la vida.

Las escenas de tiroteo son estéticamente perfectas, parecen sincronizadas al segundo algo que también le aproxima al cine de Melville, el cual llegaba a cronometrar como lo hacían los propios protagonistas las escenas de robos y atracos, en nuestro caso cada uno de los cinco protagonistas sabe que posición debe ocupar en el cortejo a su jefe y si la situación se complica, no hace falta hablar, la mirada basta para llevar a cabo la coreografía que van a ejecutar, como si de un grupo de baile se tratara.

Esto es cine de acción y lo demás son tonterías, cine de mafias visto desde el punto de vista de sus “trabajadores”, de sus sentires y padeceres, cine de tiros y muchos casquillos humeantes en el suelo, cine de hombres duros, que no paran ante nada que ni siquiera la amistad que les vincula, les libra de cumplir su deber, ante todo son profesionales y luego está lo demás, déjense llevar por To, estoy seguro que no les dejará impasibles.

TRONCHA

miércoles, 27 de febrero de 2008

"En la boca del miedo" de John Carpenter

No se si lo he dicho en alguna ocasión, seguro que sí, porque me repito mucho, es un defecto que los que están a mi lado habitualmente no me dejan que lo olvide, el caso es que el género de terror para nada es uno de mis predilectos, pero siendo justo también he de reconocer que uno de los que en mi opinión mejor sabe tratarlo es Carpenter, como demuestra en un magistral episodio rodado para la serie Masters of Horror titulado "Cigarette Burns".

En la boca del miedo se me hace de una gran originalidad, la idea que intenta desarrollar me parece apetecible, el hecho de que la lectura de un libro pueda cambiarlo todo, es algo con cierta carga, incluso en este planteamiento es similar al trabajo citado en el párrafo anterior, imaginemos por un momento que alguien tenga tal control sobre el resto que fuera capaz de manipular lo que hacen, tampoco es tan descabellado, algunos gobiernos de una manera ya nos manejan a su antojo, aunque no lo creamos.

John Trent (Sam Neill) es investigador de seguros y se le encomienda la labor de hallar al escritor Sutter Cane (Jürgen Prochnow) todo parece relativamente sencillo para el avezado descubridor de fraudes, nada se le resiste hasta ahora, pero los acontecimientos no acaban siendo como él desea sino que más bien es al contrario, tanto ha ahondado su investigación leyendo los libros del desaparecido escritor que le producen continuas visiones en los que está inmerso en la historia de los mismos.

Nada parece lo que es, Carpenter se preocupa de plantearnos desde el principio la situación, nos muestra a sus personajes, todo hay que decirlo, en una acertada interpretación del señor Neil, para liarnos tanto en la parte intermedia de la película que nosotros mismos estamos siendo victimas de su propio engaño no sabiendo si lo que pasa ante nuestros ojos es real o ficticio, hasta aquí todo va bien, pero llega un momento en que nos encontramos desubicados del todo casi habiendo perdido el hilo argumental.

Sin problema, al final el director nos va a volver a situar de nuevo dándonos una interpretación de los hechos que al menos habíamos intuido como una posibilidad, esto es normal ya que teníamos tal cacao mental hasta este momento que imaginábamos que la historia podía salir por cualquier lado, no obstante de la variedad que podría haber el elegido me parece bastante correcto.

Párense a pensar lo siguiente, imagínense que alguien les entrega el borrador de un libro y les dice algo así como que si lo lees, podrás ver, pero por los que te rodean sabes que no serás el mismo después de leerlo, por otro lado si no lo lees serás el único distinto porque el resto lo habrá leído, en vuestras cabezas no rondaría la idea de que hay en esas páginas para que alguien cambie tanto, que harían leerían o no leerían, uno que yo conozco y que me está leyendo lo leería seguro.

TRONCHA

lunes, 25 de febrero de 2008

"8 mujeres" de François Ozon

La verdad es que está película me la encontré por casualidad en una de esas tardes de domingo en las que uno adopta una posición más bien horizontal que vertical en el sillón de casa, porque no, está bien de vez en cuando ver cosas de las que a uno no le han hablado, de esta manera es más fácil forjar una opinión propia sin que nadie nos la pueda condicionar.

Al menos el título me parecía atrayente pero debo decir que me dejó un sabor más bien agridulce, la historia narra la relación que un hombre (el cual nunca nos revela su rostro) con esas ocho mujeres que de una u otra forma han tenido relación con él durante su vida, todas le han exprimido en el estricto significado de la palabra lo que han podido ya se por unos u otros motivos, lo interesante está en averiguar hasta que extremo ha llegado cada una de ellas.

En una especie de clave de misterio van saliendo los trapos sucios de unas y de otras, sus deseos y sentimientos, llegando a enredar una gran madeja en las que cada una de ellas parece tirar de un cabo para intentar desenredarla y todo dentro de un marco lo más parecido a esas típicas escenas de los filmes de Agatha Christie o Hercules Poirot, sin llegar ni de lejos a la intensidad ni a los giros inesperados que podemos encontrar en estos dos monstruos de la investigación.

Lo más significativo son los números musicales que cada una de ellas de repente protagoniza delante de las demás teniendo estos su puntillo de graciosos, no me digan que en muchas ocasiones han podido deleitarse con Catherine Deneuve en plan de artista de bodeville en un numerito de lo más sensual, en general da la sensación que el director pretende mostrarnos que es conocedor del mundo femenino y que a través de cada uno de los personajes nos muestra un tipo distinto de mujer que sinceramente difieren poco unas de otras.

La narración es simple marcando un tempo calmado que no sufre altibajos, paseamos por una cuidada dirección artística donde en ocasiones parecemos estar en la platea de un teatro disfrutando de una obra de teatro en directo ya que en honor a la verdad hay que decir que el trabajo es muy colorista y por tanto de bastante belleza visual, aun así no hay que esperar demasiado de todas ellas, simplemente un rato entretenido.

TRONCHA

viernes, 22 de febrero de 2008

"Los Borgia" de Antonio Hernández

Así sin más para empezar en frió y que podamos debatir sobre ello, decir que tengo la impresión de que en general en el mundo del cine en España sobre todo, la gente tiene la boca bastante grande y toda ella la llenan pidiendo y que es lo que más nos gusta pedir en nuestra madre patria, pues dinero, algunos lo consiguen dicen que el que no llora no mama, pues en este caso fíjate que llevaba presupuesto esta producción y para que, esa es mi pregunta, si luego el trabajo es tan flojo que no compensa el esfuerzo.

Porque no intentamos ser un poco más humildes y nos damos cuenta que gente que tiene más bien poco e incluso nada hace trabajos de infinita calidad, y lo peor de todo es el elenco de actores y actrices con los que nos han pretendido engatusar, de toda la engrosada nomina de figurantes que han desfilado por gran cantidad de insoportables series españolas, tan solo salvo a Sergio Peris-Mencheta (César Borgia) y al secundario Antonio Dechent (Miguel Corella) y ambos se salvan a ratos, mención nefasta para el resto por lo inútil de sus actuaciones en la que destaca sobre todo el resto el mal interpretado papel de Lucrecia Borgia (María Valverde) y su dicción que resulta inaguantable, el que también se las trae es el del propio papa Alejandro VI (Lluís Homar) de infausto recuerdo cada vez que aparece en mi mente, su frase cumbre en la película es: “In nomine patris et filii et spiritus sancti”, la cual llega a repetir hasta la saciedad.

Por otro lado encontramos que el señor director nos deleita en determinadas ocasiones con escenas rodadas cámara al hombre cuando claramente vemos que no hay necesidad de ello, intentando dar cierto ritmo a algo que no lo tiene, ya que no logra crearnos interés alguno y mucho menos suspense, hay escenas que se nos hacen harto repetidas, dando la terrible sensación de que siempre estamos en el mismo sitio sin que nada avance, haciendo todo esto que el metraje de la cinta nos resulte interminable.

Las localizaciones no son afortunadas en absoluto, nos muestra un entorno que en ningún momento nos da la sensación de que estemos en Roma, en la bella ciudad milenaria, es lógico porque no estamos, pero aun así no sabe “engañarnos”, las escenas de acción, por llamarlas de alguna manera, carecen de esta su cualidad principal, en general todo chirría, eso si tenemos un buen repertorio de escenas de cama y de cuerpos desnudos femeninos, algo que debía ser muy habitual en las dependencias papales debido a la idiosincrasia propia de esta estirpe.

El conjunto no sabe salva prácticamente en ninguno de sus aspectos quizás en el vestuario, pero es que esto no es mucho decir, seamos francos, con dinero el logro no es tal, en muchos momentos me recuerda a la también fallida “Alatriste” (2006) de Díaz Yanes, se intenta abarcar mucho para luego dejar todo sin desarrollar y todo esto me hace pensar si los dineros al final los reciben los mismos para una y otra vez dejar al cine español donde está, porque en general no nos hagamos cruces, estamos donde estamos porque lo merecemos.

TRONCHA

miércoles, 20 de febrero de 2008

"Enter the fat dragon" de Sammo Hung Kam-Bo

Siempre intento escribir sobre una película un número determinado de palabras, no es para nada un cálculo exacto, pero procuro que casi siempre sea similar uno a otro el problema es como en este caso cuando la película no merece la pena que se pierda demasiado escribiendo sobre ella, y aun peor en este caso es que no sabes ni siquiera que decir.

Esta es la típica película que surgió como un producto derivado del gran éxito que tuvo en el mundo occidental la saga protagonizada por Bruce Lee, de hecho algunos de nosotros vimos bastantes de sus films durante nuestra adolescencia porque era de lo poquito que llegaba de Oriente o al menos de las que teníamos conocimiento, era la apertura a una nueva cultura, aunque no tenga que ver mucho con la idea que tengo ahora.

No hay mucho que decir sobre los guiones de este tipo de trabajos, la verdad es que no tienen nada prácticamente, el único cometido es encadenar una pelea tras otra para que podamos disfrutar de las cualidades y de la técnica del protagonista, claro que al principio incluso no esta mal, los combates están perfectamente coreografiados, pero llega un momento en que perdemos todo el interés, nos da la sensación de estar viendo una vez más lo mismo, lo único que varía en este y otras películas similares a esta son las características del personaje principal, en unas es gordo, en otros lucha mejor cuando está borracho, en otras en flacucho, etc.

Parece que no pero incluso esto influyó en la vida cotidiana, la juventud se prodigo más a la hora de aprender artes marciales y apuntarse a gimnasios, con lo cual el que a un servidor no le interesen sobremanera este tipo de realizaciones, no quiere decir que no tengan su público y su legión de seguidores, sinceramente la aportación que hacen al mundo del cine es mínima ya que con muy pocas cosas notables merece la pena quedarse.

TRONCHA

lunes, 18 de febrero de 2008

"American gangster" de Ridley Scott

Siempre que voy al cine intento que sea a la cesión que menos gente vaya que suele ser la de las 16:00, ya que de este modo tienes muchas menos probabilidades de que te toque un mal educado/a y te fastidie el disfrutar de la película que estando a los precios que están bastante es, pero también me encanta salir del cine con la sensación de que he visto un gran espectáculo, que encima no he tenido que hacer callar a nadie y me hace olvidar el dinero que me costó la entrada, pues pleno para la película de Scott con la que he conseguido todo esto.

Una opinión que expreso a veces es que acabo creyéndome mucho más las historias de tiempos pretéritos que las de los actuales me gusta que tengan regusto a décadas pasadas, en este caso a la de los setenta, mostrándonos como se forja el mundo del hampa y como Tony Soprano (James Gandolfini) llega al puesto que llega dentro de la mafia de Nueva Jersey, bromas aparte, es curiosa la influencia de esta ciudad, que tan solo le separa un puente del gran Nueva York, pero que sale a la luz en cuanto hablamos del crimen organizado.

Scott intenta mostrarnos una realidad que ocurre en la historia de Estados Unidos y da la sensación de que lo hace de una forma veraz, creíble, no da la sensación de que nos este manipulando para ofrecernos una versión maquillada de los hechos, aparte de esto el director le imprime un ritmo espectacular a la película en la que vamos de un menos a más que acaba atrapando al espectador, sin darse prácticamente cuenta que han transcurrido 150 minutos nada menos cuando nos levantamos de nuestras butacas.

Hay muchos temas que tratar, ya que esta película da un repaso, en el aspecto más amplio de la palabra, a la sociedad de la guerra fría, a la absurda política de Nixon, a esos ingenuos jóvenes que fueron a luchar contra el invisible enemigo vietnamita y que los que consiguieron volver lo hicieron mucho pero de lo que se fueron constituyendo la principal base para el desarrollo del gran mercado de la droga que se estableció en dicha época y que probablemente desde entonces haya ido en aumento.

Nada de esto escapa al ojo del realizador y todo acaba delante de la cámara como pocos lo habían hecho hasta ahora, sin complejos a la hora de mostrar lo malo de esa sociedad y los personajes que elije para hacerlo son el gangster Frank Lucas (Denzel Washington) y el policía Richie Roberts (Russell Crowe), por las ocupaciones que cada uno de ellos tienen podría parecer que están muy distantes que la vida de uno está frente al otro, pero de alguna manera vamos a acabar dándonos cuenta que al menos en sus personalidades y forma de ser no andan tan lejos uno del otro.

El film me parece que bebe de muchos otros anteriores correspondientes al género negro, la honradez y honestidad con la que se tratan cazador y cazado en digno de elogio, el respeto entre ambos porque uno al otro se consideran seres íntegros dentro de su mundo, aunque esto les cueste la incomprensión de los suyos, esto es lo que les duele a ambos, se sienten más arropados con el enemigo que entre los suyos, aunque ambos aprovechan lo que tienen a mano para sacar rendimiento de ello. Entre algunas películas que me vienen a la mente estarían “Todos los hombres del presidente” (1976) de Pakula, “Sérpico” (1973) de Lumet y “Flic Story” (1975) de Jacques Deray, incluso el inicio tan rotundo puede evocar a “Milan, calibre 9” (1972) de Fernando di Leo.

En definitiva la denuncia que consigue el director norteamericano con este film es brutal, no deja títere con cabeza, los menos agraciados son el ejército y la corrupta policía, en todo caso logra atraparnos con un el ritmo de la narración largo pero constante que no sufre de caídas, que nos tiene atrapados como espectadores de lujo ante el auge y las caídas de las vidas de ambos protagonistas, llevándonos a un final un pelín almibarado pero que a las alturas que estamos y viendo lo que hemos visto, nos da lo mismo.

TRONCHA

viernes, 15 de febrero de 2008

"La evasión" de Jacques Becker

1947, cárcel de “La Santè”, por si estas palabras que aparecen en la pantalla nos dijeran poco, Becker nos mediante imágenes lo primero que nos enseña son los altos e impenetrables muros de dicha institución penitenciaria, no puedo negar que estas películas que versan sobre temática carcelaria siempre tienen bastante atractivo, quizás es que tengamos cierta curiosidad o morbo porque no decirlo de cómo es la vida dentro de estos lugares, de cómo se desarrolla y en definitiva de cómo se las apañan para vivir e incluso en ocasiones sobrevivir.

El realizador se encarga desde el principio de mostrarnos este hábitat de cómo es el entorno y los que desarrollan su existencia en él, de las privaciones que sufren y de lo mermada que está su libertad, aunque esta impresión la llevamos al principio ya que según va avanzando la historia es como si el medio penitenciario fuera ablandándose para acabar suavizándose bastante llegando incluso a un tono de cierta sensiblería entre los propios presos, esto no significa que no estemos frente a unos tíos duros que por supuesto todos son inocentes y en los que prepondera ante todo el sentimiento de lealtad y amistad.

Algo que hace bastante importante la película es como logra transmitir la convivencia de los reclusos en el reducido espacio de su celda, como escena tras escena todo encaja perfectamente, casi nunca los protagonistas están fuera de encuadre, ocupados en sus quehaceres habituales y los no tanto, ya que la mayor pretensión de alguien que tiene privada su libertad es conseguirla a cualquier precio, de aquí que todos planeen la huida, el problema es el quinto integrante y recién llegado Gaspard (Marc Michel) pueden confiar en él, acabaran contándoselo, aunque la decisión es que si, el recelo anidará en los corazones de sus compañeros hasta prácticamente el final.

El suspense y la incertidumbre se logran mantener a través de todo el film, de cómo poco a poco nos van mostrando como van a conseguir excavar un túnel para poder huir de prisión, de cómo solventaran los problemas que vayan encontrando por el camino, la película realmente es de lo que trata, de como optimizar todos los medios que tienen a su alcance para que cualquier cosa por ínfima que sea tenga su función, enseres que en el mundo exterior ni siquiera tendríamos en cuenta, aquí tienen una gran relevancia, un simple hierro que actuará de ganzúa, dos frascos de cristal, servirán de reloj de arena, incluso la fantástica simbiosis que realizan un cepillo de dientes y los restos de un espejo roto.

Todo está en equilibrio todo funciona como un perfecto mecanismo de relojería, los habitantes de este planeta cárcel cumplen su función, el problema es cuando algo rompe ese equilibrio y da con todo al traste, lo más criticable me parece el final, que se me hace muy previsible, perfectamente podemos ver lo que va a ocurrir, aun así estamos ante un homenaje a la astucia e inteligencia del ser humano expresado a través de Roland (Jean Keraudy).

TRONCHA

miércoles, 13 de febrero de 2008

"Fanny y Alexander" de Ingmar Bergman

Que equivocada esta la gente cuando simplemente la duración de una película les echa para atrás a la hora de visionarla, seamos cabales, hay casos en los que largos de ochenta minutos se hacen indigeribles y sin embargo hay casos como el que ahora mismo nos atañe en donde estamos en una duración superior a tres horas y no nos preocupa lo más mínimo, porque estamos entretenidos durante todo ese tiempo y quizás más si el realizador así se lo propusiera, si señores el cine principalmente es entretenimiento.

Cada vez que me pongo frente a una obra de Bergman me doy cuenta que es un cineasta que ha seguido una misma línea durante toda su carrera, que ha sido fiel a su forma de hacer cine y que no la ha abandonado, le pese a quien le pese, también en honor a la verdad hay que decir que no estamos ante uno de los fáciles, su forma de expresar los sentimientos e intentar transmitirlos al espectador a través de la pantalla, en ocasiones requiere de un esfuerzo adicional por parte del mismo.

En esta ocasión a través de los inocentes ojos de un niño vamos a ser testigos de toda una serie de circunstancias de su vida en la que todo va a influir para su posterior desarrollo, ya sea de una manera favorable o justo al contrario, como siempre se ha dicho, los niños son como esponjas, los ojos de Alexander (Bertil Guve) nos muestran lo que pueden llegar a gozar y a padecer las almas de las personas, Bergman, se sirve de él para que nosotros también las sintamos y no quedemos impasibles frente a la butaca, por supuesto toda esta labor se ve muy ayudada por la extraordinaria imaginación del protagonista.

El director muestra dos estadios completamente distintos de la vida de Alexander, el comienzo en el que este vive rodeado de su familia los Ekdhal, un grupo de simpáticos libertinos muy dados a la promiscuidad, cuyos rasgos principales son la bondad, la alegría, el compartir con el prójimo, incluso en cierta manera el derroche aunque bien justificado, la muerte de Oscar (Allan Edwall), padre de Alexander es el detonante para que todo este cosmos se venga abajo, su madre Emilie (Ewa Fröling) contrae de nuevo matrimonio con el obispo Eduard Vergerus (Jan Malmsjö) a partir de aquí llega el infierno, todo es austeridad, falta de sentimientos, dura educación e incluso privación total de libertad.

El contraste se muestra de una manera tan clara que incluso cuando estamos viendo las escenas que pertenecen a una de las dos etapas anteriormente descritas, no solo cambia el talante de los actores, sino que su entorno, incluso su vestuario sufre un cambio radical pasando de vivos colores al negro sobrio de la casa del obispo, desde aquí dar un sobresaliente al director artístico que ha sido el principal culpable en remarcar de una forma muy visual este claro contraste.

El momento más álgido de la narración bajo mi punto de vista pertenece a la muerte del padre, pero durante toda la trayectoria del metraje no tenemos motivo para relajarnos, ya que a través de los diálogos o de algunas escenas, asistimos a una serie de picos, una especie de píldoras o chispas de humor que nos mantienen alerta sin dejarnos bajar la guardia, por supuesto viniendo del director sueco son retazos de un humor bastante negro, pero al fin y al cabo arrancan la carcajada del espectador.

Cualquier situación de las que podemos observar en el largometraje puede dar lugar a distintas interpretaciones de cada uno de nosotros, yo propongo la mía, por supuesto no se si muy acertada o no pero si recordamos la primera escena en la que Alexander está jugando con un teatrillo de cartón a escala lo unimos con su fértil imaginación podríamos pensar que todo el film simplemente ha sido fruto de su mente, no me parece tan descabellada ya que los encuadres y composiciones de la cámara de Bergman, sugieren continuamente esta idea, los actores parece que en ocasiones están encima de las tablas en vez de frente a una cámara.

TRONCHA

lunes, 11 de febrero de 2008

"No tocar la pasta" de Jacques Becker

Viendo trabajos de este calado y anteriores como por ejemplo el ya tratado por un servidor “Milán, calibre 9” (Milano calibro 9, 1972) me acabo dando cuenta que el cine policíaco para nada era algo reservado tan solo a los cineastas norteamericanos; cada uno en su sitio pero desde aquí asevero que el policiaco europeo no tiene nada que envidiar al que se ha hecho al otro lado del charco.

Cuando los metrajes no son muy largos como es el caso de este tipo de películas conviene aclarar la situación cuanto antes para ver donde nos ubicamos o al menos saber que nos van a mostrar los actores, esto se consigue de varias maneras, con un narrador, algo de lo que no soy muy partidario; mediante diálogos, en este caso si son inteligentes todo queda salvado y por último mediante narración cinematográfica pura y dura que es el método más agradecido y con el que nos deleita Jacques Becker en esta ocasión en la primera escena del café Bouche.

Desde el primer momento no hay que ser ningún lumbreras nos damos cuenta que estamos dentro del mundo del hampa, más en concreto el francés, y en concreto en la figura de Max (Jean Gabin), el personaje acaba perfilándose rápidamente ante nuestros ojos, el maduro ladrón está harto de la vida que ha llevado hasta ahora, como buen profesional ha dado el golpe de su vida y pretende retirarse con el oro que tiene guardado a buen recaudo.

Las cosas se tuercen sobre todo cuando aparece en escena Angelo (Lino Ventura) y pretende apoderarse del botín demostrando muy pocos escrúpulos para conseguirlo, es aquí donde afloran los valores que tratan de exaltar este tipo de largometrajes, la verdad todo hay que decirlo de un cariz bastante misógino, como es la amistad que sobrevuela sobre el resto de conceptos que se puedan perfilar y que está muy por encima de todo lo demás, Max como no puede ser menos responde a esta exigencia cuando las circunstancias se lo exigen.

La narración tiene un tempo correcto, más bien calmo en el que acompañamos a Max en todo su camino hasta llegar al momento álgido en el que el film alcanza su clímax, casi justo al final, un final propio de un dandy, de un vividor al que le han privado de una de sus expectativas pero que lejos de derrumbarse como harían el resto de humanos él acaba aprovechándose de ello y volviéndolo de algún modo en algo positivo.

Una película impecable que nos sumerge en el mundo oscuro de los del otro lado de la ley, que nos permite pasear por ese mundo de varietés y vamps que tan habitual fue durante muchos años en las capitales europeas de aquella época, ese mundo de hombres impecables de dudosa honradez y honestidad pero de profundos valores cultivados que llegan a poner en duda los nuestros al acabar atrapándonos con sus personajes y poniéndonos de su lado ante la ley aunque sea tan solo por unos minutos.

TRONCHA

viernes, 8 de febrero de 2008

"El viaje de Chihiro" de Hayao Miyazaki

Una película fantástica y cuando utilizo esta palabra la hago en todas las acepciones que de ella hay posibles, ya que de la mano de Miyazaki, nos sumergimos en un mundo desconocido del que ni siquiera teníamos noticia como le ocurre a nuestra protagonista la consentida y caprichosa Chihiro (Sen), que se niega abandonar su acomodada vida y dejar atrás a sus amigos y entorno para comenzar una nueva vida en otro lugar, este traslado será el que acabe cambiando su vida y abriéndole los ojos al futuro.

Que recuerde el tema de los yokai (dioses menores japoneses) posteriormente también lo trata Miike en una de sus obras (The great Yokai war, 2005), aunque en este caso los personajes sean de carne y hueso y no de animación como los de Miyazaki, de una manera u otra hay que dejarlo todo atrás como hace la protagonista al pasar el túnel, debemos abrir nuestra mente y disfrutar de los placeres que nos depara la casa de baños que regenta la malvada bruja Yubaba donde todos los dioses y espíritus antiguos acuden a descansar sus gastados huesos.

Planteando el cuento de esta manera ya tendríamos bastante para disfrutar de una película de animación con una factura intachable, muy cinematográfica en la que en ocasiones tenemos la sensación de estar detrás de la cámara y los actores entran en escena como si el propio director se lo hubiera ordenado, mezclándose en entornos y decorados realizados con sumo cuidado estético y por supuesto repletos e colorido, caminando entre dioses domésticos que sufren los mismos desvelos y penurias que el resto de mortales.

Pero el director japonés va más allá dejándonos que nosotros mismos le demos la interpretación que deseemos a cada uno de los personajes simbolizando en ellos los deseos, las emociones, los defectos incluso los problemas que están muy presentes en la sociedad actual, cada uno sacará sus propias conclusión, de entre las mías destaco la escena en la que aparece un hediondo y repulsivo dios que llega hasta la gran bañera a recibir su dosis de confort, de repente Chihiro descubre una espina clavada en su costado, tirando de ella acaba descubriendo que en realidad se trata del espíritu del río que está totalmente contaminado.

El personaje del sin cara representa la codicia del propio ser humano que acaba engulléndolo todo, pero que encuentra como duro oponente a la generosidad y el amor de Chihiro y en definitiva acaba doblegado a esta, Bebé, representa el propio ego de su madre, la vieja Yubaba, por eso aparece tan grande y al final acaba volviéndose contra ella misma pese a los mimosos cuidados que siempre le dispensa, estos serian algunos ejemplos lo mejor es que cada uno a la hora de ver la obra saque sus propias conclusiones para plantearse a si mismo o a otros que significado tiene cada uno.

El diseño de los personajes en general es sublime, estéticamente muy cuidados, para hacernos disfrutar visualmente de un cuento que al principio parece hecho para menores pero que abarca todas las edades y con el que vamos a disfrutar mucho, quien no queda prendado de los hollines las diminutas criaturillas que trabajan para Kamajii en su sótano ayudándole a preparar las mezclas de hierbas para tan excelsos huéspedes.

TRONCHA

miércoles, 6 de febrero de 2008

"Sueños" de Ingmar Bergman

Aprovechando cuando el tiempo lo permite de nuevo me adentro en la filmografía de Bergman a través del ciclo del Círculo de Bellas Artes de Madrid, esta vez una película para mi inédita, pero que una vez más ha respondido a las expectativas depositadas en ella, por enésima vez vuelvo a comentar lo complejo de los trabajos del cineasta sueco, pero ya menos, cuanto más contacto alcanza uno con él más llega a entenderle, está claro que el roce hace el cariño.

Siempre delante de escenas excelsas, de cuidada armonía con una cámara inamovible, que tan sólo persigue detalles y algunos gestos, llevándolos a un primer plano para resaltar la importancia que llegan a tener los mismos para el desarrollo de la acción el ejemplo más claro de lo que estoy comentando se ve en la primera escena del film, durante la sesión de fotos a la que es sometida Doris (Harriet Andersson) que es observada por la otra protagonista Sussane (Eva Dahlbeck) entre otros, no es necesario que nadie hable, a través del sonido los gestos y los movimientos comprendemos inmediatamente la situación.

La historia nos cuenta las vicisitudes de dos mujeres, Doris y Sussane, cada una de ellas en su estilo y con una forma de ser y actuar totalmente distintas, enfrentadas se podría decir, pero que en el fondo parecen pretender lo mismo, aunque parezca que ambas por caminos dispares al final acaban llegando al mismo destino, teniendo el espectador la sensación de que por mucho que haya pasado durante el metraje hemos vuelto al punto inicial. Todo ello en una especie de juego de contrastes en el que cada una de ellas se nos muestra muy distinta a la otra.

Como siempre lo importante de los films de Bergman es contemplar de forma visual como se pueden plasmar los sentimientos, esto es lo significativo, la historia en si da un poco igual de donde parte o hacia donde va, ya iremos averiguándola si realmente nos interesa y sino quedará relegada a un segundo plano para definitivamente acabar olvidándola, la belleza de sus imágenes, el puro lenguaje cinematográfico que utiliza a la hora de filmar le ayuda a transmitir todo este periplo de emociones.

Sería injusto no comentar que Bergman se me antoja muy provocador no solo le importa mostrar cosas ante la cámara y transmitir sensaciones, también le gusta provocarlas en el espectador, para ello recurre a muchísimos elementos destacando el uso que hace de la mujer y sobre todo de su cuerpo, de la sensualidad que este transmite, caso claro es la escena de la joyería cuando Doris se prueba el collar, por supuesto esto no es exclusivo de este film.

TRONCHA

lunes, 4 de febrero de 2008

"Cortina rasgada" de Alfred Hitchcock

Soy sincero y declaro que no me gusta hacer esto, siempre le he tenido un cariño especial al señor Hitchcock, recuerdo que en mi juventud recibía con gran entusiasmo la idea de que en televisión iban a pasar una película de las suyas, pero con el paso del tiempo he ido dándole preponderancia a otros y a otras cosas, considero que el inglés es un genio, pero hay trabajos que no me parecen tan acertados como otros y este es el caso.

De partida acepta rodar con Paul Newman y Julie Andrews, porque ambos están de moda y saben que van a llenar las taquillas el primero hace el papel del físico Michael Armstrong y ella el de su ayudante Sarah Sherman, ambos mantienen una relación sentimental, la acción se sitúa en plena guerra fría, mostrándonos la fuga al otro lado del telón del profesor ante la sorpresa de su amante, la cual decide seguirle, hasta este punto ya sabemos lo que ocurrirá todos sospechan de todos y el peligro acecha en cada rincón, pero en este caso no tanto.

Debido a su aspecto rollizo y de bonachón el director inglés siempre me pareció una persona muy pacífica o al menos esa sensación me transmitía incluso creo recordar que algo leí al respecto en el libro que escribió Truffaut sobre él, esto me impulsa a pensar porque las escenas de pelea son tan malas como realmente parece, no hay ninguna en toda su filmografía que merezca la pena, incluso la de este film, que es una de las más famosas de la historia del cine.

Como hemos dicho antes, por supuesto que nadie puede negar que sea el máximo maestro del suspense de su época y eso lo vuelve a demostrar una y otra vez, y sino fíjense en la escena en la que ambos protagonistas se ven obligados a huir en un autobús de línea, lo que ocurre es que en general la historia se soporta poco, todo está lleno de una serie de coincidencias poco verosímiles, incluso de cierta condescendía del director hacia las pobres gentes que viven bajo en el lado más oriental de Europa, intentándonos vender al mundo occidental y en concreto al americano como su salvador.

En resumen y para acabar, diría que lo que pretendió con esta cinta es llenar las arcas, contratando a una pareja de guapos, curiosamente esta vez ella no era rubia, aunque si tenía mechas y esto le obligo a que el guión tuviera más base en la relación sentimental entre ambos desviándolo del apasionante mundo del espionaje, donde quizás podría haber obtenido más juego, se rodó íntegramente en los estudios de la Universal, ya se sabe que como en casa de uno no se está en ningún sitio, aparte lo mucho que se ahorra uno en viajes, que disminuirían el margen de beneficio.

TRONCHA

viernes, 1 de febrero de 2008

"El manantial de la doncella" de Ingmar Bergman

Que ilusión hace cuando de vez en cuando alguien se decide a hacer una retrospectiva de un gran director o actor y se tiene la oportunidad de ver algunas obras en pantalla grande, durante todo Diciembre de 2007 el Circulo de Bellas Artes de Madrid dedicó una en concreto a Ingmar Bergman y a los 45 títulos que componen su filmografía, el caso es que uno aparte de esto tiene sus obligaciones y asiste a las que puede, entre ellas tuve el lujo de ver esta en la coqueta sala de proyecciones.

Siempre digo y seguro que cuando estoy afirmando esto me estaré repitiendo, un defecto muy habitual en mi, que el director sueco es uno de los más complicados a la hora de analizarle bien a él o a su obra, aun así cualquiera que se acerque a él y sepa un poco de cine se da cuenta que está ante un grande que nos sitúa frente a autenticas obras maestras en muchos de sus trabajos.

Aparte de lo que habitualmente se comenta sobre el cineasta sueco, de que consigue que los sentimientos salgan a través de al pantalla para que lleguen hacia nuestros corazones, cosa que es muy cierta y que comparto, incluso a veces llegue a revolvernos de la butaca, dándonos una visión como ningún otro nos ha dado de ciertos aspectos de nuestra propia vida, o por decirlo de otro modo, los vemos a través de los ojos de Bergman, llegando a observar cosas que ni siquiera antes hubiéramos imaginado, no es tan fácil plasmar la soledad, la sordidez, la pesadumbre, el odio, la ansiedad, estos son algunos conceptos que el genial director parece materializarlos para hacérnoslos tangibles.

Sin embargo en esta ocasión voy a intentar examinar el film, como un juego de contrastes que nos muestra el realizador, no solo en el aspecto general de algunos de los personajes, sino también en algunas de las situaciones, partiendo de este contrastado escrutinio podemos observar que dos de los personajes principales aun estando juntos y teniendo los mismos deseos sus creencias son de tendencias prácticamente opuestas, es el caso del padre Töre (Max von Sydow) de creencias ciertamente paganas y su esposa Märetta (Birgitta Valberg) plenamente convencida de su devoción cristiana y ferviente practicante.

Esto se entiende porque la acción está ambientada en una leyenda sueca del siglo XIII que Bergman lleva a la gran pantalla, por ello la narración esta hecha en tono de cuento, siguiendo con los contrastes la representación de la maldad y el pecado está representada en Ingrid (Gunnel Lindblom) de cabellos morenos y la de la inocencia y la virginidad se hace su valedora Karin (Birgitta Pettersson) de cabellos rubios, incluso si analizamos sus monturas en el fatal viaje a la iglesia, también son distintas, parece querer representarnos una lucha entre polos distintos.

Acabamos sumergidos en una asfixiante naturaleza, que por supuesto colabora al ambiente dramático de la narración, recordando bastante la de las películas del atormentado Tarkovsky, aparecen elementos simbólicos como el sapo y el cuervo, por supuesto sin olvidar el principal de todos ellos y que da titulo al trabajo como es el manantial, que parece purificar a todos los que contemplan su nacimiento.

De todas las escenas destaco la de la purificación en la sauna de Töre, cuando ha decidido salirse del camino de rectitud que la religión le marca para prepararse al alba del nuevo día y consumar la venganza que ha decidido, incluso es admirable el juego continuo de la luminosidad, observemos la escena de cuando está sentado en su silla (a modo de trono), la magnificencia de la estampa, esta es un ejemplo de toda la obra, porque cada escena que podemos ver, cada encuadre tiene una calidad impresionante.

TRONCHA